El Descubrimiento de América: La Disputa por la Soberanía y los Límites del Nuevo Mundo

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Las Doctrinas Medievales sobre el Origen del Poder

El título que los Reyes Católicos consiguen para la soberanía en Indias son las Bulas Pontificias, otorgadas por el papa Alejandro VI; título que fue discutido en España en el siglo XVI, discutiendo incluso el poder del papa para conceder la soberanía temporal a príncipes y reyes. Esto suscitó una gran polémica, sobre la que se escribió y debatió en Universidades, Consejos, etc.

La España del Renacimiento (siglos XV-XVI), se abre al mundo sin tener en cuenta sus intereses. Es una España innovadora, pero también tradicional. No se despega del todo de la herencia medieval, por lo que en la discusión sobre los justos títulos, influyen las teorías medievales sobre el origen del poder. Había teorías que defendían el poder papal para conceder la soberanía y otras lo negaban.

En la Edad Media todas las teorías sostienen que el poder deriva de Dios, que es quien da poder a los hombres para su organización. Pero lo que discutían era el cómo Dios concedía ese poder a los hombres. Sobre esto, dos teorías:

  1. Monista: sostiene que hay un único poder, bien secular o eclesiástico, temporal o espiritual. Las teorías monistas regias, sostienen que todo poder espiritual o temporal Dios lo concede a los reyes, que son quienes lo dispensan. Las teorías monistas cesáreas entienden que lo concede a los emperadores. Las teorías monistas hierocráticas sostienen que lo concede por medio de la iglesia. Sería en esta teoría donde encajaría la validez de las Bulas.
  2. Dualista: son más numerosas. Establecen que no existe un único poder sino que existe, por un lado, el poder espiritual y, por otro, el temporal. El autor de ambos sería Dios. Papas y obispos contarían con el poder espiritual, sosteniendo que el temporal, además de ser diferente, no puede separarse de la moral; mientras que reyes, príncipes y emperadores, tendrían el temporal.

Francisco de Victoria se aleja de estos postulados y niega que el rey de España sea monarca legítimo de Indias por medio de las Bulas Pontificias.

Los Problemas de Límites en la Edad Media

Los reyes españoles se consideran descendientes de la Monarquía Visigoda, en pleno siglo XV. La Monarquía Visigoda había tenido el dominio en toda la Península Ibérica, e incluso parte de Francia y África, por lo que sus derechos de soberanía iban más allá del Mediterráneo. En la Edad Media, desde los Reinos de Castilla, Portugal y Aragón se iba conquistando hacia el sur, surgiendo problemas de límites.

Castilla tenía una gran vocación imperial, entrando por ello en colisión con Aragón, por lo que hubo que fijar límites entre la reconquista castellana y la aragonesa. Las dos potencias ibéricas habían llegado al Mediterráneo. Durante los siglos XII-XIII firmaron tres tratados.

Con Portugal habría serios problemas y, en el siglo XIV, se lanza a la aventura atlántica, entrando por ello en colisión con Castilla, ya que se había fijado en Marruecos. El papa Clemente VI, basándose en la Constitución Constantiniana, concede el reino de las islas Canarias a un príncipe castellano, Luis de la Cerda, lo que no convence ni a Portugal ni a Castilla, interesados en tierras africanas.

Portugal conquistará Melilla, por lo que estará en mejores condiciones que Castilla para la expansión africana y así logrará también las Azores y Madeira. De nuevo, pone sus ojos sobre Canarias, e incluso obtienen una investidura dada por el Papa. Castilla protesta y, gracias al Concilio de Basilea, logran la anulación de la concesión señorial que había hecho el Papa. Pero Portugal sigue insistiendo, aunque sin éxito, por lo que finalmente Canarias se incorpora a la Corona de Castilla. Todos estos problemas harán mella en los portugueses, aunque a lo largo del siglo XV siguen incorporando diferentes territorios.

Pero el conflicto entre ambas potencias terminará por estallar y los castellanos invadirán las costas africanas reservadas para Portugal. Por el Tratado de Alcáçovas, Castilla renunciará a su expansión por los territorios de la órbita portuguesa. En ese tratado los Reyes Católicos lo respetaron, aunque se firmaron las Capitulaciones de Santa Fe donde los Reyes Católicos se titulan "señores de los mares océanos".

Las Bulas Alejandrinas

Es probablemente el texto más discutido del Derecho Indiano. Los Reyes Católicos piden al Papa que les legitimara la soberanía de aquellos territorios descubiertos basándose en el derecho medieval, además recogido en un texto legal castellano, Las Partidas.

La primera Bula es la llamada Inter caetera (1493), por la que se concedía la soberanía de los territorios descubiertos. Lograrían los Reyes Católicos una segunda, la Eximiae devotionis, que confirmaba la anterior y concedía el vicariato en materia religiosa a un religioso escogido por los Reyes Católicos, el padre Boil. Estas Bulas no satisfacían del todo a Colón. Los Reyes Católicos logran una tercera Bula, la Inter caetera II, muy importante, pues es llamada la "Bula de Partición", donde parece que intervino Colón. Por medio de ella, el mundo quedaba dividido entre Castilla y Portugal. Se trazó para ello una línea imaginaria, que pasaba al occidente de las Azores y Cabo Verde, 100 leguas más allá de las Azores. La parte occidental sería para Castilla, la oriental para Portugal. La Bula Dudum siquidem ampliaría la zona de expansión castellana, a todas las Indias y tierras que descubrieran yendo por occidente.

Evidentemente, las Bulas Alejandrinas fueron un triunfo de la diplomacia de los Reyes Católicos, que no imaginaban lo que existía tras el océano; mientras que los portugueses se sentían defraudados en sus pretensiones y la línea divisoria no les satisfizo, por lo que el rey Juan II de Portugal emprendió negociaciones con Castilla para corregir la línea. Los Reyes Católicos fueron generosos y accedieron, por medio del Tratado de Tordesillas, a corregir la Bula de Partición, concretamente a que fuera trasladada 370 leguas a occidente, de tal manera que Brasil (que aún no se conocía) quedó dentro de la zona de expansión portuguesa. Ambas potencias pedirían la confirmación papal, dada por Julio II.

La Corona de Castilla se quedaba así con casi toda América, mientras que Portugal tenía derechos de expansión sobre Asia y África, aunque quedaron asuntos que, tiempo después, traerían disputas entre ambas potencias.

La Polémica sobre los Justos Títulos

Las Bulas Alejandrinas de 1493 fueron aceptadas en un principio, pero en ellas no se hablaba de cuál era el título para conceder la soberanía temporal; teóricamente, era la Constitución Constantiniana. Isabel la Católica, en su testamento, reconoce la soberanía de aquellos territorios en virtud de la concesión papal.

Juan de Ovando, en su obra Gobernación espiritual de las Indias, establece de nuevo que el título pontificio es el título válido para la soberanía. Por tanto, desde el punto de vista de la formalidad jurídica, se afirmaba todo esto con toda seguridad.

Las Bulas otorgaban a los Reyes Católicos, en régimen de gananciales, la soberanía, dominio y jurisdicción de todos aquellos territorios. La sucesión correspondía a los herederos del trono de Castilla. Así, cuando muere Isabel la Católica, a su hija doña Juana le corresponde la plenitud de los derechos sobre el Nuevo Mundo. Pero las Bulas hablaban de que el sucesor sería el heredero del trono de Castilla. Aquí pudo plantearse un problema, pues Isabel y Fernando solo habían tenido un hijo varón, don Juan, que murió, por lo que no quedó más remedio que fuera doña Juana. Pero, tras la muerte de Isabel, Fernando se vuelve a casar y de este matrimonio tiene un hijo varón, heredero por tanto del trono de Aragón, pero que murió de forma temprana. Cuando muere Fernando, por tanto, todas las Indias pertenecerán a doña Juana, que, como era incapaz, pasarán a su hijo Carlos I.

Los problemas, por tanto, que planteaban las Bulas eran los siguientes:

  1. El título empleado, ya desprestigiado. Hay autores que afirman que era una concesión feudal y otros que el papa hizo un arbitraje entre dos potencias.
  2. La cuestión de los justos títulos se complicará con la cuestión de la condición del indio, pues comienzan a llegar noticias sobre los abusos cometidos por los españoles. Se comienza, por tanto, a debatir la legitimidad de los justos títulos, dados los abusos y también la encomienda (indios sometidos a los españoles, a quienes debían servir y estos proteger y evangelizar).

Los autores dominicos se decantaron, pues, por denegar la validez de los títulos pontificios para el dominio de las Indias. Especialmente dos: Bartolomé de las Casas y Francisco de Victoria, aunque dentro de los propios dominicos no era una posición unánime, pues se plantearon problemas de diferentes maneras.

Así, Bartolomé de las Casas, tras una fuerte conversión interior, se hace dominico, orden que, asentada en La Española, comienza a quejarse sobre la obra de los españoles en aquellas tierras. Son, además, los primeros que públicamente impugnan el texto pontificio, y es a partir de estas protestas cuando tienen lugar juntas de teólogos y juristas en España, como las de 1512, donde se afirma la validez de los títulos. Se establecen, además, un mecanismo para el sometimiento voluntario de los indios: el requerimiento.

Por su parte, el padre Victoria, desde su cátedra de Salamanca, niega el poder papal para conceder las tierras. Estudia, por ello, otros posibles títulos, lo que no quiere decir que afirme que sean válidos en América, pues desconoce la realidad americana. Su defensa será a título de la ley natural, no religiosa. Elabora algunos principios, como: la elección voluntaria, la validez en algunos casos del derecho de conquista, etc.

Pero la polémica sobre los justos títulos no cesa, y así, en el Renacimiento, lo rescatan, entre otros, Juan Ginés de Sepúlveda (que sostiene que los reyes españoles tienen plena jurisdicción sobre las Indias gracias a la donación pontificia, aunque para ello tengan que emplear medios violentos); Gregorio López (que sostiene la legitimidad de las Bulas, pero esto no justifica la sumisión violenta).

El Arreglo de Límites entre España y Portugal

Como sabemos, una de las Bulas dividía el mundo en dos: el occidente, para la Corona de Castilla, y el oriente, para Portugal. La línea de demarcación se situaba a 100 leguas de las Azores y Cabo Verde. Portugal no estaba conforme con esto, por lo que, gracias al Tratado de Tordesillas, se corrió esa línea a 370 leguas de las islas de Cabo Verde, por lo que Brasil quedaría dentro de la zona de expansión portuguesa.

La línea era un meridiano que iba de polo a polo y enseguida surgieron problemas, pues se comenzaba a discutir a partir de qué isla comenzaba la expansión de cada uno. Los españoles sostenían que a partir de la más oriental, mientras que los portugueses, la más occidental.

Era, pues, necesario trazar otro meridiano, pero no era fácil, pues los cálculos eran imposibles hacerlos perfectos. En España defendían su dominación de tal forma que uno de los motivos del viaje de Magallanes eran estas islas, pues estaba convencido de que entraban en el hemisferio español. Hubo negociaciones por ambas partes. Carlos I, casado con la hija del rey portugués, y por medio del Tratado de Zaragoza (1529), renuncia a estas islas. Pero España no renunciaba a su soberanía en Extremo Oriente, se ocuparán así de las Filipinas. El gobierno español se da cuenta de la dificultad de la línea de demarcación, por lo que estableció un concurso para conceder el premio a quien diera solución casi "mágica" para establecer un meridiano. El meridiano atlántico era igualmente conflictivo, pues los portugueses querían Brasil. Carlos I lo consintió, y por medio del Tratado de Zaragoza consiente volver a desplazar la línea de demarcación. Tampoco a los portugueses les valió esto y quisieron incluso ocupar la zona de La Plata.

El siglo XVII fue un siglo de debilidad para España, un imperio grande pero de difícil defensa. Y en el siglo XVIII se establecieron los límites a respetar entre España y Portugal.

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