Epistemología de San Agustín: Fe, Razón y la Búsqueda de la Verdad
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Epistemología de San Agustín
San Agustín aspira a alcanzar la verdad y la felicidad, que se encuentran en Dios. El camino, para ello, necesitará de la fe y la razón, que se complementan. Lo que la filosofía no alcanza, lo enseña la religión: "Entiende para creer. Cree para entender". Pero la relación entre creer y entender no es disociable de la vida práctica y las virtudes, porque vivir ordenadamente es un medio para entender y razonar bien.
San Agustín aspiraba a alcanzar la verdad y la felicidad, que se encuentran en la fe y la razón. La fe no es irracional, sino que debe comprenderse con los procedimientos de la razón. La razón sin la fe está expuesta al error y es incapaz de llegar a la verdad. En el alma del hombre comienza su actividad intelectual, ya que conociéndonos a nosotros mismos podemos alcanzar la felicidad y la verdad. San Agustín afirma que la fe busca y la inteligencia halla, la fe guía a la razón y ésta profundiza en la fe. Sin embargo, la fe predomina sobre la razón, ya que sin ella no podemos comprender la verdad, por lo que la razón tiene un papel subsidiario.
San Agustín tratará de establecer las condiciones en las que se puede dar el conocimiento de la verdad, según el ideal cristiano. San Agustín concede una enorme importancia al alma por su notable influencia en el proceso de conocimiento hacia la verdad, que debe ser buscada por todos los órdenes de la vida. Además, el alma tiene una capacidad visual que se va desplegando a través de las miradas sucesivas, o también llamadas las miradas del alma, correspondientes a los niveles de conocimiento.
Las Miradas del Alma y los Niveles de Conocimiento
Primera mirada: Conocimiento sensitivo. El alma da a los sentidos la capacidad de percibir objetos exteriores, formando una imagen sensitiva que facilita una visión interior de los objetos. El verdadero objeto de conocimiento es lo inmutable, donde reside la verdad.
Segunda mirada: La memoria. Se posa sobre las sensaciones, comparándolas y relacionándolas con las pasadas, comprendiendo la unidad de vida. Por la memoria somos capaces de percibirnos como el mismo ser a lo largo de sucesivos cambios.
Tercera mirada: El entendimiento. El alma elabora en sí misma realidades intelectuales con validez universal valiéndose del entendimiento. Este tipo de conocimiento depende del alma, pero se produce a raíz del "contacto" con la realidad sensible. En nuestra vida ordinaria nos desenvolvemos manejando siempre las ideas, mediante el conocimiento inteligible. Mediante las ideas se elabora el conocimiento científico confiando en que en el mundo hay continuidad, aunque las cosas cambien o desaparezcan, sus ideas no cambian ni desaparecen. Al conocimiento por ideas lo llamó "razón inferior", porque su alcance no colma las aspiraciones del alma para llegar a la verdad absoluta, y por tanto, tampoco puede procurar la plena felicidad.
Cuarta mirada: La sabiduría o razón superior. No satisfecha con las ideas de la ciencia, el alma se vuelve sobre sí misma y en su interior encuentra verdades inmutables y eternas, las cuáles solo pueden tener su fundamento en Dios, siendo este el objeto de la razón superior, el conocimiento de Dios, lo que supone el alcance de la verdad y la felicidad. El alma tiene una potencia por Dios que nos permite llegar a la sabiduría desde el conocimiento sensible. Esta potencia es lo que se llama iluminación, Dios "ilumina el alma" al dotarla va penetrando cada vez más en la verdad de las cosas. Pero es en la razón superior donde la iluminación aparece con mayor claridad.