Desarrollo del Apego Temprano: Influencias, Etapas y Consecuencias
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La Prehistoria del Vínculo
En "La relación más temprana: padres, bebés y el drama del apego inicial" - Brazelton, T.B & Cramer, B.G
El embarazo de cada mujer refleja toda su vida previa a la concepción. Las experiencias de su madre y su padre, sus experiencias con el triángulo edípico y, por último, la separación de sus progenitores, influyen en el nuevo rol. Ciertas necesidades de la niñez y la adolescencia son parte del deseo de un hijo:
Identidad de Género
Esto se desarrolla desde el comienzo de la vida; las percepciones y la conducta de quienes lo rodean determinan su pertenencia a un género asignado. Para los dos años, la identidad de género ha quedado fijada en la mente del niño. Esto se desarrolla bajo la influencia de fuerzas biológicas y ambientales.
El Deseo de Tener un Hijo
Este deseo es producto de muchos motivos e impulsos diferentes:
- Identificación: cuando una niña recibe cuidados, es probable que tenga la fantasía de convertirse en quien la cuida. Aprende por imitación cómo se comporta la figura materna; sostiene al bebé como lo hacía su madre.
- El deseo de ser completa u omnipotente: la actividad narcisista se expresa a través de fantasías, entre las cuales está la fantasía de ser completo y omnipotente. La necesidad de estar de esta forma en conflicto con sus impulsos sexuales con la necesidad de recibir estímulo por parte de otros. El deseo de ser completa es satisfecho tanto por medio del embarazo como de un hijo.
- El deseo de reflejarse en el hijo: reflejarse es una dimensión fundamental del narcisismo. El hijo representa una promesa de continuación. Será portador de los rasgos de la familia, del apellido y es posible que asuma una profesión que caracteriza a la familia.
- Cumplimiento de ideales y oportunidades perdidos: los padres imaginan que su hijo tendrá éxito en todo aquello en lo que ellos fallaron. El hijo imaginario entraría en el ideal del yo del progenitor.
- El deseo de renovar viejas relaciones: los padres ven en cada futuro bebé una posibilidad de revivir vínculos que pueden haber estado inactivos; el hijo sería un objeto de transferencia, sentimientos y relación inconsciente de los padres.
- Reemplazo y separación de la propia madre: en el deseo de tener un hijo, la madre experimenta una doble identificación. Se identifica simultáneamente con su propia madre y con su feto, y así representará los roles sobre la base de experiencias pasadas con su madre y de ella misma como bebé. Al tener un hijo, concretará el sueño de volverse igual a su madre, cambiando su sometimiento a ella y su sensación de inferioridad en la rivalidad edípica.
Los Albores del Vínculo - Brazelton, T.B
El proceso del embarazo puede contemplarse como tres tareas separadas, cada una asociada con una etapa del desarrollo físico del feto. En la primera etapa, los progenitores se adaptan a la “noticia” del embarazo; en la segunda etapa, los progenitores reconocen al feto como ser que quedará separado de la madre; y en la tercera etapa, experimentan al hijo como individuo, contribuye a la propia individuación por movimientos, ritmos y niveles de actividad distintivos.
Primera Etapa: Aceptación de la Noticia
El convertirse en padres retrotrae a los adultos a su infancia; la primera fantasía es evitar los conflictos de su propia infancia y convertirse en progenitores perfectos. Los padres se consideran a sí mismos propicios y positivos, listos para criar al hijo perfecto. Todas las mujeres embarazadas temen la posibilidad de tener un hijo defectuoso. La madre debe comenzar a idealizar a su hijo, representarlo como un bebé perfecto y plenamente deseado. La tarea inmediata de la mujer es aceptar el “cuerpo extraño” dentro de ella.
Segunda Etapa: Los Primeros Indicios de un Ser Separado
Durante el quinto mes del embarazo, la madre siente los primeros movimientos leves de su hijo; hasta ese momento, la madre y el hijo son una sola persona, ahora desde el punto de vista psicológico ya comienza a haber cierta autonomía por parte del hijo. Comienza el vínculo más temprano, la madre comienza a reconocer la vida de su feto, inconscientemente se pondrá en su lugar: se identificará con él. El reconocimiento del rol del padre ayuda a la madre a ver al hijo como alguien separado de ella, ya que el embarazo es una decisión que se hizo en conjunto; cuando el padre está presente y lo demuestra, evita que la madre caiga en la ilusión que ella sola produjo el bebé, y que no será la única responsable en caso de éxito o fracaso.
Tercera Etapa: El Aprendizaje sobre el Futuro Bebé
En los últimos meses, los padres comienzan a ver al feto como ser separado y real. Se suele elegir nombres, reestructurar la casa; los padres comienzan a personificar al feto. El movimiento y los niveles de actividad fetal adoptan ciclos y patrones, y así la madre comienza a reconocerlos y preverlos; podrá interpretar los patrones. Hacia el fin del embarazo, advierten respuestas más diferenciadas, el bebé tiene conciencia del medio y está mostrando su disposición a conocerlo. Cuanto más puedan los padres imaginar a su hijo aún no nacido como individuo competente e interactivo, más confianza tendrán en la capacidad del bebé para resistir al esfuerzo del parto y a él en sí.
Las Misiones de la Madre ante el Nacimiento de su Hijo
En todo el embarazo, el crecimiento del feto es acompañado por un desarrollo de la imagen que la madre tiene del bebé; cuando se produce el parto, la madre está lista para afrontar:
- La conmoción de la separación anatómica.
- La adaptación a un bebé particular.
- Una nueva relación en la cual se deben combinar las necesidades propias y las de otro ser.
El embarazo es un periodo de ensayo y anticipación, fase durante la cual se pueden renovar viejas relaciones, y una continua confrontación entre la satisfacción de los deseos y el conocimiento de la realidad. Algunas de las misiones que debe asumir la madre:
- Se termina la sensación de fusión con el feto, la fantasía de integridad y omnipotencia dada por el embarazo.
- Se debe adaptar a un ser separado que provoca sentimientos extraños.
- Llorar al hijo (perfecto) imaginario y adaptarse a las características propias del bebé real.
- Luchar contra el temor de dañar al bebé indefenso.
- Aprender a tolerar y disfrutar las exigencias que impone la dependencia del bebé.
Características Específicas del Desarrollo en la Primera Infancia - De Mathia
¿Qué es la Primera Infancia?
La primera infancia es el período comprendido por los dos primeros años de vida. Se caracteriza por ser un período de juego, aprendizaje, experimentación, exploración y de adquisiciones motoras, cognitivas y emocionales. También se produce un crecimiento estructural (cambios anatómicos) y funcional (cambios en la conducta del niño). En los ritmos de aparición de las diferentes adquisiciones, así como también en el crecimiento estructural y funcional, no se manifiestan diferencias significativas de acuerdo al género del niño. Esto se debe a que existe un calendario madurativo que indica el momento en que ciertas adquisiciones son posibles. Las diferencias en el ritmo de adquisición están principalmente relacionadas con la influencia del medio.
¿Cómo puede ser abordado el desarrollo en la primera infancia?
El desarrollo en la primera infancia puede ser abordado atendiendo a tres dimensiones:
A) Desarrollo Motor
Centrado en el progresivo control del cuerpo hasta conseguir la marcha independiente gracias a la maduración del cerebro del niño, la interacción con el medio y la capacidad de representar su cuerpo. En relación a lo último, Palacios utiliza el término “psicomotricidad” para enfatizar que en el movimiento se ve implicado el psiquismo. El control y la coordinación motora se logra en dirección céfalo-caudal (se controlan antes las partes del cuerpo que están próximas a la cabeza y luego ese control se extiende hacia abajo) y en dirección próximo-distal (se controlan las partes más próximas al centro del cuerpo que las más alejadas. Por ejemplo, la articulación del codo se controla antes que la de la muñeca, que se controla antes que las de los dedos).
B) Desarrollo Cognitivo
Centrado en el paso de lo motor a lo representativo. Este pasaje se produce gracias a la maduración del cerebro del niño, la interacción con el medio a través de la actividad sensorial y motora (favorecida por los cuidados parentales que brindan al niño un entorno seguro y atractivo), y también cobra relevancia el hecho de que los adultos otorguen intencionalidad comunicativa a la conducta del bebé. Vemos cómo el niño pasa de:
- Reflejos: conductas involuntarias y automáticas.
- Hábitos: constituyen las primeras conductas adquiridas y no hay un fin perseguido previamente.
- Coordinación entre visión y prensión: el niño ve objetos y los quiere agarrar, o toca objetos y tiende luego a observarlos. La atención pasa de centrarse solo en lo sensorial para dar importancia a los efectos de las acciones en el medio.
- Intencionalidad: hay un deseo que motiva las acciones, hay un fin previo.
- Se descubre la existencia de relaciones entre los objetos.
- Interiorización de la acción: se pueden combinar las acciones mentalmente para prever qué va a suceder. Al finalizar el período sensorio-motor, el niño cuenta con la noción de objeto permanente, la organización del espacio, tiempo y causalidad. También presenta una reversibilidad ligada a lo motriz y se produce la adquisición del lenguaje y del andar autónomo.
C) Desarrollo Emocional
Centrado en:
- La constitución de fuertes vínculos de apego con las personas: esto se ve potenciado por el estado de indefensión primaria. Las necesidades corporales del niño son calmadas por los cuidados de un otro que lleva a cabo la función materna. La satisfacción de la necesidad produce una huella mnémica que se asocia a la huella mnémica de la excitación producida por la necesidad; con el surgimiento de una nueva excitación corporal, el aparato psíquico lleva a cabo su primer acto que consiste en investir la huella mnémica de la experiencia de la vivencia de satisfacción, por lo que hay cumplimiento de deseo por medio de la alucinación. Además, a partir de los cuidados brindados al niño se irá despertando la sexualidad en él y en la primera infancia estará caracterizada por la presencia de la fase oral.
- El proceso de adquisición de autonomía psíquica: implica distinguirse como una persona diferente de las demás gracias a la separación de la madre. El niño nace en un estado de egocentrismo radical donde no tiene conciencia de sí mismo ni de su cuerpo ni de otros. Luego de atravesar el período sensorio-motor, el niño podrá pensarse como un objeto más entre otros.
- El pasaje de un grado de dependencia plena a grados mayores de independencia: la madurez emocional es favorecida por la familia porque esta permite el despliegue de un alto grado de dependencia en los comienzos de la vida y luego da la oportunidad de ingresar a otros espacios sociales cada vez más alejados del núcleo familiar. Además, resulta relevante el control postural y la adquisición del lenguaje para que el niño logre un menor grado de dependencia.
El Repertorio Materno - Stern, D.
En "La primera relación madre-hijo"
La primera exposición del lactante al mundo consiste en aquello que la madre hace con su cara, su voz, su cuerpo y sus manos. Hay comportamientos maternos que constituyen el material con el cual el niño comienza a construir su conocimiento y experiencia acerca de todas las cosas humanas: presencia, rostro y la voz humana, formas y cambios constituyen expresiones, unidades y el significado de comportamientos, relación existente entre su propia conducta y la de otra persona.
Los comportamientos sociales de la madre con el bebé son específicamente para él; Stern lo llama “conducta social provocada por el lactante”, la madre las ejecuta de forma natural y espontánea, sin tomar conciencia. Esos comportamientos constituyen un aspecto normal y necesario de aquella parte de la biología humana que se designa como actos parentales placenteros.
Los comportamientos sociales provocados por el lactante dan 3 características:
- Exagerados en el espacio y plenitud de la expresión puede ser máxima.
- Realización es desmesurada en cuanto a tiempo, tiene una formación lenta y una duración prolongada.
- El repertorio está por lo general limitado a diversas expresiones que se efectúan con frecuencia y estereotipadas.
Las expresiones faciales que las madres toman ante el lactante son exageradas en cuanto a tiempo y espacio, exagera sobre los elementos que sirven como señales intensas relacionadas con la intención de comenzar, mantener, terminar o evitar una interacción: apertura o cierre de los ojos, elevar o fruncir las cejas.
Las vocalizaciones (“perrito bonito” en vez de “perrito bonito”), el tono de voz casi siempre es alto. La intensidad de las vocalizaciones es exagerada.
Los diálogos vocal madre e hijo tienen un monólogo de la madre en forma de diálogo imaginario, la madre se comporta como si el niño le estuviera respondiendo, realiza preguntas que estimulan a una respuesta imaginada, le enseña a ajustar los turnos que exige el intercambio conversacional.
Las miradas, madre e hijo pueden permanecer mirándose mutuamente a los ojos durante treinta o más segundos.
Los adultos muchas veces no respetan el espacio interpersonal y al lactante es algo que no le gusta.
Los comportamientos son manifestados formando un conjunto coordinado, sin embargo, cada comportamiento de la madre puede darse por separado.
El término “provocado por el lactante” relativo a un comportamiento social, es complejo; en la mayoría de los humanos, existe una intensa tendencia a responder de una manera estereotipada y predecible ante el lactante.
Una Base Segura - Bowlby, J.
El Cuidado de los Niños
Aunque la teoría del apego fue formulada para usarse en el diagnóstico y tratamiento, su principal uso ha sido el de promover la investigación de la psicología evolutiva. Los adolescentes y los adultos jóvenes sanos, felices y seguros de sí mismos, son el producto de hogares estables en los que ambos padres dedican gran cantidad de tiempo y atención a los hijos. La naturaleza del vínculo de dependencia del niño con su madre es el resultado de un conjunto de pautas de conducta características, en parte preprogramadas, que se desarrollan en el entorno durante los primeros meses de vida y que tienen el efecto de mantener al niño en una proximidad más o menos estrecha con su figura materna. Se dice que en parte son preprogramadas porque están preparadas para desarrollarse cuando las condiciones sean propicias. La conducta de apego del niño es activada especialmente por el dolor, la fatiga, cualquier cosa atemorizante y también por el hecho de que la madre sea o parezca inaccesible. Las condiciones que hacen que cese esa conducta varían de acuerdo con la intensidad de su activación:
- Baja: pueden simplemente ver u oír a la madre.
- Más alta: el cese puede requerir que el niño la toque o se aferre a ella.
- Grado máximo: cuando el niño está angustiado y ansioso, no hay nada mejor que un abrazo prolongado.
La activación de la conducta de apego es universal y debe ser considerada la norma. Si la relación entre el individuo apegado (niño) y la figura de apego (madre) funciona bien, se produce alegría y una sensación de seguridad. Si la relación resulta amenazada, surgen los celos, la ansiedad y la ira. Si se rompe, habrá dolor y depresión. Se considera que la función biológica de esta conducta es la protección y observamos esta conducta cuando el niño está ansioso o tenso. La forma en que la conducta de apego llega a organizarse dentro de un individuo depende de los tipos de experiencias que tiene en su familia de origen. Comportamientos que favorecen el apego: el progenitor del bebé experimenta un poderoso impulso de abrazar al niño, consolarlo cuando llora, mantenerlo abrigado, protegerlo y alimentarlo. Estas conductas son aprendidas. Las conductas de alimentación, de apego, crianza, exploratoria y sexual tienen raíces biológicas porque tienen fuertes emocionales asociadas a ellas y además porque están al servicio de funciones vitales, son preprogramadas. Cada una sirve a una función biológica: la nutrición, protección, el conocimiento del entorno y la reproducción. A las 2-3 semanas de nacimiento, cuando madre e hijo se encuentran frente a frente, tienen fases de interacción social y fases de desconexión, de tal forma que se crea un diálogo. Lactación: las madres tienden a interactuar con sus bebés en exacta sincronía con la pauta de succión y la pausa de esta, los dos miran el mismo objeto al mismo tiempo y tienen un intercambio vocal a nivel preverbal.
Ainsworth, en 1978, establece las pautas de apego a través de la observación del cómo responde el niño, primero en presencia de sus padres, luego cuando se lo deja solo y más tarde cuando sus padres regresan.
- A- Apego seguro: los niños que tenían una relación segura con ambos padres eran más seguros de sí mismos y más aptos.
- B- Apego inseguro: los niños que tenían una relación segura con alguno de sus padres.
- C- Apego inseguro: los niños que no tenían una relación segura con ninguno de sus padres.
Crianza de los Niños
Provisión por parte de ambos progenitores de una base segura a partir de la cual un niño o un adolescente puede hacer salidas al mundo exterior y a la cual puede regresar sabiendo con certeza que será bien recibido, alimentado física y emocionalmente, reconfortado si se siente afligido y tranquilizado si está asustado. Este rol consiste en ser accesible, estar preparado para responder cuando se le pide ayuda, e intervenir activamente solo cuando sea realmente necesario. La mayoría del tiempo, el rol de la base consiste en esperar. Los niños más estables emocionalmente y los que sacan el mejor partido de sus oportunidades son los que tienen padres que, si bien fomentan su autonomía, son sensibles y accesibles cuando se recurre a ellos. Habitualmente la dependencia del niño con su madre conlleva una valoración adversa y suele ser considerada una característica de la que hay que desprenderse pronto. Los niños cuyas madres responden sensiblemente a sus señales, proporcionando un contacto físico reconfortante, son los que responden más fácil y adecuadamente a la aflicción de los otros.
Las madres que provenían de una familia disuelta pasaban más tiempo fuera del alcance de la vista de sus bebés, los tenían menos en brazos, menos tiempo mirándolos o hablándoles. Maltrato físico: madres que han vivido con el constante temor de ser abandonadas por uno o ambos padres y que habían sido amenazadas frecuentemente con palizas violentas.
Principio fundamental para ser padre/madre exitosa: enseñar con el ejemplo.
El Papel del Apego en el Desarrollo de la Personalidad
La teoría del apego fue formulada para explicar ciertas pautas de conducta características de los bebés, los niños, los adolescentes y los adultos. Históricamente, la teoría se desarrolló fuera de la tradición de las relaciones objetales en el psicoanálisis; pero también se ha basado en conceptos de la teoría de la evolución, la etiología, la teoría del control y de la psicología cognitiva.
La teoría del apego considera la tendencia a establecer lazos emocionales íntimos con individuos determinados como un componente básico de la naturaleza humana. Durante la infancia, los lazos se establecen con los padres (o los padres sustitutos) a los que se recurre en busca de protección, consuelo y apoyo. Inicialmente, los únicos medios de comunicación entre el niño y la madre se dan a través de la expresión emocional y de la conducta que la acompaña. La capacidad de establecer lazos emocionales íntimos con otros individuos es considerada como un rasgo importante del funcionamiento efectivo de la personalidad y de la salud mental.
La búsqueda de cuidados es manifestada por un individuo más débil y menos experimentado hacia alguien a quien se considera más fuerte y/o más sabio. Esto es lo que se llama conducta de apego. El grado de proximidad o de accesibilidad depende de las circunstancias.
Durante los primeros meses de vida, el niño muestra muchas de las respuestas que constituyen lo que más tarde será la conducta de apego, pero la pauta organizada no se desarrolla hasta la segunda mitad del primer año.
Para Bowlby no existe ni la fase autista ni la narcisista.
El desarrollo de la conducta de apego como un sistema organizado, teniendo como objetivo la conservación de la proximidad o de la accesibilidad a una figura materna discriminada, exige que el niño haya desarrollado la capacidad cognitiva de conservar a su madre en la mente cuando ella no está presente: esta capacidad se desarrolla durante los segundos seis meses de vida. Durante estos meses el bebé adquiere la capacidad de representación y puede establecer comparaciones durante su ausencia y su presencia.
La pauta de apego que un individuo desarrolla durante los años de inmadurez (la primera infancia, la niñez y la adolescencia) está influida por el modo en que sus padres (u otras figuras de paternidad) lo tratan. Las pautas principales de apego, descritas por Ainsworth (1971) son:
Apego seguro: el individuo confía en que sus padres (o figuras de paternidad) serán accesibles, sensibles y colaboradores si él se encuentra en una situación adversa o atemorizante. Con esta seguridad, se atreve a hacer sus exploraciones del mundo.
- Madre: es atenta y sensible al desempeño del niño y responde a los éxitos y las dificultades del niño de un modo servicial y alentador. Es capaz de hablar libremente y con ternura de su propia infancia. Afirmó haber tenido una infancia feliz y se muestra capaz de hablar de ella fácil y detalladamente.
- Niño: es feliz y resulta gratificante cuidarlo. Es poco exigente.
- Pareja (díada): su conversación es fluida, con expresión de sentimientos y en las que se tocan una gran variedad de temas, incluyendo los personales. Esta comunicación se da cuando el niño está contento o afligido.
Apego ansioso resistente: el individuo está inseguro de si su progenitor será accesible o sensible o se le ayudará cuando lo necesite. A causa de esta incertidumbre, siempre tiene tendencia a la separación ansiosa, es propenso al aferramiento y se muestra ansioso ante la exploración del mundo. El niño puede parecer desorientado y/o desorganizado, aturdido, paralizado, establecer alguna estereotipia o mostrarse hiperactivo.
- Madre: es poco atenta y/o sensible a las necesidades del niño. En algunos casos, sus respuestas son inoportunas y poco provechosas. Presta poca atención a lo que el niño hace o siente. Generalmente tuvo una relación difícil con su propia madre.
- Niño: es propenso a las quejas y al aferramiento.
- Pareja (díada): conversación fragmentada en la que los temas cambian abruptamente.
Apego ansioso elusivo: el individuo no confía en que cuando busque cuidados recibirá una respuesta servicial, sino que espera ser desairado. Cuando intenta vivir su vida sin el amor ni el apoyo de otras personas, intenta volverse emocionalmente autosuficiente. Posteriormente puede ser diagnosticado como narcisista o como poseedor de un falso sí mismo.
- Madre: aunque haya tenido una infancia feliz, es incapaz de proporcionar algún detalle para sustentarlo. Puede mencionar episodios que señalan lo contrario.
- Niño: mantiene las distancias y es propenso a tiranizar a otros niños. Es probable que su conducta provoque una respuesta desfavorable por parte de la madre o el padre, con lo que se desarrolla un círculo vicioso.
- Pareja (díada): la conversación es limitada. Los temas se limitan a lo impersonal y queda omitida toda referencia a los sentimientos. Si entabla una comunicación directa con su madre, lo hace solo cuando está contento.
Los niños cuyos padres son insensibles, negligentes o rechazantes, son vulnerables a la depresión en caso de que se enfrenten a acontecimientos seriamente adversos.