El trabajo y la dignidad humana en la era tecnológica
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La dimensión subjetiva y objetiva del trabajo
El trabajo tiene dos dimensiones: objetiva y subjetiva. En sentido objetivo, es el conjunto de actividades, recursos, instrumentos y técnicas de las que el hombre se sirve para producir y dominar la tierra. En sentido subjetivo, es el actuar del hombre en cuanto ser dinámico, capaz de realizar acciones que pertenecen al proceso del trabajo y que corresponden a su vocación personal.
En sentido objetivo, constituye el aspecto contingente de la actividad humana, que varía en sus modalidades con la mutación de las condiciones técnicas, culturales, sociales y políticas.
En sentido subjetivo, se configura como su dimensión estable, que no depende de lo que el hombre realiza, ni de la actividad que ejercita, sino solo de su dignidad de ser personal.
La familia y el derecho al trabajo
El trabajo es el fundamento sobre el que se forma la vida familiar, es un derecho natural y vocación del hombre. Asegura los medios de subsistencia y garantiza el proceso educativo de los hijos. Familia y trabajo requieren una consideración más conforme a la realidad, una atención que las abarque conjuntamente. Es necesario que empresas, organizaciones, sindicatos y el Estado se hagan promotores de políticas laborales que favorezcan el núcleo familiar desde el punto de vista ocupacional.
Las mujeres y el derecho al trabajo
El genio femenino es necesario en todas las expresiones de la vida social; se ha de garantizar la presencia de las mujeres en el ámbito laboral. El reconocimiento y la tutela de los derechos de las mujeres en este ámbito dependen de la organización del trabajo, que debe tener en cuenta la dignidad y la vocación de la mujer. La persistencia de muchas formas de discriminación que ofenden la dignidad y vocación de la mujer en el trabajo se debe a condicionamientos perniciosos para la mujer. Estas dificultades no han sido superadas, lo demuestran las situaciones que humillan a la mujer, sometiéndola a formas de explotación.
El trabajo infantil
El trabajo infantil constituye un tipo de violencia menos visible, una violencia que sigue siendo un problema moral. León XIII advertía: se ha de evitar que entren en talleres hasta que la edad haya dado suficiente desarrollo al cuerpo, inteligencia y alma. La plaga del trabajo infantil no ha sido eliminada.
En ciertos países, la contribución de los niños al presupuesto familiar y a las economías nacionales es irrenunciable y ciertas formas de trabajo a tiempo parcial pueden ser provechosas para los niños.
Dignidad de los trabajadores y respeto de sus derechos
Los derechos de los trabajadores se basan en la naturaleza de la persona y su dignidad. El Magisterio social de la Iglesia enuncia algunos: derecho a una justa remuneración, al descanso, a ambientes de trabajo y a procesos productivos que no perjudiquen la salud física y su integridad moral, el derecho a que sea salvaguardada la personalidad en el lugar de trabajo, a subsidios adecuados para la subsistencia de trabajadores desocupados y sus familias, a pensión... Estos derechos son desatendidos como confirman los tristes fenómenos del trabajo infraremunerado, sin garantías ni representación adecuadas.
Los desafíos éticos en la era tecnológica
Los obstáculos culturales que oscurecen el valor sagrado de toda vida humana
- El primero se refiere a un uso equívoco de la “muerte digna” en relación con la “calidad de vida”. La vida es considerada digna solo si tiene un nivel de calidad aceptable; cuando la calidad de vida parece pobre, no merece la pena prolongarla. No se reconoce que la vida misma tiene un valor por sí misma.
- El segundo es la errónea comprensión de la “compasión”. Ante un sufrimiento insoportable, se justifica el final de la vida del paciente en nombre de la “compasión”. Para no sufrir es mejor morir: “eutanasia compasiva”. Sería compasivo ayudar al paciente a morir a través de la eutanasia o el suicidio asistido.
- El tercero es un individualismo creciente, que induce a ver a otros como límite y amenaza de la libertad. El individualismo está en la raíz de la soledad, tematizada en algunos contextos legislativos como “derecho a la soledad”, a partir de la autonomía de la persona y del “principio del permiso-consentimiento”.
La obligación moral de evitar el ensañamiento terapéutico
En el caso del ensañamiento terapéutico, viene reafirmado que la renuncia a medios extraordinarios y/o desproporcionados no equivale al suicidio o a la eutanasia, expresa la aceptación de la condición humana ante la muerte. La renuncia de tales tratamientos puede manifestar también el respeto a la voluntad del paciente.
Los cuidados básicos: el deber de alimentación e hidratación
Un cuidado básico debido a todo hombre es administrar alimentos y líquidos necesarios para el mantenimiento de la homeostasis del cuerpo, en la medida en que y hasta cuando esta administración demuestre alcanzar su finalidad, procurar la hidratación y nutrición del paciente. Cuando esta administración no resulte de algún beneficio, se suspende, no se anticipa la muerte por privación de esta ayuda sino que se respeta la evolución natural de la enfermedad crítica o terminal.
Globalización del paradigma tecnocrático
El problema fundamental es cómo la humanidad ha asumido la tecnología y su desarrollo junto con un paradigma homogéneo y unidimensional. Destaca un concepto del sujeto que abarca y posee el objeto que se halla afuera.
Podemos decir que está ante todo la tendencia a construir la metodología y los objetivos de la tecnociencia en un paradigma de comprensión que condiciona la vida de las personas y el funcionamiento de la sociedad. Los efectos son la degradación del ambiente. El paradigma tecnocrático también tiende a ejercer su dominio sobre la economía y la política. La economía asume todo el desarrollo tecnológico sin prestar atención a las consecuencias negativas para el ser humano. Las finanzas ahogan a la economía real. En algunos círculos se sostiene que la economía actual y la tecnología resolverán los problemas ambientales.
Consecuencias del antropocentrismo moderno
El antropocentrismo moderno ha terminado colocando la razón técnica sobre la realidad, porque este ser humano ni siente la naturaleza como norma válida, ni menos aún como refugio viviente. La ve como lugar y objeto de una tarea en la que se encierra todo, se debilita el valor que tiene el mundo en sí mismo.
En la modernidad hubo una gran desmesura antropocéntrica que hoy sigue dañando toda referencia común y todo intento por fortalecer los lazos sociales. Ha llegado el momento de volver a prestar atención a la realidad con los límites que ella impone.
Innovación biológica a partir de la investigación
El ser humano puede intervenir en vegetales y animales, y hacer uso de ellos cuando es necesario para su vida. El Catecismo enseña que las experimentaciones con animales solo son legítimas si se mantienen límites razonables y contribuyen a cuidar o salvar vidas humanas.
En este marco debería situarse cualquier reflexión sobre la intervención humana sobre los vegetales y animales, que implica mutaciones genéticas generadas por la biotecnología. El respeto de la fe a la razón implica prestar atención a lo que la ciencia biológica puede enseñar de las estructuras biológicas y de sus posibilidades y mutaciones.
Es preocupante que cuando los movimientos ecologistas defienden la integridad del ambiente, a veces no aplican estos principios a la vida humana. Se olvida que el valor de un ser humano va más allá del grado de su desarrollo.