David Hume: Empirismo Radical, Conocimiento y Escepticismo

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David Hume, filósofo escocés nacido en el año 1711, fue una figura clave en el empirismo moderno, continuador de la tradición iniciada por Locke. A pesar de su rechazo en la Universidad de Edimburgo debido a sus ideas escépticas sobre la religión, mantuvo relaciones con figuras del movimiento ilustrado, como Rousseau. Sus obras más importantes incluyen Tratado acerca de la naturaleza humana, Investigación sobre el entendimiento humano e Investigación sobre los principios de la moral. Su influencia fue fundamental para filósofos posteriores, como Kant.

Hume critica la forma en que John Locke usa el término "idea", aplicándolo a todo tipo de conocimiento, como los colores o los dolores. Hume, en cambio, limita el uso de "idea" a ciertos contenidos del conocimiento. Para Hume hay dos tipos de percepciones: las "impresiones", que son los conocimientos directos que obtenemos a través de los sentidos (como ver una página), y las "ideas", que son representaciones mentales de esas impresiones, pero más débiles y menos vivas, como cuando tratamos de imaginar la página con los ojos cerrados. En resumen, las impresiones son percepciones directas y más intensas, mientras que las ideas son copias más débiles de esas percepciones.

Hume introduce una distinción clave sobre los tipos de conocimiento. Por un lado, tenemos el conocimiento de relaciones entre ideas, que trata de las conexiones lógicas entre conceptos, como en la proposición "el todo es mayor que las partes". Este tipo de conocimiento no depende de los hechos ni de lo que sucede en el mundo, sino que es verdadero independientemente de la existencia de los objetos. Se relaciona con el conocimiento lógico y matemático. Por otro lado, está el conocimiento factual, que se refiere a los hechos concretos y a lo que experimentamos directamente, como saber que estamos escribiendo o que el agua hervirá. Este conocimiento depende exclusivamente de la experiencia y las impresiones sensoriales.

Hume, al establecer su teoría del conocimiento basada en las impresiones y las ideas, presenta un empirismo radical. Según él, para saber si una idea es verdadera, debemos comprobar si proviene de alguna impresión. Si no podemos identificar una impresión original, entonces esa idea es una ficción. Por tanto, el límite de nuestro conocimiento son las impresiones, es decir, lo que percibimos directamente a través de los sentidos. En cuanto al conocimiento de hechos, Hume señala que solo podemos conocer lo que percibimos en el presente o lo que recordamos del pasado. No podemos tener conocimiento directo de hechos futuros, ya que no tenemos impresiones de lo que aún no ha sucedido. A pesar de esto, confiamos en que ciertos hechos ocurrirán, como que el agua se calentará si la ponemos sobre el fuego. Esto se basa en inferencias causales: asociamos la causa (el fuego) con su efecto (el calor).

Sin embargo, Hume critica la noción de "conexión necesaria" entre causa y efecto, una idea comúnmente aceptada. Observamos que el fuego calienta el agua, pero nunca hemos percibido una conexión necesaria entre ellos. Lo que realmente hemos observado es una sucesión constante, es decir, siempre que ha ocurrido una cosa (el fuego), ha seguido otra (el calor), pero no podemos probar que esa relación sea una conexión necesaria e inevitable. Por lo tanto, lo que llamamos "conocimiento causal" no es, en realidad, conocimiento, sino simplemente una creencia basada en la costumbre de que lo que sucedió en el pasado volverá a ocurrir.

Hume sostiene que nuestra certeza sobre los hechos no observados se basa en creencias, no en conocimientos racionales. La inferencia causal, que nos permite esperar que ciertos hechos ocurran (como el calor después del fuego), es válida solo entre impresiones, pero no podemos inferir nada que no haya sido parte de nuestras impresiones o experiencias directas. Este proceso se basa en el hábito o costumbre. Aplicando este criterio al problema de la existencia de una realidad fuera de nuestras impresiones (como el mundo exterior o los cuerpos materiales), Hume argumenta que la inferencia causal utilizada por filósofos como Locke es inválida. No podemos justificar la existencia de una realidad distinta a nuestras impresiones porque nunca hemos tenido una impresión directa de esa "realidad exterior". Según Hume, la creencia en un mundo material independiente de nuestras percepciones no tiene justificación. Del mismo modo, Hume rechaza la inferencia de la existencia de Dios utilizando la causalidad, ya que Dios no es algo de lo que tengamos una impresión directa.

En cuanto al origen de nuestras impresiones, Hume no ofrece una respuesta definitiva. Para él, no sabemos de dónde provienen nuestras impresiones, simplemente las tenemos, y éstas son el límite de nuestro conocimiento. Intentar ir más allá de ellas es intentar alcanzar lo que no podemos conocer. Hume también cuestiona la idea del "yo" como una sustancia permanente e independiente de nuestras impresiones e ideas, una noción aceptada por filósofos anteriores como Descartes, Locke y Berkeley. Para ellos, el "yo" era algo claro e indudable, pero Hume lo niega, argumentando que no tenemos ninguna impresión constante que responda a esa idea de un "yo" permanente. Las impresiones y las ideas que tenemos son siempre cambiantes: dolor, placer, alegría, etc., suceden unas a otras, y no existe una impresión que sea invariable a lo largo de toda nuestra vida. Hume reconoce que las personas creen tener una noción de su "yo", pero para él, esta idea no puede justificarse a partir de la experiencia, ya que no hay ninguna impresión que pueda sustentarla. En su lugar, Hume explica la conciencia de la propia identidad a través de la memoria: es la memoria la que nos permite reconocer la conexión entre nuestras impresiones sucesivas, pero cometemos el error de confundir esta sucesión con una identidad constante del "yo".

El empirismo de Hume lleva a una postura fenomenista y escéptica. Según él, no podemos conocer una realidad exterior ni un "yo" sustancial que subyazca nuestras experiencias. Solo podemos conocer nuestras impresiones, que son los fenómenos inmediatos, es decir, lo que aparece ante nuestra conciencia. Debido a su crítica a la causalidad, Hume también afirma que no podemos conocer relaciones causales reales entre las impresiones, sino solo su sucesión o contigüidad. En resumen, la realidad para Hume se reduce a las impresiones, y todo lo demás queda fuera de nuestro alcance cognitivo, lo que lo lleva a un escepticismo radical.

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