El desarrollo industrial en España: crecimiento y crisis económica

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1.2. El desarrollo industrial (1959-1975): acelerado y desequilibrado.

La principal etapa del crecimiento industrial español se produce entre el Plan de Estabilización de 1959 y la crisis económica de mediados de los setenta. En este periodo se produce un fuerte crecimiento de la actividad industrial (cercano al 10% anual), que llega a emplear al 38% de la población ocupada y aporta un 40% del PIB.

Este proceso es el resultado de una conjunción de causas externas e internas:

- El mundo occidental, y en concreto la Europa occidental, experimentaba un importante crecimiento económico, lo que produjo un excedente de capital dispuesto a invertirse en países susceptibles de expansión económica, como era el caso de España, que se presentaba como un gran mercado potencial, con una mano de obra abundante y barata y una conflictividad laboral reducida.

- Los aportes internos de capitales españoles, procedentes del turismo y de las remesas de los emigrantes.

- Los cambios en la política económica española (Plan de Estabilización y Planes de Desarrollo), que abren la economía española al exterior y hacen de la industria una prioridad del Estado. El Instituto Nacional de Industria (INI) ejerció una importante función de soporte al hacerse cargo de los sectores de cabecera y menos rentables (minería, energía, construcción naval, transporte).

De esta forma, se logró que el sector industrial se colocara a la cabeza de la economía española, transformándose de manera rápida y profunda las estructuras productivas tradicionales. El dominio ejercido anteriormente por la fabricación de bienes de consumo (textil, alimentación, madera...) es sustituido por la fabricación de productos semielaborados, bienes de equipo y artículos de consumo duraderos (automóviles, electrodomésticos...), de mayor valor añadido y muy vinculados a firmas multinacionales.

Sin embargo, en la industrialización española persisten una serie de limitaciones que frenan las posibilidades de un crecimiento equilibrado y sostenido:

- El importante peso que tienen en la industria española los sectores 'maduros' (siderurgia, construcción naval, textil...), que hacen un uso intensivo de mano de obra y de consumo de energía.

- La dependencia energética (petróleo) y tecnológica del exterior (importación de un 50% de los bienes de equipo utilizados) y del sistema financiero.

Asimismo es destacable el desarrollo espacial desigual en la industrialización. El acelerado crecimiento industrial propicia la concentración de la actividad industrial en los tradicionales focos catalán, vasco y madrileño. En el resto del país tuvo lugar un proceso de polarización en núcleos secundarios preexistentes (Valencia, Asturias, Santander, Sevilla) y en ciudades declaradas Polos de Desarrollo (Zaragoza, Valladolid, Vigo, La Coruña...), impulsados por el Estado para corregir los desequilibrios territoriales.

1.3. La 'crisis' y el nuevo modelo industrial.

A partir de 1975 se quiebra el proceso de crecimiento acelerado que había conocido la economía española durante los años sesenta y se inicia un periodo de intensos y rápidos cambios en las estructuras productivas al que se ha llamado 'crisis': Estos cambios transformaron en profundidad tanto la manera de producir y su organización, como las relaciones entre las empresas y sus pautas de localización.

Las manifestaciones más evidentes de esta crisis se observan en el cierre de empresas, en el aumento de la tasa de desempleo (en tan solo una década se perdió casi un millón de puestos de trabajo en la industria), en el descenso de la aportación de la actividad industrial al PIB (desde el 40% en 1975 al 16% actual) y en la moderación de las tasas de crecimiento económico.

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