Escultura de la Antigua Grecia: Evolución y Belleza Idealizada

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Escultura de la Antigua Grecia

La escultura de la Antigua Grecia alcanzó el ideal de la belleza artística hasta donde pudo llegar por sí solo el ingenio humano. Aunque Grecia floreció en todas las Bellas Artes, ninguna le distingue tanto como la escultura.

Cultivó el arte de la Antigua Grecia todos los géneros de escultura, adoptando con predilección el mármol y el bronce como material escultórico y tomando como asuntos principales los mitológicos y los guerreros, a los cuales añadió en su última época el retrato de personajes históricos.

Forman su característica en los mejores tiempos del Arte (los de Fidias) la expresión de la realidad idealizada, la regular proporción orgánica, el alejamiento de lo vago y monstruoso, la precisión en los contornos y detalles, la armonía y belleza en las formas y la finura en la ejecución.

División de la escultura: Afrodita, Pan y Eros.

Suele dividirse la escultura griega en cuatro periodos históricos bien delimitados, a los cuales precede el protohistórico (minoico y micénico). En este, se desarrolló por espacio de unos veinte siglos (desde el año 3000 al 1100 a. C. aproximadamente) un arte rudimentario pero lleno de vida y movimiento que modeló el barro y trabajó la piedra, el marfil, el hueso e incluso el oro, el plomo y el bronce, produciendo relieves, grabados, entalles mitológicos en piedras finas y pequeñas estatuas e idolillos. Aunque labrados con cierta tosquedad, se presentan a veces con admirable corrección en el dibujo que parece recordar el arte de los cazadores del reno, los cuales pudieron tener con la civilización egea algún lazo histórico.

Los cuatro periodos arqueológicos que, tras un prolongado silencio artístico, siguieron al micénico se distinguen del siguiente modo:

1. El periodo de formación, desde aproximadamente el 620 a. C. al 540 a. C.
2. El periodo arcaico, desde el 540 a. C. al 460 a. C.
3. El periodo de perfección o clásico, hasta finales del siglo IV a. C.
4. El periodo de difusión, que algunos llaman de decadencia, después de Alejandro Magno hasta la conquista de Grecia por Roma, de 323 a. C. a 146 a. C.

Periodo de formación

En el primer periodo, después de los rudimentarios ídolos de madera llamados xoanon, planos por delante y por detrás y redondeados en los bordes, descubiertos en Delos (atribuidos al mítico Dédalo) y después de las primeras estatuas de mármol de tosco labrado y a modo de columnas, va recorriendo el arte un camino de progreso que empieza en las escuelas jónico-asiáticas de Samos y Quíos (islas de Asia Menor) y sigue en la dórica Sición (Peloponeso) a principios del siglo VI. Las jónicas se distinguen por cierta elegancia y simetría en el plegado de los paños, como es de ver en las diferentes Ártemis (o Dianas primitivas) que son obras principales de dichas escuelas. La dórica, por la robustez y el aspecto varonil de sus figuras y unas y otras por los reflejos de la tradición asiática en que debieron inspirarse, imitando modelos de procedencia oriental, traídos por el comercio. No obstante, en la escuela dórica se hace menos visible el influjo asiático y se revela ya por el espíritu de independencia, sobre todo, en la talla de sus Apolos desnudos y de aspecto varonil. En los relieves de este periodo se advierte por lo general la misma técnica de los asirios arriba mencionada.

Periodo Arcaico

El segundo período se caracteriza por la independencia que el arte griego, ya formado, va realizando respecto de imitaciones orientales y por el tipo atlético dado a sus estatuas, que en su gran parte representan a los vencedores en los juegos olímpicos, aunque se llamen Apolos.

Esta última y quizás también la de Egina más bien deben llamarse escuelas áticas de influencia dórica, pues seguían la tradición jónica en el plegado de los paños con bastante finura y exceso de simetría. Las escuelas propiamente dóricas se reducen a las tres primeras ciudades de la lista como situadas en el Peloponeso, las cuales forman la llamada escuela argivo-siciones, que labró las estatuas atléticas de bronce. En Asia Menor y las islas del mar Egeo continúan vivas en este periodo las imitaciones orientales y en todos los centros nombrados aún se observa alguna rigidez, uniformidad y falta de expresión en las figuras con cierta sonrisa amanerada e inexpresiva, lo cual es distintivo del periodo arcaico.

En la escultura griega arcaica se mantienen aún los rasgos hieráticos y rígidos con composiciones geométricas y cerradas, respetando la ley de frontalidad. Se creó un convencionalismo formal de la figura tendente a su geometrización con los brazos rectos y pegados al cuerpo (a excepción de las mujeres con brazos en posición de ofrendas), la anatomía muscular marcada de forma esquemática y un pelo largo y recto con corte rectangular que enmarca unos ojos almendrados y unas orejas en forma de voluta que recordarían al orden jónico arquitectónico. Las vestimentas de las mujeres eran policromadas y con motivos geométricos.

Su evolución haría que las formas se estilizaran y se pulieran las más toscas y rectas en la época clásica.

Ejemplo de este tipo de escultura del período preclásico griego es el kurós, procedente del Asclepeion de Paros, mármol pario, h. 540 a.C., Museo del Louvre, con la típica sonrisa eginética o arcaica. Otra muestra de este periodo es la conocida como Dama de Auxerre, una koré.

Periodo Helenístico

El cuarto período, que es el de difusión, se llama también alejandrino y helenístico por corresponder a la época de helenismo abierta por Alejandro Magno.

En él, las escuelas salen de Grecia y figuran principalmente en Pérgamo, Rodas, Tralles, Antioquía y Alejandría, distinguiéndose por su realismo, alguna exageración en las actitudes, predilección por las escenas trágicas o dolorosas y cultivo por el retrato. Son muy celebrados.

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