La España de Carlos IV y la Ascensión de Napoleón
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En 1797, Francia, en guerra contra Gran Bretaña, forzó a España a unirse a su bando. Este conflicto, que se extendió hasta 1801, debilitó considerablemente la economía y el poderío naval español. Un ejemplo de las consecuencias de esta alianza fue la Guerra de las Naranjas en 1801. En este episodio, Napoleón presionó a Portugal para que rompiera su alianza con Inglaterra y cerrara sus puertos a los barcos británicos. La presión sobre Portugal arrastró a España a firmar el Tratado de Madrid de 1801, comprometiéndose a declarar la guerra a Portugal si este país mantenía su apoyo a Inglaterra.
Con la firma del Tratado de Amiens en 1802, que puso fin a la guerra, España se vio obligada a ceder la isla de Trinidad a Gran Bretaña.
En 1799, Napoleón llegó al poder en Francia y en 1804 se proclamó emperador con la ambición de forjar un gran imperio europeo. Nuevamente, España se vio obligada a poner su marina a disposición de Francia, enfrentándose a Gran Bretaña. Esta vez, la derrota sería contundente. En 1805, la flota franco-española fue aniquilada en la Batalla de Trafalgar por la armada británica liderada por el almirante Nelson.
La Crisis Interna y el Tratado de Fontainebleau
La derrota de Trafalgar agudizó el descontento de la nobleza española con el gobierno de Manuel Godoy y el reinado de Carlos IV. En 1807, este descontento se materializó en un intento de motín conocido como la Conjura de El Escorial. El objetivo era derrocar a Carlos IV y a Godoy, y colocar en el trono a Fernando VII, quien también estaba involucrado en la conspiración. Sin embargo, el complot fracasó y Fernando, al ser descubierto, delató a sus cómplices.
A pesar de los desastrosos resultados de la alianza con Francia, Godoy firmó el Tratado de Fontainebleau con Napoleón en 1807. Este acuerdo permitía la entrada y el establecimiento de tropas francesas en España con el objetivo de invadir Portugal.
El Descontento Popular y la Caída de Godoy
La figura de Godoy era cada vez más impopular en España. La derrota de Trafalgar, que había significado la destrucción del poderío naval español, y la profunda crisis económica, caracterizada por un enorme déficit público y la drástica caída del comercio con América, intensificaron la oposición al gobierno. La nobleza, humillada por el favoritismo real hacia Godoy, un "advenedizo" a sus ojos, y el clero, alarmado por las tímidas propuestas de desamortización de bienes eclesiásticos, se unieron al descontento generalizado.