Descubriendo la Perfección Divina: Reflexiones sobre la Filosofía de Descartes
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Reflexiones sobre la Perfección y la Existencia de Dios según Descartes
Primera Parte: La Dependencia de un Ser Superior
El texto se puede dividir en tres partes. En la primera, que abarca hasta la línea 9, Descartes reconoce que, al carecer de algunas perfecciones, existe un ser superior. Específicamente, observa que depende de Dios, del cual ha recibido ciertas cualidades. Argumenta que si fuera independiente y se hubiera dado el ser a sí mismo, se habría creado con todas las cualidades que observa en Dios.
Segunda Parte: La Naturaleza Divina
En la segunda parte, entre las líneas 10 y 18, Descartes sostiene que para conocer la naturaleza de Dios, en la medida en que es posible, basta con identificar las perfecciones presentes en uno mismo y atribuirlas a Dios de manera absoluta.
Tercera Parte: La Dualidad Humana y la Simplicidad Divina
En la tercera parte, hasta el final del texto, Descartes observa en sí mismo la composición de alma y cuerpo, una dualidad que considera defectuosa y que no puede existir en Dios. Concluye que Dios es simple, es decir, no compuesto.
El texto es claramente argumentativo, ya que el autor se dedica a deducir unas verdades a partir de otras.
La Perfección en el Pensamiento Cartesiano
Descartes define la "perfección" como las cualidades de Dios: infinitud, eternidad, inmutabilidad, omnisciencia y omnipotencia. En el ser humano, estas perfecciones se manifiestan de forma limitada. Esto implica que el hombre tiene límites espacio-temporales, es mutable (dubitativo) y no posee conocimiento ni poder absolutos. La perfección reside en Dios, mientras que la imperfección caracteriza al hombre. Por eso, el texto afirma que el hombre participa solo en pequeña medida del ser perfecto. La diferencia entre Dios y el hombre es abismal.
El texto también identifica la duda, la inconstancia y la tristeza como imperfecciones. Por lo tanto, de forma indirecta, Descartes sugiere que la seguridad, la constancia y la alegría son cualidades que forman parte de la perfección.
La Duda Metódica como Camino hacia la Verdad
Los rasgos fundamentales de la duda metódica propuesta por Descartes son:
- Es metódica: No debe confundirse con la duda escéptica. Mientras que los escépticos de su época negaban la posibilidad del conocimiento, Descartes utiliza la duda como herramienta para superar el escepticismo.
- Es universal: Cuestiona todos los conocimientos, tanto los del sentido común y la percepción como los de la investigación científica, incluyendo la matemática.
- Es hiperbólica o exagerada: Es radical. Descartes no solo propone dudar de lo que, tras un examen, se demuestre falso, sino que va más allá.
- Es una consecuencia de la primera regla del método: Solo se debe aceptar como verdadero aquello que se presente a la mente con absoluta claridad, distinción y, por lo tanto, evidencia.
- Tiene una vigencia temporal: Es un recurso para alcanzar proposiciones evidentes y conocimiento verdadero. Se asemeja a una historia con un inicio, fases y un final, donde lo válido al principio no lo es en el medio ni al final.
- No descubre verdades nuevas: No revela verdades en las que no se creyera antes de aplicar la duda metódica. Antes de la duda, Descartes creía en la veracidad de la matemática, los sentidos, la existencia de Dios, el alma y su inmortalidad.
- Es teorética, no práctica: Cuestiona los conocimientos con el objetivo de encontrar un conocimiento firme, pero no debe extenderse a la vida práctica ni a la conducta.
- No se aplica a todas las creencias individualmente: Dado que la mente alberga innumerables creencias, la duda se aplica a los fundamentos de las creencias más que a las creencias en sí mismas.
El Criterio de Verdad y la Garantía Divina
Un criterio es un requisito o conjunto de requisitos que se utilizan para valorar algo. Por ejemplo, en un examen, se puede establecer que los alumnos que obtengan una calificación de cuatro o superior aprueban, mientras que el resto suspende. Al aplicar un criterio, los elementos evaluados se dividen en dos grupos: los que lo cumplen y los que no.
Esto es lo que sucede con la regla de evidencia de Descartes, donde el criterio de verdad se deriva de la primera verdad descubierta mediante la duda metódica: "pienso, luego existo". La claridad y distinción de esta proposición garantizan su verdad.
Sin embargo, este "criterio de verdad" no tiene garantía total hasta que se demuestra la existencia y bondad de Dios. La hipótesis del genio maligno, parte de la duda metódica, cuestiona incluso la veracidad de lo más evidente, como que dos más tres sean cinco.
La veracidad divina asegura que no nos engañamos al considerar verdaderas las proposiciones que recordamos haber percibido clara y distintamente. Algunos intérpretes sugieren que Descartes distinguía entre la simple visión mental de la verdad (la evidencia) y el conocimiento de esa verdad con ciencia perfecta. Podemos tener claridad y distinción de la verdad "los tres ángulos de un triángulo son iguales a dos ángulos rectos", pero no ciencia perfecta hasta demostrar que Dios existe y es bueno.