Esculturas de Bernini en el Vaticano: San Longinos, Tumbas Papales y Retrato de Scipione Borghese
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San Longinos (1629-1638)
A partir del año 1628, se llevó a cabo la decoración del crucero de la Basílica de San Pedro. En estas obras, se colocaron en el crucero cuatro esculturas de santos que fueron:
- La Verónica (Sudario): Realizada por Mochi
- Santa Elena (Lignum Crucis): Realizada por Bolgi
- San Andrés (Cruz de San Andrés): Realizada por Duquesnoy
- San Longinos (La Lanza): Realizada por Bernini
Se trata de un ciclo que parte de un programa de culto a los Santos y hace alusión a las reliquias de la pasión, típico de la Contrarreforma, como respuesta de Roma a los protestantes. El culto a los santos estaba considerado por los protestantes como idolatría y superstición, a lo que Roma responde que las imágenes sí incitan a la piedad del fiel.
Son figuras de unos 5 metros de altura, colocadas a su vez sobre pedestales de gran altura. Los pilares del crucero están organizados en dos cuerpos:
- Inferior con hornacinas de medio punto que acogen las esculturas.
- Superior con tribunas con retablos y con columnas salomónicas que acogen las reliquias auténticas asociadas a cada figura.
Se aprecia una gran importancia de la luz del crucero, especialmente en el caso de la figura de San Longinos.
Bernini planeó el conjunto de esculturas, pero sólo realizó a San Longinos. Longinos era el centurión romano encargado de rematar a Cristo con su lanza. En ese instante recibe la Verdad, la revelación: sabe que el que acaba de morir es el hijo de Dios, y entonces se transforma. Vemos que ha abandonado parte de sus ropas de centurión (coraza, casco) y en su gesto triunfante vemos la conversión. Su cuerpo está quieto, pero en el movimiento de las telas y el cabello queda expresada la agitación interior. Longinos dirige su mirada hacia la linterna, es decir, hacia Dios. Esta fórmula, del gesto contenido, la habían practicado previamente los boloñeses (Aníbal Carracci, o en el San Sebastián de Guido Reni). De esta forma realista, dramática, teatral, entiende Bernini los santos, de acuerdo con el decoro monumental.
La composición es triangular, con el esquema formado por los brazos y la lanza, aunque enmarca a la figura con un eje vertical. Es una figura vigorosa.
Se vuelve a destacar la importancia en el ropaje, el cual aparece anudado al brazo, con una cascada de tela con pliegues movidos, abultados y profundos que generan claroscuro. Por otra parte, el acabado estriado de las telas genera más efectos de cromatismo.
Además, se produce un avance en el tratamiento de la cabellera siguiendo modelos helenísticos.
Retrato de Scipione Borghese (1632)
Se le considera uno de los hitos de la escultura de todos los tiempos, uno de los mejores retratos escultóricos de la historia del arte.
Fue realizado con mucha rapidez. Existen informaciones que rozan lo legendario, como que fue realizado en tres días y tres noches, o que cuando estaba terminado apareció una falla en el mármol a la altura de la frente, lo que determinó que Bernini realizara una segunda versión rápidamente.
La forma de trabajar consistió en que el cardenal nunca posó; por el contrario, Bernini optó por tomar numerosos apuntes de Borghese mientras desarrollaba su vida diaria, después realizó modelos de cera y finalmente pasó a materializar la obra en mármol.
Esta obra denota un gran virtuosismo trabajando el mármol, así como un gran realismo, parece una instantánea fotográfica.
Representa a la figura en movimiento con la boca entreabierta que parece que está a punto de hablar con un interlocutor. Enlaza con el David en el sentido de que la figura interactúa con alguien (en este caso, el espectador).
El cardenal es representado con una mirada penetrante y vivaz que brilla con la luz, las pupilas están realizadas a modo de miras invertidas. Revela y transmite la psicología del personaje.
Tumba de Urbano VIII (1628-1638, inauguración en 1647, tres años después de la muerte del pontífice)
Magnífico retrato del Papa Urbano VIII en una instantánea fotográfica en actitud de bendecir.
El acto de bendecir constituye una instantánea fotográfica y un gesto que atrae y atrapa al espectador. Los ropajes son abultados y contribuyen a proyectar espacialmente a la figura del Papa que luce sus mejores galas.
El esqueleto de la muerte aparece también en una instantánea fotográfica escribiendo en la cartela el nombre-epitafio de Urbano VIII.
Las Virtudes son La Justicia y La Caridad y resultan muy de este mundo, muy naturalistas incluso en las actitudes y gestos.
La Caridad es un “Rubens” marmóreo, se acerca a un niño hacia su pecho que aparece cubierto por respecto al marco que lo acoge, mientras que dirige su atención a otro niño que grita desconsoladamente.
La Justicia parece apenada por la muerte del Papa.
Tumba de Alejandro VII (1671-1678)
Siguiendo en parte el mismo esquema que la de Urbano VIII, se considera obra de taller en la ejecución, aunque la idea sí fue de Bernini. Estuvo condicionado por las características del nicho con una puerta en la parte inferior.
Bernini optó por representar al papa en actitud orante, acompañado de las cuatro Virtudes teologales: Fe, Esperanza, Prudencia y Caridad.
En primer término, el esqueleto de la muerte porta un reloj de arena, lo cual representa la brevedad de la vida, y retira un sudario marmóreo que parece que ocultaba el acceso a la cámara mortuoria, donde reposan los restos del pontífice. Se realizó cuando el papa había muerto ya.
El elemento diferenciador con el anterior es un condicionante negativo, y es que se le dice a Bernini que tiene que colocar esta tumba en un sitio concreto, donde había una puerta que no se podía modificar, que era la puerta de entrada a San Pedro.
La diferencia con la tumba de Urbano VIII es que en la base hay cuatro virtudes: dos en primer plano y otras dos en plano más retrasado, dando la impresión de que se trata de una tumba exenta tridimensional.
La figura del papa se representa vivo, domina en dimensiones, concebido aquí de manera distinta que Urbano VIII. Aquí, Alejandro se muestra como persona, arrodillado, orando y preparándose para la muerte. La idea que quiere expresar Bernini es que cualquier creyente sabe que la muerte puede llegar en cualquier momento y que a todos nos llega por igual.
El tratamiento de los paños es igual que antes, con gran naturalismo.
Se ha utilizado mármol blanco para las virtudes y el papa, bronce para el esqueleto alado, y mármoles diferentes para la tela.