Dominio y Legado en la Antigua Grecia: De Beocia a Alejandro Magno
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La Hegemonía de Beocia
Beocia, bajo el mando del gran militar Epaminondas, ocupó por algunos años la posición dominante de Grecia a mediados del siglo IV a.C., tomando el relevo tras derrotar a Esparta en la batalla de Leuctra. El general murió en Mantinea pocos años después, produciéndose en Beocia un vacío de poder.
El Dominio Macedonio
Ninguna ciudad-estado, ni Esparta, ni Atenas, ni Tebas, estaba en condiciones de liderar a los griegos. Filipo II de Macedonia derrotó a los ejércitos griegos en Queronea (Beocia) e inauguró una nueva época, nuevas formas de gobierno, nuevas ideas y nuevos nombres para el futuro de Grecia. Y uno por encima de todos: el de su hijo Alejandro, conocido luego por la posteridad como Alejandro Magno, quien traspasaría todas las barreras y penetraría en Oriente inaugurando el último periodo de la historia de Grecia, el llamado periodo helenístico.
El Apogeo del Periodo Clásico
En los años que conocemos con el nombre de época clásica, Grecia experimentó un avance sin precedentes:
- Se construyeron los grandes templos en la Acrópolis.
- Los santuarios se adornaron con estatuas de los grandes artistas: Mirón, Fidias, Policleto, Escopas, Lisipo, Praxíteles.
- La tragedia y la comedia tuvieron en Esquilo, Sófocles, Eurípides y Aristófanes, sus máximos exponentes.
- Las calles de Atenas se vieron pobladas de excepcionales filósofos: Protágoras, Gorgias, Parménides y especialmente Sócrates, Platón y Aristóteles.
Ningún pueblo progresó tanto en tan pocos años ni en tantas disciplinas a la vez. No solamente se trataba de un apogeo artístico; también fue notable la prosperidad material, en especial durante la época de Pericles. Atenas presentaba un aspecto radiante; los ciudadanos gozaban de igualdad política ante la ley y de una libertad de expresión con muy pocas trabas, la gente participaba en la vida política y social de forma activa. Por ello no es de extrañar que Pericles presentara a todos los griegos a Atenas y su sistema como un espejo en el que todo el mundo debería mirarse.
Pericles sucumbió víctima de una epidemia de peste que se propagó por la ciudad de Atenas al comienzo de la guerra del Peloponeso. No obstante, la fuerza creativa de esta época no se detuvo. Grecia siguió progresando en la creación artística y literaria. Junto al desarrollo del género dramático asistimos al apogeo de un género en prosa, la retórica, que alcanzó las cotas más altas con Demóstenes, el mayor opositor a Filipo de Macedonia. Un panorama excepcional en el que Grecia creó sin cesar esquemas, modelos y tipos que no hacen sino seguir repitiéndose hasta nuestros días.
El Imperio de Alejandro Magno
En el año 336 a.C. cayó asesinado Filipo de Macedonia. Su hijo Alejandro, discípulo de Aristóteles, heredó el reino y se lanzó a la conquista total de Grecia, el Asia Menor y Persia. Joven, ambicioso, ansioso de emular a los grandes héroes de la Ilíada, su libro de cabecera, Alejandro traspasó todas las fronteras y derribó todas las barreras, llegando en un avance imparable hasta los territorios de la India.
Su primitiva intención era helenizar a los pueblos orientales, pero el resultado fue justamente el contrario, él mismo acabó adoptando costumbres y vestimentas persas. Según algunos historiadores, su sueño, no realizado, fue establecer una especie de imperio universal basado en el consenso y la armonía entre los pueblos, maravillosa utopía que nunca se llevó a la práctica. Alejandro murió en 323 a.C. a los 32 años. En tan solo 13 años había creado un ingente imperio que a su muerte se repartieron sus generales, conocidos como los diádocos. Alejandro, gran conquistador, no pudo o no supo consolidar sus conquistas.