España en la encrucijada: de las elecciones de 1933 al Frente Popular
Enviado por Programa Chuletas y clasificado en Historia
Escrito el en español con un tamaño de 7,22 KB
Las elecciones de febrero de 1936
Los radicales de Lerroux se desprestigiaron mucho por escándalos económicos y corrupción administrativa (el escándalo del estraperlo, nombre de un juego de casino), lo que condujo a la desintegración de la coalición radical-cedista. En estas condiciones, a finales de 1935, Alcalá Zamora mandó a un nuevo gobierno preparar elecciones.
Con las elecciones de febrero de 1936, las fuerzas políticas españolas quedaron claramente divididas en dos bloques que acabarían por enfrentarse violentamente: las derechas en el Bloque Nacional, y las izquierdas en el Frente Popular. La campaña electoral se celebró bajo los efectos de un fuerte clima pasional. La CEDA organizó su campaña bajo el lema de cerrar el paso a la revolución y al marxismo. Gil Robles era aclamado como jefe, mientras que las juventudes de su partido recordaban en sus actuaciones a los grupos fascistas. Las izquierdas firmaron un pacto electoral en enero de 1936, al que tácitamente daban su asentimiento los anarquistas de la CNT.
Después de la victoria del Frente Popular, se formó un gobierno de izquierdas, republicano, sin socialistas, que puso en marcha el pacto electoral: decretó la anunciada amnistía y la reforma agraria se puso de nuevo en marcha, ahora de forma espontánea. En sólo tres meses se repartieron en las provincias de Toledo y Badajoz 250.000 hectáreas, mucho más que todo cuanto se había distribuido desde 1931. Las clases conservadoras comenzaron a temer por la pérdida de sus privilegios, hasta entonces prácticamente inalterados.
El nuevo gobierno estuvo acompañado de un ambiente político y social cada vez más crispado. Azaña fue nombrado presidente de la República y Casares Quiroga, jefe de Gobierno.
La conflictividad social
Los conflictos sociales se multiplicaban, especialmente en los núcleos rurales. En las ciudades, la calle pasó a desempeñar un papel protagonista, siendo escenario de choques violentos, por lo general entre milicias obreras y grupos falangistas paramilitares. Estos incidentes callejeros, presentados por Gil Robles y Calvo Sotelo con tintes sombríos en las sesiones de las Cortes, eran una excusa para cobijar los planes de quienes preparaban un golpe militar. Calvo Sotelo se mostraba partidario de un gobierno autoritario y corporativista, típicamente fascista, frente al peligro de una revolución social, que Largo Caballero parecía alentar desde el ala más radical del socialismo.
La conspiración contra el Gobierno del Frente Popular
Nada más triunfar el Frente Popular, se empezó a fraguar una conspiración para poner fin al gobierno de la República. El gobierno republicano, con el propósito de evitar la conspiración, decidió enviar al general Goded a Baleares, a Franco a Canarias y a Mola a Pamplona. En estas circunstancias, un acontecimiento lamentable vino a precipitar las cosas. El 12 de julio, unos falangistas asesinaron al teniente Castillo, de la Guardia de Asalto; en venganza, al día siguiente cayó asesinado Calvo Sotelo, a manos de un grupo de Guardias de Asalto. Aprovechando la conmoción suscitada por la noticia, los conspiradores antirrepublicanos decidieron anticipar el golpe. El 17 de julio se sublevaba el ejército de África y el 18 de julio se extendía la sublevación en la península.
El bienio radical-cedista de la Segunda República (1933-1936). Las elecciones de 1933: el vuelco electoral
La política de la coalición republicano-socialista había descontentado a amplios sectores populares y, por otra parte, algunos sectores de las clases medias, asustados por el radicalismo de la CNT, habían perdido la confianza en el gobierno de Azaña.
Azaña dimitió en septiembre de 1933, se disolvieron las Cortes y hubo elecciones en noviembre (con el voto femenino). Estas dieron el triunfo a la derecha.
La disolución de la coalición republicano-socialista y la abstención de los anarquistas jugaron un papel importante en este resultado. La crisis económica tras el crac del 29 alcanzaba su mayor intensidad.
El presidente Alcalá Zamora llamó a Lerroux a formar gobierno.
Lerroux fue, por tanto, el nuevo jefe de gobierno y los ministros eran todos del Partido Republicano Radical. La CEDA se quedaba con la mayoría de los escaños en las Cortes. Durante el bienio radical-cedista, que se extiende desde finales del 33 hasta comienzos del 36, se procedió a desmantelar muchas de las reformas elaboradas en el bienio anterior. Se legisló en materia social a favor de los patronos, a la vez que se iban haciendo más concesiones a la Iglesia. Esto provocó el descontento y acentuó las protestas de la izquierda.
La revolución de octubre de 1934
El ascenso del nazismo en Alemania hizo aumentar la desconfianza hacia la CEDA. Largo Caballero, convencido de que Gil Robles pretendía destruir la República, se fue inclinando hacia posiciones revolucionarias, llegando la UGT a declarar la huelga general al entrar tres ministros de la CEDA en el gobierno de Lerroux (octubre de 1934). Acabó con el estallido de la revolución en Cataluña y en Asturias.
En Cataluña, la revolución fue impulsada desde arriba por el presidente de la Generalitat, Companys, que proclamó el Estado catalán dentro de la República Federal Española, pero no contó con el apoyo de la CNT, hecho que permitió al ejército dominar muy pronto la insurrección (10 horas, 46 muertos). La Generalitat se rindió y el Gobierno suspendió el Estatuto de Cataluña, al tiempo que ordenaba centenares de detenciones.
En Asturias, en cambio, hubo unidad revolucionaria por la base. El 5 de octubre estalló la revolución en la que participaban los socialistas, dominantes en la minería, los anarquistas, cuyo centro básico era Gijón, y los comunistas. El centro del movimiento era Mieres. Los revolucionarios, después de ocupar diversos cuarteles y las fábricas de armas de Trubia y de la Vega, entraron en Oviedo. Durante nueve días, una parte de Asturias vivió bajo el régimen revolucionario (se habla de la comuna o el soviet español). Pero el envío del ejército de Marruecos permitió dominar el movimiento. La revolución había engendrado violencia, pero la represión fue de una extrema ferocidad.
Formación y programa del Frente Popular
La derrota de los revolucionarios envalentonó a las derechas y la CEDA tomó más protagonismo, se incrementó el número de estos en el gobierno, siendo uno de ellos Gil Robles, encargado de la cartera de Defensa (con el general Franco al frente del Estado Mayor). La política revisionista y contrarreformadora del gobierno derechista continuó. La reforma agraria quedó suspendida y se quedaron paralizados el estatuto vasco y gallego.
Mientras, las izquierdas formaban un Frente Popular integrado por republicanos, socialistas y comunistas, a raíz de la decisión adoptada por la 3ª Internacional, para frenar el fascismo.