Diego Velázquez: Vida, Obra y Legado del Maestro Barroco Español

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Diego Velázquez: El Maestro de la Pintura Barroca Española

Diego Velázquez de Silva es, sin duda, el mejor representante de la pintura barroca española. Nació en Sevilla, descendiente de portugueses (De Silva) y sevillanos (Velázquez). Tal vez hidalgos, usó su apellido materno e intentó demostrar sin éxito la nobleza de su familia. No sabemos nada de su infancia hasta los once años, cuando entra en el taller de Francisco Pacheco, con quien su padre firma un contrato de 6 años. Admiraba a su maestro, con cuya hija se casó. En estos años demuestra interés por la realidad y tiene una capacidad excepcional para plasmarla, utilizando una pincelada densa y colores terrosos. Su dibujo es muy detallista y utiliza la técnica del tenebrismo.

Primeros Años y Obras Destacadas

Los títulos más destacados de esta primera época son El aguador de Sevilla, Cristo en casa de Marta y María y Mujer friendo huevos.

Ascenso en la Corte de Felipe IV

Cuando muere Felipe III y accede al trono Felipe IV, como para cualquier pintor, para Velázquez la máxima aspiración era convertirse en pintor del rey. Para ello realiza sin éxito un primer viaje a Madrid. En su segundo viaje y bajo la protección del Conde Duque de Olivares, valido del rey, consigue retratar al rey y es nombrado pintor de cámara, instalándose definitivamente en Madrid. Siempre contará con el apoyo de Felipe IV, su único cliente. Su carrera artística irá paralela a su carrera palatina, hasta conseguir su nombramiento como caballero de la Orden de Santiago.

Influencias y Viajes a Italia

Enriqueció su experiencia personal y artística con la visita de Rubens a España y realiza viajes a Italia. El conocimiento de los pintores venecianos tendrá gran influencia en su obra, como en La fragua de Vulcano y La túnica de José.

Madurez Artística

De 1630 a 1640 desarrolla su actividad más fecunda, realizando retratos de la familia real y de los bufones de la corte. Además, participa en la decoración del Salón de Reinos en el Palacio del Buen Retiro, consolidando su ascenso social. Viaja por segunda vez a Italia para adquirir obras de arte para la realeza, pinta el retrato de Inocencio X y de su criado Juan de Pareja, además de los paisajes de la Villa de Médicis. Regresa a Madrid y el rey le nombra Aposentador Mayor, cargo que limita su tiempo para realizar obras, pero realizará sus dos obras maestras: Las Meninas y Las Hilanderas. También dejará obras de tema mitológico con una visión muy personal.

Velázquez y el Retrato: Un Nuevo Lenguaje Visual

Velázquez contribuyó con su arte a la difusión de la monarquía a través de los retratos reales, que irán ganando naturalidad. Hasta esos momentos, el personaje retratado estaba erguido, casi rígido, apenas apoyado o en un interior oscuro. Los trajes se representaban con minuciosidad. La mirada no daba vitalidad a los personajes. Velázquez será fiel a esto al principio, pero se alejará de estos principios creando un lenguaje propio, revelándose como intérprete del alma humana en sus grandezas y debilidades, mostrando a los retratados en toda su humanidad. Su conocimiento de la pintura veneciana, la influencia de Rubens y las lecciones italianas le irán alejando del tenebrismo, sustituyendo la luz que envuelve a los personajes y difumina sus contornos.

Los fondos tenebristas van agrisándose y volviéndose más aéreos, de forma que los personajes se sitúan bajo una atmósfera diáfana. En los retratos de los infantes niños muestra gran delicadeza, como los del Príncipe Baltasar Carlos. Magnífico es el retrato ecuestre del Conde Duque de Olivares, lanzado al galope hacia el fondo de la composición al tiempo que vuelve la cabeza hacia el espectador. Llenos de interés son los retratos de los bufones de la corte, que nos ofrece su imagen más humana con comprensión y afecto, destacando entre ellos El niño de Vallecas, El bufón de Calabacillas o Don Sebastián de Morra. En su segunda estancia en Italia realizó el retrato de Inocencio X y el retrato de Juan de Pareja.

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