Crisis y Transformación en España: De Carlos IV a la Independencia Americana (1808-1833)

Enviado por alejandro y clasificado en Historia

Escrito el en español con un tamaño de 23,04 KB

La Crisis de 1808 y la Guerra de la Independencia

Carlos IV, hijo y sucesor de Carlos III, intentó continuar con su política reformista moderada y autoritaria, para lo cual mantuvo el equipo político y confió en Floridablanca. No obstante, a partir de los sucesos en Francia, se ayudó del valido Manuel Godoy, que fue el principal ejecutor de la política de la monarquía. La influencia de la Revolución Francesa de 1789 llevó a Floridablanca a perseguir a los revolucionarios con ayuda de la Inquisición. Tras la guerra contra la Francia revolucionaria, Godoy volvió a aliarse con Francia frente al Reino Unido mediante tratados, destacando el de Fontainebleau en 1807, que aislaban a España del resto de Europa.

Había un gran malestar social, hambrunas y epidemias. Además, las deudas heredadas de Carlos III y las guerras contra los británicos pusieron al Estado al borde de la bancarrota. Para solucionarlo, el Estado se apropió de bienes de la Iglesia y los vendió (desamortización). Sin embargo, a la política de Godoy se opusieron la izquierda, formada por los ilustrados partidarios de una constitución, y la derecha, formada por los aristócratas, el clero, los ilustrados marginados por la corona y el príncipe de Asturias, Fernando, que urdió varias conspiraciones.

Una de ellas fue la de Aranjuez. Napoleón había decidido emplear España como puente para someter a Portugal (aliado del Reino Unido) introduciendo sus tropas en la Península. Godoy, receloso de las intenciones de Napoleón, planeó trasladar a los reyes a Cádiz para que después escapasen a América. Cuando este proyecto fue difundido, estalló el 17 de marzo un motín en Aranjuez que se extendió posteriormente a Madrid. Godoy fue encarcelado y Carlos IV fue obligado a abdicar el 19 de marzo por su hijo Fernando, cuyos partidarios habían financiado y organizado aquel motín. Fernando VII era el nuevo rey.

Ante esta situación, Napoleón decidió instaurar una monarquía satélite de Francia, poniendo al frente de ella a algún miembro de su propia familia. Las tropas francesas habían ocupado Madrid desde marzo y se habían convertido en el auténtico poder político. Se registraron constantes incidentes entre la población y las tropas francesas. Esta situación estalló cuando se hizo pública la noticia de que el último heredero varón, Francisco de Paula, abandonaba el palacio rumbo a Bayona, donde Napoleón había atraído a la Familia Real. Además, se había extendido el rumor de una posible traición francesa. Esto provocó que el 2 de mayo de 1808 estallase una sublevación de las clases populares madrileñas que combatieron a los franceses en varios puntos de la ciudad. La Guerra de la Independencia había comenzado.

El eco de la revuelta llegó a todos los rincones de la Península, incluido Bayona, donde Napoleón había citado a Fernando VII y a su padre para solucionar los conflictos entre ellos. Entre el 5 y 6 de mayo, se sucedieron las conocidas Abdicaciones de Bayona, por las cuales Fernando VII abdicó en su padre Carlos, éste en Napoleón y éste, finalmente, en José Bonaparte, su hermano. Napoleón había conseguido instaurar la monarquía satélite que buscaba y José I Bonaparte se había convertido en rey de España, jurando una Carta Otorgada para el país inspirada en el modelo de estado constitucional liberal.

Desarrollo de la Guerra de la Independencia

La Guerra de la Independencia fue un conflicto internacional, enmarcado dentro de las Guerras Napoleónicas. La guerra no afectó únicamente a España y a Francia, sino también a Portugal, que fue invadido por las tropas francesas, y al Reino Unido, cuya intervención fue decisiva para apoyar a los españoles sublevados y para abastecer Cádiz. Entre los militares británicos se encontraba el duque de Wellington. Además, también consistió en una guerra civil. Napoleón trajo a España las ideas surgidas de la Revolución Francesa, ideas que encontraron apoyo en España entre las élites intelectuales, políticas y sociales que colaboraron con los franceses y que se denominaron ilustrados afrancesados. A estos se opusieron tanto políticos ilustrados (Jovellanos), como miembros de las clases populares, el clero y la alta aristocracia.

El rechazo a los franceses y la ausencia del monarca legítimo (Fernando VII) produjeron una crisis y revolución política, ya que existía un vacío de poder. Por ello, se improvisó un poder político alternativo: las juntas locales y provinciales que, ante la necesidad de coordinarse, se unificaron en la Junta Suprema Central de Aranjuez, presidida por Floridablanca en contra de José I. Este hecho dio lugar más tarde a un proceso del que surgieron las Cortes de Cádiz, que elaboraron y aprobaron la Constitución de 1812 (19 de marzo).

Fases de la Guerra

  • Primera etapa (mayo - octubre de 1808): Numerosas ciudades (Zaragoza y Gerona) se rebelaron y fueron sitiadas. Las tropas francesas que invadían Andalucía fueron derrotadas en Bailén por un improvisado ejército español; además, los soldados de Napoleón que ocupaban Portugal se rindieron frente a los británicos en Sintra. Estas derrotas obligaron al ejército invasor a replegarse hacia el País Vasco.
  • Segunda etapa (octubre de 1808 - julio de 1812): Estuvo marcada por la propia presencia de Napoleón en las batallas junto con la Grande Armée, que pusieron a José I de nuevo en el trono. Sin embargo, durante los últimos meses de 1808, el ejército napoleónico no pudo tomar Lisboa y Cádiz (gracias a la presencia del Reino Unido), que se convirtieron en los dos focos de resistencia. Durante esta etapa se incrementaron las guerrillas (cuadrillas armadas, que contaban con el apoyo de la población civil, que atacaban constantemente, con rapidez y por sorpresa a las tropas francesas, minando su moral y sus recursos).
  • Última etapa (julio de 1812 - 1814): El número de tropas francesas había disminuido, ya que muchos soldados fueron destinados a la calamitosa campaña en Rusia. Al mando de Wellington, británicos, portugueses y españoles vencieron a Napoleón en las batallas de Arapiles (Salamanca), Vitoria y San Marcial (Guipúzcoa). En diciembre de 1813, Napoleón firmó el Tratado de Valençay por el cual reconocía a Fernando VII como rey de España. A principios de 1814, las tropas francesas salieron de la Península.

A inicios del año 1814, Fernando VII desembarcó en Valencia. Esto significaba la restauración de la dinastía de los Borbones en la monarquía española. Fernando VII, con su llegada de nuevo al trono, restableció el orden anterior de la monarquía absoluta y anuló las reformas liberales y los principios revolucionarios.

Las Cortes de Cádiz y la Constitución de 1812

Tras las Abdicaciones de Bayona, José Bonaparte se proclamó nuevo rey de España como José I. Antes de trasladarse a Madrid, José I convocó una asamblea de notables españoles en Bayona con el fin de dar una nueva ley fundamental para el reino, el Estatuto de Bayona (julio de 1808), una carta otorgada que recoge los principios más moderados de la Revolución Francesa y que no se llegó a aplicar en toda su extensión a causa de la guerra.

A lo largo de la guerra se fue gestando un nuevo régimen político promovido por los españoles que no apoyaban a José I ni a las instituciones del Antiguo Régimen. Se produjo una auténtica crisis y revolución política debido al vacío de poder existente en España. Por esta razón surgieron una serie de instituciones nuevas que decían actuar en nombre del rey legítimo (Fernando VII). Las instituciones más importantes fueron las juntas, organismos de ámbito local y provincial compuestos por ilustrados, militares, clérigos y otras personalidades elegidas por los ciudadanos. La necesidad de coordinarse política y militarmente obligó a formar una Junta Suprema Central en Aranjuez (septiembre de 1808). Esta constaba de 35 miembros, la mayoría de ellos ilustrados o nobles reformistas. Su presidente inicial era Floridablanca y su figura más representativa fue Jovellanos.

La Junta Suprema Central (que se establece en Cádiz, huyendo del ejército francés) quiso convocar Cortes. Para saber de qué tipo serían éstas, se realizó un sondeo, siendo las posibles opciones Cortes estamentales o unicamerales (un voto por persona). Mientras, la Junta Suprema Central desapareció para dar lugar al Consejo de Regencia, que no estaba de acuerdo con convocarlas. A pesar de las discrepancias, finalmente, se adoptó la decisión de convocar unas Cortes, cuya primera sesión se celebró en Cádiz, en septiembre de 1810.

Composición y Grupos Ideológicos de las Cortes

Las Cortes de Cádiz reunían en una misma asamblea a todos los diputados o representantes llegados de distintos lugares de España. Incluso las provincias que estaban sometidas por el ejército invasor y no podían enviar diputados, estuvieron presentes a través de ciudadanos que se encontraban por entonces en Cádiz. Las Cortes funcionaron hasta septiembre de 1813; el número de diputados aumentó constantemente en tres años, de 95 a 223. En su mayoría eran clérigos, abogados, funcionarios o militares. También había algunos nobles, comerciantes, propietarios y representantes de las colonias americanas. Puede decirse que la burguesía de las ciudades fue la protagonista de las Cortes de Cádiz.

Los diputados reunidos en las Cortes pertenecían a tres grupos ideológicos diferentes:

  • Liberales: En el ala izquierda, eran partidarios de emprender cambios radicales y de dotar a las Cortes unicamerales, como Asamblea Nacional, de toda la soberanía (soberanía nacional), promoviendo la división de poderes. Entre ellos destacó Agustín de Argüelles.
  • Jovellanistas: En el centro, seguidores de Jovellanos, abogaban por un compromiso de soberanía entre la nación y el rey a través de unas Cortes estamentales. A la larga, su criterio se impondría en el siglo XIX.
  • Absolutistas: En el ala derecha, eran enemigos de las reformas y partidarios del sistema tradicional, en el que la soberanía del rey emanaba de Dios. Esta teoría sería respaldada por Fernando VII a su vuelta del exilio y por los carlistas a lo largo del siglo XIX.

La Constitución de 1812 y las Reformas de las Cortes

Las Cortes de Cádiz aprobaron una serie de medidas que desmantelaban gran parte de los fundamentos políticos, sociales y económicos del Antiguo Régimen. Entre las reformas políticas, la más importante fue la aprobación de la Constitución (19 de marzo de 1812), una extensa norma que reflejaba el programa de los liberales de la época (llamados doceañistas en su honor). Constituyó la primera ley fundamental de España; sus principios básicos se inspiraban en la Constitución de la Revolución Francesa de 1789 y entre ellos se aplicaron:

  • Soberanía nacional: El poder recaía en el conjunto de todos los españoles, incluidos los habitantes de las colonias.
  • División de poderes: Legislativo (Cortes unicamerales), ejecutivo (rey) y judicial (tribunales). El régimen político era una monarquía parlamentaria, aunque el poder del rey estaba muy limitado.
  • Derechos individuales: Se reconocieron los derechos individuales (libertad, propiedad, igualdad jurídica y fiscal, libertad de imprenta...), aunque no existía una declaración explícita de éstos.
  • Religión: Se proclamó el catolicismo como religión oficial del Estado y se prohibió el ejercicio de cualquier otra.
  • Sufragio: Se adoptó el sufragio general masculino, muy amplio (excluyendo a sirvientes domésticos y vagabundos) e indirecto (los electores elegían a unos compromisarios que a su vez elegían a los diputados a Cortes).
  • Democratización municipal: Las corporaciones municipales serían renovadas anualmente, y los alcaldes y concejales serían elegidos por sufragio general masculino e indirecto.
  • Milicia Nacional: Se creó la Milicia Nacional, un cuerpo armado civil encargado de defender la Constitución.

Reformas Sociales y Económicas

  • Supresión del régimen señorial: En 1811 se abolieron la dependencia personal que los campesinos tenían respecto de sus señores y, por tanto, los señoríos jurisdiccionales, aunque se mantuvieron los señoríos territoriales.
  • Desaparición de los mayorazgos.
  • Nueva desamortización en 1813: Se aplicaría a las propiedades de los afrancesados, de las órdenes militares disueltas, de los monasterios destruidos por la guerra y de las tierras municipales. Estos bienes nacionales se venderían en pública subasta y se admitirían los títulos de deuda pública como medio de pago.
  • Supresión de la Inquisición, las aduanas internas y los gremios.

Las reformas, durante décadas, constituyeron el programa de los liberales españoles. Sin embargo, apenas llegaron a aplicarse porque en 1814 Fernando VII volvió a España por el Tratado de Valençay y anuló todas las medidas adoptadas por las Cortes (que se trasladarán a Madrid), incluida la Constitución, que se disolvió.

Fernando VII: Absolutismo y Liberalismo

Sexenio Absolutista (1814-1820)

Fernando VII llegó en 1814 procedente de Francia. El monarca recibió presiones (como el Manifiesto de los Persas entregado al rey en abril de 1814) por parte de altos oficiales del Ejército, de la Iglesia, de políticos conservadores y de la nobleza para anular la Constitución y disolver las Cortes, reunidas entonces en Madrid. El propio rey dio un golpe de Estado el 4 de mayo de 1814 al promulgar en Valencia un decreto que anulaba todas las reformas aprobadas en las Cortes, incluida la Constitución de 1812 y la disolución de las Cortes. Así, el rey procedió a restablecer las instituciones de 1808.

Sin embargo, hubo una serie de problemas insalvables:

  • Gran inestabilidad en el Gobierno, ya que los ministros eran relevados continuamente debido a la influencia de la camarilla.
  • Crisis en la Hacienda estatal debido a la emancipación de los territorios americanos, que privaba a la Corona de unos ingresos fundamentales, dificultaba las relaciones comerciales y el desarrollo de la industria y obligaba al Estado a efectuar un gasto extraordinario por el continuo envío de tropas a las colonias para sofocar las rebeliones que allí estallaban.
  • Acción de la oposición política liberal mediante rebeliones militares que se expresaron en pronunciamientos, como el del oficial Rafael del Riego en enero de 1820 en Cabezas de San Juan.

Trienio Liberal (1820-1823)

Tras el pronunciamiento de Riego, Fernando VII firmó un decreto en el que prometía jurar la Constitución de 1812 (marzo de 1820) y aplicar las reformas aprobadas por las Cortes de Cádiz. El liberalismo debía enfrentarse ahora a la realidad social y económica de España. Era preciso poner en práctica las reformas. Se restablecieron leyes aprobadas en Cádiz, como la supresión definitiva del Tribunal de la Inquisición (1820), la abolición del régimen señorial (se mantiene el territorial), la aplicación de la desamortización a mayorazgos, monasterios y órdenes religiosas, por la cual los bienes de las órdenes eliminadas se nacionalizaron, se aprobaron el Reglamento General de Instrucción Pública, el primer Código Penal y una nueva división administrativa del territorio español en 52 provincias, y se creó una Milicia Nacional formada por ciudadanos armados y clases populares urbanas.

Los liberales se dividieron en dos facciones cada vez más definidas:

  • Moderados (doceañistas que creían que bastaba con aplicar las medidas aprobadas entre 1810 y 1813), como Argüelles y Francisco Martínez de la Rosa.
  • Exaltados (organizadores de la Revolución de 1820 que reivindicaban reformas más radicales), como Riego, Álvarez Mendizábal y Alcalá Galiano, lideraron diversas protestas urbanas a finales de 1821, que inauguraron los movimientos populares urbanos de signo liberal, y se hicieron cargo del Gobierno en 1822.

También surgió la opinión pública en forma de sociedades patrióticas, en los cafés, tertulias y en la prensa libre. Sin embargo, existía una oposición al régimen liberal constituida por un sector del Ejército, absolutistas, la Iglesia y el campesinado con propiedades. Los componentes de la oposición conservadora llevaron a cabo una contrarrevolución realista que se manifestó en forma de distintas rebeliones militares urbanas. Además, organizaron una guerra de guerrillas rural.

El régimen del Trienio Liberal fue derrocado por la intervención extranjera de un elevado número de soldados franceses dirigidos por el duque de Angulema que fueron enviados por la Santa Alianza para restaurar el poder absoluto de Fernando VII.

Década Ominosa (1823-1833)

Se restablecieron las instituciones de la monarquía absoluta, excepto la Inquisición. Los liberales sufrieron una dura represión, y fueron perseguidos por el Cuerpo de los Voluntarios Realistas, alternativos a la Milicia Nacional. La mayoría de los liberales significativos se exiliaron al extranjero, especialmente a Reino Unido y Francia. Sin embargo, numerosos líderes liberales fueron ejecutados.

El gobierno absolutista realizó una serie de reformas técnicas encaminadas hacia un reformismo moderado. Se creó un Consejo de Ministros y un nuevo ministerio, el de Fomento. López Ballesteros elaboró, por primera vez, los presupuestos generales del Estado y llevó a cabo una moderada liberalización económica. También se promovió el Código de Comercio y se creó la Bolsa de Madrid.

El Problema Sucesorio y el Origen del Carlismo

Estas reformas moderadas provocaron el surgimiento de una facción ultra (que promovió conspiraciones contra los ministros más moderados de Fernando VII), en el seno de los realistas, que se convirtieron en carlistas a causa del pleito desencadenado por la sucesión de Fernando VII. Hasta el nacimiento en 1830 de Isabel, fruto del cuarto matrimonio de Fernando VII, el hermano del rey, Carlos María Isidro, había sido el heredero. Meses antes Fernando VII había hecho publicar la Pragmática Sanción (por la cual desaparecía la Ley Sálica impuesta por Felipe V), aprobada por las Cortes, en tiempos de su padre, en 1789.

Los partidarios de Carlos María Isidro aprovecharon la enfermedad del rey en 1832 para provocar los sucesos de La Granja, tras los que Carlos se exilia a Portugal. María Cristina se hizo cargo del Gobierno y decretó una amnistía que permitía el regreso a España de los liberales moderados exiliados. Fernando VII falleció en 1833. A su muerte, Carlos publica el Manifiesto de Abrantes, por el cual estalla la Guerra Civil o Primera Guerra Carlista, entre los partidarios de Carlos María Isidro y los de la reina regente y su hija Isabel.

La Independencia de la América Española

La crisis política vivida por el Estado español desde 1788 afectó a las colonias españolas en América, ya que habían quedado aisladas de la metrópoli a causa de la guerra permanente con el Reino Unido. La independencia de la América española fue protagonizada por las minorías criollas, cuyos líderes (Bolívar, del virreinato de Nueva Granada y San Martín, del de Río de la Plata) eran de ideología liberal, aunque las rebeliones tuvieron un carácter autoritario y caudillista. La Guerra de Independencia y la crisis política de la metrópoli provocaron en América el surgimiento de juntas que se opusieron a José Bonaparte y se consideraron legitimadas para erigirse en un poder autónomo. Los dos virreinatos más antiguos, Nueva España y Perú (más conservadores) fueron los últimos que se emanciparon. Los más jóvenes, Nueva Granada y Río de la Plata, fueron los motores de la independencia. Todo este proceso de independencia se prolongó desde 1808 hasta 1825. No solo hubo rebeliones contra los españoles peninsulares, sino también guerras civiles. Los indígenas combatieron indistintamente en el bando español y en el criollo, produciéndose un desarrollo regional por dos causas: un movimiento político en los virreinatos de Río de la Plata, Nueva Granada y de Perú, y un movimiento social en el de Nueva España.

Proceso de Independencia por Regiones

  • Virreinato del Río de la Plata: Paraguay proclamó la independencia en 1811 y Buenos Aires en 1816. Desde allí, San Martín conquistó Chile tras la victoria en Chacabuco y O'Higgins proclamó la independencia en 1818. Uruguay fue anexionada a Brasil (hasta 1828 no se convirtió en una nación independiente).
  • Virreinato de Nueva Granada: Caracas fue el principal foco de la rebelión desde 1810, liderado por Miranda y Bolívar, que derrotó a los españoles en Colombia (Boyacá, 1819), Venezuela (Carabobo, 1821) y Ecuador (Pichincha, 1822). Estos países pasaron a constituir la República de la Gran Colombia (que se disgregaría en 1830).
  • Virreinato del Perú: Se convirtió en el centro contrarrevolucionario de América del Sur. Desde el sur, San Martín proclamó la independencia del Perú (1821). Desde el norte, Bolívar y Sucre derrotaron a las tropas de la Corona española en Junín y Ayacucho (1824). Bolivia se independizó en 1825.
  • Virreinato de Nueva España: Entre 1810 y 1815, surgió un movimiento de masas con contenido social dirigido por sacerdotes rurales (primero Hidalgo y, tras su ejecución, Morelos), quienes fueron apoyados por indígenas y mestizos. Tras la revolución liberal en España (1820), Itúrbide proclamó la independencia de México (1821), de acuerdo con las élites mexicanas. Se proclamó emperador (Agustín I) pero fue derrocado y se instauró la República federal (1824). Varias regiones se separaron de México (1823), los pobladores de Haití ocuparon Santo Domingo y proclamaron la República de Haití, pero en 1833 los habitantes de Santo Domingo declararon la independencia de la República Dominicana.

Finalmente, España solo tenía Cuba y Puerto Rico, que terminaron independizándose en 1898.

Entradas relacionadas: