En que consiste la verdadera felicidad según San Agustín

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SAN AGUSTÍN DE HIPONA: Ha sido el padre de la Iglesia más influyente en Occidente, de hecho la 'filosofía cristiana' anterior al S.XIII, fue exclusivamente el agustinismo. 

Razón y fe



''Cree para entender, no quieras entender para creer’’. Esta fue la expresión de la corriente del pensamiento cristiano medieval que mantuvo una actitud abierta frente a la filosofía y a la razón. Pues el ser humano tiene una naturaleza deficiente y necesita el don gratuito (la fe) para satisfacer todas sus aspiraciones de felicidad y conocimiento verdadero. Pero esto no exige la marginación de la razón y del saber humano, porque, si Dios ha hecho al ser humano racional, es para que haga uso de esta razón. En consecuencia, la actitud de San Agustín es la de colaboración entre fe y razón entre teología y filosofía: antes de obtener la fe, la razón y la filosofía pueden ayudar a los humanos en la búsqueda de la verdad; una vez conseguida la fe, la razón puede aclarar, ilustrar y precisar los contenidos de la fe (la fe que busca entender). Por tanto, en los razonamientos agustinianos se mezclan argumentos puramente racionales con afirmaciones extraídos de la Biblia.
 El conocimiento, de lo sensible a lo inteligible:

San Agustín pasó por el escepticismo pero después lo rechazó, porque tampoco el escéptico es coherente, pues él está seguro de: -Las propias sensaciones:  La sensibilidad capta los aspectos cambiantes de las cosas y, de la existencia de estas, no hay un conocimiento totalmente cierto. Aun así, san
Agustín, siguiendo la concepción del helenismo, afirma que los datos sensibles no engañan: el engaño radica en el juicio precipitado de las cosas. 
-La propia existencia: El conocimiento de la propia existencia le parece una verdad irrefutable. Incluso el escéptico (que afirma que es imposible llegar a un conocimiento absoluto) está seguro de la propia existencia, porque, aunque me equivoque siempre, al menos en la afirmación de ''soy alguien que se equivoca siempre'' no me equivoco. -Los principios generales: El proceso de conocimiento de las ideas y verdades eternas se denomina interiorización, el ser humano, descubre, además, que las verdades no pueden ser productos de uno mismo, porque se sabe mudable y temporal, sino que han de tener un fundamento eterno e inmutable, Dios. El ser humano descubre a Dios cuando entra en sí mismo, halla las verdades eternas y se trasciende para alcanzar un fundamento de estas verdades. Dios es la verdad, razón de cualquier otra verdad; las verdades y las ideas eternas devienen pensamientos en la mente de Dios, que los humanos reciben por la iluminación. Con la teoría de la iluminación, san Agustín quiso explicar cómo el ser humano llega al conocimiento de ideas y principios eternos. Esta teoría sustituye a la platónica de la reminiscencia, porque san Agustín no acepta que el alma humana preexista al cuerpo. Según él, Dios crea en el momento en que un ser humano es engendrado. -La creación y Dios, el ser humano y la temporalidad: Partiendo de la filosofía neoplatónica, san Agustín soluciónó este problema afirmando que estas ideas no eran entidades independientes, como afirmaba Platón, sino los contenidos de la mente divina. Esto le sirvió también para explicar la existencia del mundo, la relación entre el mundo y Dios, y la naturaleza del mundo: La creación implica que las cosas del mundo son contingentes, proceden y dependen de Dios, son así porque lo ha decidido Dios. Dios es necesario. Este es el fundamento por el cual san Agustín intenta idear una metafísica compatible con el voluntarismo cristiano. San Agustín no admite ni la preexistencia ni la reencarnación, considera que cada alma individual es producto de la acción creadora de Dios, que la ha hecho a su imagen y semejanza. Y puesto que Dios brota conocimiento de la relación nace el amor. San Agustín inauguró la temporalidad y la historicidad, lo que significaba abandonar la visión cíclica del devenir propia de los griegos, donde no había ni principio ni fin.


Guillermo DE Ockham: Principio de economía del pensamiento (Navaja de Occam) ‘’No hay que multiplicar los entes sin necesidad’’ Es decir, a la hora de explicar algo hemos de procurar introducir el menor número posible de entidades cuya existencia y efectos sean necesarios para nuestra explicación. Las explicaciones racionales han de ser lo más breves y

sencillas posibles (sobre todo desde el punto de vista ontológico). El conocimiento intuitivo y el nominalismo: Occam se opone a cualquier Realismo de las esencias: según él, la única fuente de conocimiento es la intuición sensible, que permite que el ser humano capte las existencias de las cosas individuales. El Empirismo de Occam, frente al aristotélico, se sustenta precisamente en el hecho de que no hay más que individuos y, de estos, se da un conocimiento inmediato. Según Occam, el conocimiento conceptual está hecho de signos o términos, cuyo valor es el de ‘ponerse en el lugar de’ las instituciones particulares. Así pues, los universales son nombres (nominalismos) pero nombres mentales o conceptos, que son elaborados espontáneamente por la mente, guiada por el principio de economía. La crítica a la metafísica y a la teología: La concepción occamista del conocimiento, que queda reducido ala intuición sensible, y el nominalismo marcaron profundamente su posición frente a la metafísica y la teología. Toda la disputa sobre la dualidad de entendimientos y la naturaleza de uno y otro quedó eliminada al considerar que, siendo único el acto del conocimiento, le corresponde a este una única capacidad que realiza la intuición sensible. Lo mismo pasó con los conceptos de la metafísica como la sustancia y causa. De este modo la ciencia debe basarse siempre en la observación y limitarse a describir las regularidades que se dan en la naturaleza: describir cómo son las cosas, pero no pretender saber por qué son como son. De ahí nacíó, en la escuela occamista, el interés por la observación y por la experimentación, lo que hará del S. XIV el precursor de la ciencia moderna. Otra de las consecuencias que derivan del planteamiento por parte de Occam es la imposibilidad de hacer teología racional, tampoco tienen ningún fundamento racional los preceptos morales. Con Occam se produjo definitivamente, la escisión entre la razón y la fe; la razón no ha de interferir nunca en las cuestiones de la fe y de la teología.



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