Dualismo ontológico y epistemológico en Platón: una interpretación del mito de la caverna
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El mito de la caverna de Platón: alegoría del conocimiento y la realidad
Apartado A: La liberación de las cadenas
La liberación de las cadenas hace referencia a la liberación de las fuerzas que mantienen a los prisioneros sujetos al mundo sensible y no les dejan avanzar hacia el plano de las ideas. Supone el principio del proceso educativo en el que las personas dejan a un lado las cosas sensibles y materiales para llegar a conocer lo verdaderamente real: las ideas. La luz, al igual que el sol, es la analogía de la idea de bien. Platón compara la idea de bien con el sol, porque es el que da la vida a las cosas materiales en el mundo sensible y permite conocerlas.
Apartado B: Contexto del fragmento
Este fragmento pertenece al libro VII de La República, en el que se expone el mito de la caverna. Con este mito, Platón pretende mostrar cómo las personas (los prisioneros), especialmente el filósofo llamado a guiar a sus conciudadanos, deben dejar atrás el mundo sensible para conocer la verdad, el conocimiento absoluto. El prisionero sale de la caverna y mira a la luz. Esto le produce sufrimiento, porque la verdad duele. Tiene que acostumbrarse a la realidad; al principio le cuesta y luego pensará en las sombras que él había concebido como algo real toda su vida y por ello se compadece de sus compañeros. Este fragmento supone el paso que todos los filósofos deben realizar para conocer la dialéctica. Es el proceso de educación.
Apartado C: Ontología y epistemología platónicas
En su concepción de la realidad, Platón distingue dos planos: el de las ideas, que es lo verdaderamente real, y el mundo sensible, compuesto por todas las cosas que nos muestran los sentidos y que son copias de las ideas. Las ideas son el principio de la realidad; sin ellas las cosas no tendrían realidad. Son los modelos a partir de los cuales el Demiurgo construye el mundo sensible. De aquí se deduce que la existencia de las cosas sensibles se debe a que imitan a las ideas. Estos planos están compuestos por dos entidades con características contrapuestas: mientras que las ideas son únicas, espirituales, inmateriales e inmortales, las cosas sensibles son múltiples, materiales, cambiantes y perecederas. A partir de sus características se puede explicar la dependencia que existe entre las cosas materiales con respecto a las ideas. En la multiplicidad y cambio del mundo sensible subyace una unidad y una permanencia que hace que las cosas sean lo que son y que las podamos conocer. Las ideas otorgan a las cosas su ser, su esencia y la posibilidad de que podamos conocerlas.
En el plano de las ideas existe una jerarquía: en el nivel más bajo encontramos las matemáticas, pasando por ideas como las de belleza y justicia hasta llegar a la idea de bien, que es el principio y origen del mundo de las ideas. Platón la compara con el sol, porque es el que da la vida a las cosas materiales en el mundo sensible. Por lo tanto, la idea de bien es el principio último de la realidad y fundamento del conocimiento.
Por otra parte, Platón defiende un conocimiento que es reflejo del falso saber de la mayoría, el conocimiento de las apariencias. Platón distingue dos tipos de conocimiento: la ciencia y la opinión. La ciencia (episteme) tiene como objeto el conocimiento de las ideas y da lugar a la verdad, que es un conocimiento absoluto e indudable, pues comparte las características de las ideas, eternas e inmutables. La opinión (doxa), al referirse al ámbito de lo cambiante y perecedero, es ella misma así y su validez es variable y relativa.
En el nivel de la ciencia también existe un orden, como hemos dicho antes, desde las ideas matemáticas o pensamiento discursivo (que parte de supuestos como si fueran principios) pasando por otras ideas hasta culminar con la idea de bien, la dialéctica. En el nivel de la opinión también distinguimos dos subniveles: creencia (pistis) y conjetura (eikasia), pero ambas inseguras. Pero como el conocimiento verdadero es el de las ideas, Platón tiene que justificar cómo es posible si el hombre está inserto en el mundo sensible e ignora la existencia del inteligible. Para ello propone la teoría de la reminiscencia o anámnesis.
Antropología platónica y teoría de la reminiscencia
Para explicar esta teoría hay que entender su concepción del hombre. El hombre es una realidad dual en la que el mundo sensible y el de las ideas confluyen: alma y cuerpo. El alma pertenece al mundo de las ideas y el cuerpo al mundo sensible. El alma, al encarnarse en el cuerpo, se olvida del mundo de las ideas y cae en la ignorancia. El cuerpo es la cárcel del alma. Pero esta, por su carácter ideal, conoce las ideas, aunque las haya olvidado. El alma debe emprender un camino que le haga recordar las ideas y culmina con la idea de bien. Por tanto, el conocimiento consiste en recordar (reminiscencia) lo que ya se sabía.
La justicia y la educación en el estado ideal
En el mito de la caverna, Platón también alude a la educación de los filósofos y a la construcción de un estado justo. Para él, la buena polis depende de la virtud de las almas individuales y estas solo pueden desarrollarse en una polis justa. El término justicia consiste en dar a cada uno lo suyo. Se alza como la estructura sobre la que descansa la ciudad, manteniendo los estratos separados, pero al mismo tiempo, articulados y vinculados entre sí. Platón distingue entre justicia individual, en la que las distintas partes del alma están supeditadas al alma racional, y justicia social, en la que cada una debe cumplir su función bajo la guía del guardián.
El alma humana está compuesta por el alma racional (indivisible e inmortal), el alma irascible (pasiones nobles y generosas) y el alma concupiscible (bajas pasiones). Es al alma racional, como muestra el mito del carro alado, a quien compete el gobierno y el control del estado. Al alma racional corresponden los guardianes, al alma irascible los guerreros y al alma concupiscible, los artesanos.
Para Platón es importantísima la educación de los gobernantes. El proceso educativo llevado a cabo es exigente. Los gobernantes se eligen en la clase de los guardianes y deberán ser los más fuertes, inteligentes y amantes del estado. Deberán pasar unas pruebas hasta recibir la instrucción de la dialéctica y comprobarán su preparación (vuelta a la caverna) antes de dirigir al estado.