Discípulos y Apóstoles de Jesús: El Camino a la Felicidad
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Los Discípulos de Jesús
Desde el principio de su predicación, Jesús se rodeó de un grupo de personas más cercano que lo acompañaba casi constantemente. A algunos de ellos los llamó personalmente; otros se unieron a Jesús porque los había rescatado de algún sufrimiento; y otros le siguieron por lo que descubrieron en sus obras y en sus palabras. Este fue el grupo de los discípulos de Jesús.
Ser discípulo es algo más que ser oyente o alumno. Además de escuchar y conocer las enseñanzas del maestro, el discípulo sigue al maestro porque acepta su doctrina y la incorpora a su forma de ser y a su propia vida. Según el libro de los Hechos de los Apóstoles, discípulo es todo el que cree en Jesucristo y se bautiza.
En este grupo encontramos personas de procedencias distintas: publicanos, mujeres, marginados, pecadores, etc. El resto de los maestros contemporáneos a Jesús no tenían entre sus discípulos mujeres, ni pecadores, ni marginados. Este era uno de los rasgos diferenciadores de Jesús. A este grupo lo que les une es su relación especial con Jesús. Él es el que los ha convocado y los ha unido, y quiere que entre ellos se forme una nueva familia, con relaciones de fraternidad y de comunión. Además de la familia natural, ahora existe también la familia de los discípulos de Jesús.
Los Apóstoles
En un momento determinado de su predicación, Jesús eligió de entre esos discípulos que le seguían a doce a los que llamó apóstoles. Estos fueron sus colaboradores más cercanos. La palabra apóstol significa "enviado". Jesús quiso rodearse de estas personas a quienes les pidió dos cosas: primero, que le acompañaran siempre, que estuvieran con él; y segundo, que se sintieran enviados para predicar la buena noticia. El número doce recuerda a las doce tribus de Israel. Pero los doce, como se les denomina muchas veces en el evangelio, estaban llamados a llevar la noticia de esta nueva vida por todo el mundo, sin limitarse al pueblo judío.
Los apóstoles hicieron nuevos discípulos enseñando y bautizando. Así los incorporaron al grupo de los cristianos, a la comunidad, a la nueva familia a la que Jesús llama. De esta forma, los apóstoles se convirtieron en los animadores de las primeras comunidades de cristianos. Ellos eran testigos de la vida, muerte y resurrección de Jesús, y con ellos se inició la tradición ininterrumpida de esta nueva fe. El cristianismo entiende la tradición apostólica como el fundamento de la fe.
Jesús, en varias ocasiones de su predicación, les advirtió de que no debían comportarse como quienes mandan en el mundo, sino como servidores humildes, tal como él mismo lo hizo con ellos.
La Felicidad del Discípulo
Todas las personas tienen una conducta moral que gira en torno a su propia conciencia y a los valores que ha elegido para su vida. En el caso de los creyentes, esa forma de comportarse moralmente queda condicionada por su fe en Jesucristo:
- El creyente, como discípulo de Jesús, busca la voluntad de Dios, y eso le lleva hacia determinadas conductas inspiradas por la vida del mismo Jesús.
- De la misma manera que las personas llevan dentro mandamientos que les conducen a tener determinadas conductas, el creyente incorpora a su vida el mandamiento nuevo de Jesús.
- Descubre en las bienaventuranzas cuál es el tipo de sentimientos y de valores que le acercan al reino.
- Y cuenta con las orientaciones de la propia Iglesia, que le ayudan a concretar más en su vida una conducta moral de acuerdo con su fe.
¿Dónde está la Felicidad?
Jesús fue un hombre feliz. La felicidad no consiste en la ausencia total de problemas ni de dolor, sino en no dejarse engañar y entregarse a una misión en la vida. Entregarse a una vocación, una llamada que dé sentido a la vida. Jesús fue feliz porque afrontaba las dificultades, el sufrimiento y el dolor sintiéndose amado por Dios y aceptando siempre la voluntad del Padre.
Jesús es la mejor expresión de las bienaventuranzas: fue pobre de espíritu, porque puso toda su confianza en Dios y no en sí mismo ni en sus riquezas; fue humilde, porque sentía que era Dios quien le sostenía; buscó siempre la justicia y hacer la voluntad de Dios; fue una persona misericordiosa con los pecadores, los pobres y los marginados; tenía un corazón limpio, porque no buscaba aprovecharse de los demás ni quería conseguir su propio beneficio; trabajó por la paz y fue perseguido hasta la muerte por cumplir la voluntad de Dios. Cuando Jesús predicaba a los discípulos, presentaba su vida y sus acciones como un modelo a imitar para los que creyeran en él.