La Crisis del Antiguo Régimen en España: De Carlos IV a la Constitución de 1812
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La Crisis del Antiguo Régimen
La Crisis del Reinado de Carlos IV
El miedo a la expansión revolucionaria congeló todas las reformas iniciadas por el despotismo ilustrado de Carlos III.
La Monarquía de Carlos IV
Carlos IV confió el poder a Manuel Godoy, de origen humilde. La elección mostraba la desconfianza del monarca y el deseo de encontrar una persona fiel. Carlos IV declaró la guerra a Francia, que perdió tras la derrota de sus tropas, y la Paz de Basilea subordinó a España a los intereses franceses.
España e Inglaterra CONTRA Francia ______________ España y Francia CONTRA Inglaterra y Portugal
La política española vaciló entre el temor a Francia y el intento de pactar con ella para evitar el enfrentamiento con Napoleón. Las alianzas con Francia derivaron en conflicto con Gran Bretaña, y la Batalla de Trafalgar constituyó el hito más relevante: la armada francoespañola fue destrozada.
El desastre naval acentuó la crisis de la Hacienda real, y Godoy recurrió al endeudamiento, al aumento de las contribuciones y planteó reformas como la desamortización de tierras eclesiásticas. Fueron medidas ineficaces que provocaron una amplia oposición. La nobleza y la Iglesia se mostraron contrarias. Además, su poder aumentó el rechazo del hijo del rey, Fernando, que temía verse desplazado por Godoy ante su padre.
Los impuestos sobre el campesinado provocaban el descontento popular. La incapacidad para resolver esta situación alimentó motines y revueltas, que responsabilizaban a Godoy de la crisis. El pueblo contra Godoy.
El Motín de Aranjuez
Godoy firmó un tratado con Napoleón (Tratado de Fontainebleau), que autorizaba a los ejércitos napoleónicos a entrar en España para atacar a Portugal, aliada con Gran Bretaña. A cambio, se repartirían Portugal entre Francia y España. Su presencia provocó la irritación de la población. Estalló un motín en Aranjuez con participación popular, pero dirigido por la nobleza palaciega y el clero, que perseguían la destitución de Godoy y la abdicación de Carlos IV en su hijo, Fernando. Este último, movido por la envidia que le provocaba que su padre, Carlos IV, le hiciera más caso a Godoy que a él, azuzó el motín.
Los amotinados consiguieron sus objetivos, pero los hechos evidenciaron una profunda crisis en la monarquía. Carlos IV escribió a Napoleón pidiendo ayuda para que mediase entre él y su hijo, pero Bonaparte, que era muy listo, los llamó a los dos a Bayona, y el país quedó vacío de monarquía muchos años. Por el Tratado de Fontainebleau, el ejército francés entró en España supuestamente para conquistar Portugal, desde donde atacaría a Inglaterra. El emperador se reafirmó en su impresión sobre la debilidad de la monarquía española y se decidió a invadir España.
La Monarquía de José Bonaparte
Napoleón nombró a su hermano José rey de España y convocó a Cortes a fin de aprobar una Constitución que acabase con el Antiguo Régimen. El nuevo Código de Bayona reconocía la igualdad de los españoles ante la ley, los impuestos y el acceso a los cargos públicos.
José Bonaparte pretendía la liquidación del Antiguo Régimen, y esto se concretó en la abolición del régimen señorial, la desamortización de tierras de la Iglesia y la desvinculación de los mayorazgos. Fue una reforma que contó con escasos apoyos y una total incomprensión. Para la población española, el nuevo gobierno era ilegítimo. Sus requisas, detenciones y fusilamientos pusieron a la población en contra.
La Guerra de la Independencia
En España se inició un alzamiento popular contra la presencia francesa, que fue el origen de una larga y compleja guerra.
La Revuelta Popular y la Formación de Juntas
La familia real se preparaba para partir hacia Bayona, y una multitud se congregó ante el palacio para impedir su partida y se alzó de forma espontánea contra la presencia francesa. La revuelta fue duramente reprimida por las tropas, pero su ejemplo cundió en todo el país.
La población se alzó contra la invasión francesa, y surgieron Juntas de armamento y defensa ante el vacío de poder. Las juntas fueron locales y estaban formadas por personalidades partidarias de Fernando VII. Poco después, las necesidades de coordinación comportaron la creación de juntas provinciales, que asumieron la soberanía en ausencia del rey, declararon la guerra a Napoleón y buscaron el apoyo de Gran Bretaña.
Las juntas enviaron representantes a Aranjuez, aprovechando la retirada momentánea de los franceses a Madrid, para formar una Junta Suprema Central que coordinase la lucha y dirigiese el país. Era una forma de gobierno radicalmente nueva, que culminaba la ruptura con las instituciones de la monarquía. Ante el avance francés, la Junta huyó a Sevilla y de allí a Cádiz, la única ciudad que, ayudada por los británicos, resistía el asedio francés.
La Resistencia: Sitios y Guerrillas
La resistencia de ciudades como Girona, Zaragoza o Tarragona, sometidas a los sitios de las tropas francesas, soportó bombardeos y hambre durante meses. Se impidió la conquista de Andalucía, forzando a José I a abandonar Madrid. Napoleón se desplazó a España para dirigir la contraofensiva, y en un mes su avance se hizo imparable. José I entraba de nuevo en Madrid, y el dominio francés se extendió por todo el territorio español.
En otoño de 1808, el ejército tradicional español era incapaz de oponerse al avance de las fuerzas francesas. La resistencia a la invasión se realizó mediante guerrillas, pequeños grupos locales de 30 a 50 personas. Sus miembros eran labradores, artesanos, estudiantes, abogados, etc. Sus dirigentes, militares y clérigos. Las guerrillas hostigaban al ejército por sorpresa: destruían sus instalaciones, etc., sometiendo a los franceses a una presión desgastante.
El curso de la guerra quedó afectado por la campaña que Napoleón inició en Rusia y que le obligó a retirar miles de efectivos de la Península. Las tropas españolas, apoyadas por la guerrilla y por el ejército británico al mando del general Wellington, consiguieron la victoria de Arapiles, punto de inflexión en el desarrollo militar de la guerra. José I abandonó definitivamente Madrid, que fue tomada por Wellington. Napoleón decidió pactar el fin del conflicto con los españoles y permitir el retorno de Fernando VII (Tratado de Valençay).
Actitudes Sociales, Políticas e Ideológicas
La invasión francesa obligó a las diferentes corrientes ideológicas a tomar partido frente a la presencia francesa y a la nueva monarquía napoleónica. Los grupos se dividían en:
- Afrancesados: colaboraron con la monarquía de José I. Procedentes del despotismo ilustrado, se sentían vinculados con su programa reformista y apostaban por un poder fuerte para modernizar España, sin riesgo de excesos revolucionarios. Al final de la guerra fueron exiliados.
- Frente patriótico: se opusieron a la invasión. Este bando ocupaba posiciones muy diferentes:
- El clero y la nobleza: deseaban la vuelta al absolutismo.
- Los ilustrados creían que se podría emprender un programa de reformas y modernización dentro de los cauces del Antiguo Régimen.
- Los liberales: veían en la guerra una oportunidad de realizar un cambio en el sistema político, implantar un sistema político liberal con división de poderes, las instituciones representativas y la abolición de los privilegios estamentales y gremiales.
Al margen de posiciones ideológicas, la población afrontó la guerra como un movimiento de defensa contra el invasor.
Las Cortes de Cádiz y la Constitución de 1812
La liquidación jurídica y política del Antiguo Régimen y la definición del primer sistema liberal español.
La Convocatoria de Cortes
La Junta Suprema Central se había mostrado incapaz de dirigir la guerra y decidió disolverse, no sin antes iniciar un proceso convocatorio de Cortes para que los representantes decidieran sobre su destino. Mientras se reunían las Cortes, se mantenía una regencia formada por cinco miembros, y se organizó una ‘consulta al país’ sobre las reformas a realizar por las Cortes. Predominaba la idea de que Carlos IV había provocado la ruina de España.
Las Cortes se abrieron, y el sector liberal consiguió la formación de una cámara única, frente a la tradicional representación estamental. En su primera sesión aprobaron el principio de soberanía nacional, es decir, el reconocimiento de que el poder reside en el conjunto de los ciudadanos, representados en las Cortes.
La Constitución de 1812
La Constitución contiene una declaración de derechos del ciudadano: la libertad de pensamiento y opinión, la igualdad de los españoles ante la ley, el derecho de petición, la libertad civil, el derecho de propiedad y el reconocimiento de todos los derechos legítimos de los individuos que componen la nación española. La nación se definía como el conjunto de todos los ciudadanos de ambos hemisferios: los territorios peninsulares y las colonias americanas.
La estructura del Estado correspondía a una monarquía limitada, basada en la división de poderes y no en el derecho divino.
El poder legislativo, las Cortes unicamerales, representaban la voluntad nacional y poseían amplios poderes: elaboración de leyes, aprobación de los presupuestos y de los tratados internacionales, mando sobre el ejército, etc. El mandato de los diputados duraba dos años y eran inviolables en el ejercicio de sus funciones. El sufragio era universal masculino e indirecto.
El monarca era la cabeza del poder ejecutivo, por lo que poseía la dirección del gobierno e intervenía en la elaboración de las leyes a través de la iniciativa y la sanción, poseyendo veto suspensivo durante dos años. Las decisiones del monarca debían ser refrendadas por los ministros.
La administración de justicia era competencia de los tribunales, y se establecían códigos únicos en materia civil, criminal y comercial, inamovilidad de los jueces, garantías de los procesos, etc.
La Constitución planteaba la reforma de los impuestos y la Hacienda, la creación de un ejército nacional, el servicio militar obligatorio y la implantación de una enseñanza primaria, pública y obligatoria. El territorio se dividía en provincias, para cuyo gobierno interior se creaban las diputaciones provinciales. Se establecía la formación de ayuntamientos con cargos electivos, y para el gobierno de los pueblos se creaba la Milicia Nacional a nivel local y provincial.
Plasmaba también el compromiso entre los sectores de la burguesía liberal y los absolutistas, al afirmar la confesionalidad católica del Estado.
La Acción Legislativa de las Cortes
Aprobaron una serie de leyes y decretos destinados a eliminar el Antiguo Régimen y a ordenar el Estado como un régimen liberal. Se transformaba a los antiguos señores, y no a los campesinos, en propietarios de los mayorazgos, y se decretó la desamortización de las tierras comunales, con el objetivo de recaudar capitales para amortizar deuda pública.
Se votó la abolición de la Inquisición y se proclamaron la libertad de imprenta, la libertad de trabajo, la anulación de los gremios y la unificación del mercado. Este primer liberalismo marcó las líneas básicas de lo que debía ser la modernización de España.