Diferencias entre la Escultura Griega y Romana: Un Análisis Comparativo
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Diferencias entre la Escultura Griega y Romana
Introducción
El romano difería del griego en sus costumbres, temperamento, religión y toda su sustancia moral. Mientras el griego, con una vida sencilla y libre, buscaba la armonía interior, el romano, disciplinado y duro, la buscaba fuera de sí mismo. El griego construía su ciudad en conformidad con su imagen del mundo; el romano quería que el mundo se amoldara a la imagen de su ciudad.
Religión y Sociedad
La verdadera religión del romano era el hogar, con el padre como jefe. El culto oficial era meramente decorativo. Sus divinidades, concretas y rígidas, carecían de la armoniosa envoltura de los dioses griegos. A diferencia de Grecia, donde la transición entre hombre y dios era imperceptible, Roma separaba el derecho divino y la religión del derecho humano y la jurisprudencia. El ideal griego era la diversidad y continuidad en un conjunto armónico; el ideal romano, la unión artificial de elementos aislados.
El Arte Romano: De la Copia a la Convención
Cuando el arte romano no era utilitario, era convencional. La copia de obras griegas, aunque concienzuda, resultaba pesada y carente de vida. El escultor griego en Roma a veces despertaba de su letargo, pero con frecuencia seguía la moda, apareciendo clásico, decadente o arcaizante. El escultor romano, por su parte, se dedicaba a replicar estatuas atenienses, perpetuando un academicismo que aún hoy perdura.
La Escultura Romana y la Necesidad de Representación
Roma se llenó de estatuas de vivos y muertos. Todo aquel con un cargo público, o con los medios suficientes, deseaba una representación material de su estatus. No solo el emperador veía su vida ilustrada en mármol, sino también centuriones y tribunos. Los escultores de sarcófagos inventaron el bajorrelieve anecdótico, un "género" histórico que se convertiría en una forma de decadencia artística.
El Bajorrelieve: Un Contraste de Estilos
El bajorrelieve romano, a diferencia del griego, era episódico, acumulando personajes y eventos sin un punto focal claro. Sin embargo, en estos bajorrelieves, el genio romano dejaba su huella, con una fuerza sombría y solemne. A veces, en las pesadas guirnaldas, se vislumbraba la savia rústica que Roma no pudo agotar.
La Decoración: Opulencia y Sensualidad
La decoración romana, menos estilizada que la griega, era más emotiva y sensual. La uva, la encina, la espiga: todo gritaba opulencia y fuerza, aunque confinada a las labores artesanales. En el escultor oficial, sin embargo, imperaba la confusión y la inmovilidad.
La Alegoría: Del Símbolo a la Caricatura
La alegoría, favorecida por el academicismo romano, era ajena al verdadero artista. Mientras el símbolo es el rostro de la abstracción, la alegoría es su caricatura, limitándose a señalar la presencia de la abstracción mediante atributos exteriores. Estas frías figuras, con sus gestos inmóviles y atributos repetitivos, atestaban los espacios públicos.
El Retrato Romano: La Búsqueda de la Verdad
En el retrato, el artista y el modelo colaboraban con lealtad. Sin convencionalismos ni fantasías, el modelo era representado con precisión, desde la osamenta del rostro hasta la textura de la piel. No había intención psicológica ni carácter descriptivo, solo la búsqueda implacable del parecido. Estos retratos, implacables documentos históricos, mostraban emperadores, aristócratas, aventureros y monstruos divinizados.
La Belleza en la Verdad
Algunas esculturas, a fuerza de atención y densidad, alcanzaban una belleza vigorosa. En La Gran Vestal, por ejemplo, la verdad inmediata se convertía en verdad típica. Roma, con su dominio y su peso sobre el universo, se personificaba en esta mujer fuerte y grave, firme como una ciudadela, inquebrantable como el hogar.