La crisis de la Restauración y la Dictadura de Primo de Rivera

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La crisis de la Restauración: el desastre de Annual y las responsabilidades

La tragedia de Annual conmocionó a la opinión pública. La exigencia de responsabilidades forzó al gobierno a nombrar una comisión presidida por el general Picasso para delimitar las responsabilidades militares.

El envío del expediente Picasso a las cortes, en el que se proponía el procesamiento de 39 oficiales, incluido el general Berenguer, abrió también el debate de las responsabilidades políticas. Los socialistas, con el apoyo de la izquierda republicana, iniciaron una campaña de denuncia contra el régimen. Conducida por el socialista Indalecio Prieto, este atribuyó al rey toda la responsabilidad del desastre.

El gobierno de concentración de García Prieto intentó salvar el régimen constitucional con un programa de democratización y reforma de la constitución. Aceptó formar una comisión de responsabilidades políticas para dirimir las acusaciones contra los militares, los políticos y el rey. Pocos días antes de que el informe elaborado por la comisión llegase a las cortes, el general Primo de Rivera encabezó un golpe de Estado por el que se imponía una dictadura militar como solución a la crisis del régimen.

La Dictadura de Primo de Rivera y la caída de la Monarquía

La dictadura de Primo de Rivera fue un régimen con un vago programa regeneracionista inspirado en el modelo intervencionista y corporativista de los regímenes autoritarios en auge en la Europa de entreguerras.

El golpe de Estado

El 13 de septiembre de 1923, el capitán general de Cataluña, Miguel Primo de Rivera, acaudilló un pronunciamiento militar contra el gobierno constitucional. El profundo malestar del ejército, la indecisión del gobierno y la falta de confianza del rey Alfonso XIII en el sistema constitucional de la Restauración, facilitaron que el golpe militar no hallase prácticamente oposición.

Primo de Rivera hizo “públicas” sus intenciones en un manifiesto. Presentó la dictadura como un régimen transitorio y afirmó que una vez extirpados los males del país se retornaría a la normalidad constitucional. Imbuido de regeneracionismo en una versión simplista y manipulada de la teoría de Joaquín Costa del “cirujano de hierro” anunció su propósito de resolver los graves problemas que padecía la sociedad española:

  • Liberar al país de la “vieja política”.
  • Destruir el caciquismo.
  • Poner fin al desgobierno y la subdivisión social.
  • Acabar con la amenaza del separatismo.

La opinión pública lo acogió favorablemente o se mostró pasiva. El golpe contó con el apoyo de los sectores empresariales de los principales bancos nacionales y de la Iglesia. Los republicanos no se opusieron y PSOE y UGT se mantuvieron a las expectativa.

El 15 de septiembre el rey Alfonso XIII encargó a Primo de Rivera la formación de un nuevo gobierno y le concedió el cargo de presidente y de ministro único (Directorio Militar).

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