Consecuencias de las Guerras Púnicas: Transformación de Roma y Evolución Humana

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El Dominio de Roma y las Guerras Púnicas

En el siglo III a.C., Roma dominaba toda la península itálica. Su ambición por conquistar las costas del Mediterráneo la llevó a enfrentarse a Cartago por el dominio del comercio marítimo en las Guerras Púnicas, que se prolongaron durante más de un siglo.

  • Primera Guerra Púnica: Se disputó por la isla de Sicilia. Inicialmente, los romanos fueron derrotados, pero luego se alzaron con la victoria, quedándose con Sicilia, Córcega y Cerdeña.
  • Segunda Guerra Púnica: Roma se enfrentó a Aníbal, quien había reunido un gran ejército en España. Aníbal cruzó los Alpes e invadió Italia. En la batalla de Cannas, Roma sufrió su peor derrota, perdiendo 50,000 hombres. Sin embargo, se recuperó y envió tropas a Cartago, venciendo a Aníbal en la batalla de Zama. Roma se quedó con el Mediterráneo occidental y la provincia de Hispania (España).
  • Tercera Guerra Púnica: Roma, al ver resurgir a Cartago, sitió y arrasó la ciudad. En el año 146 a.C., la ciudad fue destruida y los sobrevivientes fueron vendidos como esclavos.

Entre las dos últimas guerras, Roma se expandió hacia el oriente, conquistando Macedonia y Siria. En el año 133 a.C., Roma dominaba todo el Mediterráneo, excepto Egipto, y denominaron al mar “Mare Nostrum”.

Problemas Sociales y Políticos en Roma

La expansión enriqueció a Roma, pero también trajo consigo problemas sociales. Se convirtió en una potencia comercial y marítima basada en la economía esclavista. Sin embargo, el desorden y la corrupción afectaron a las principales instituciones del gobierno, y la diferencia entre ricos y pobres aumentó. En el siglo II a.C. comenzó la segunda etapa de las luchas sociales, que no se resolvieron pacíficamente. El Senado tenía la administración de los territorios conquistados y repartió las tierras entre los aristócratas, mientras que el esfuerzo bélico recaía en los plebeyos. Los únicos beneficiados eran los patricios y caballeros, quienes poseían grandes tierras, mientras que la plebe, que había luchado por Roma, se había empobrecido. La lucha entre ambos grupos duró casi un siglo y provocó la crisis del sistema político de la República.

Los Hermanos Graco, Mario y Sila

Los hermanos Tiberio y Cayo Graco intentaron solucionar legalmente el problema de los campesinos que habían perdido sus tierras. En el año 133 a.C., Tiberio propuso una reforma para repartir el ager publicus entre los campesinos sin tierra y poner un límite a la extensión de los latifundios. En una revuelta, fue asesinado junto a 300 de sus seguidores. Su hermano Cayo continuó planteando la necesidad de ampliar la ciudadanía y trasladar a los proletarios a las tierras conquistadas. Esto no fue aceptado y terminó con su muerte en el año 121 a.C.

Posteriormente, la plebe buscó apoyo en Mario, un general plebeyo. Desde su cargo, reformó el ejército, que ya no estaría compuesto solo por ciudadanos propietarios, sino también por proletarios, quienes serían remunerados y profesionales. Esto hizo que la lucha social se transformara en una guerra civil entre generales ambiciosos. Los senadores también buscaron apoyo militar y lo encontraron en Cornelio Sila. Una vez derrotado Mario, el Senado nombró a Sila dictador. Este ejecutó a muchos dirigentes de la plebe y abolió todos los derechos del pueblo.

Julio César y el Fin de la República

Debido a los graves problemas políticos y sociales, Julio César, estratega y sobrino de Mario, formó un triunvirato con dos de los hombres más poderosos de Roma para enfrentar al Senado: Pompeyo y Craso. Luego, el acuerdo entre los tres se rompió, y Pompeyo pasó a ser general de la nobleza. César lo derrotó y, poco después, concentró todo el poder en sus manos. El Senado se sintió amenazado y organizó una conspiración que asesinó a César en el año 44 a.C. Octavio, su hijo adoptivo, siguió sus pasos y formó un segundo triunvirato con Marco Antonio y Lépido. Marco Antonio controló rápidamente Italia y desencadenó el terror, asesinando a 130 senadores, entre ellos Cicerón, y 2,000 caballeros. Luego de derrotar a las fuerzas militares del Senado, se enfrentaron entre sí, y Octavio ganó en la batalla naval de Accio contra Marco Antonio.

Evolución del Género Homo

  • Australopithecus (Lucy): Bípedo y erecto, con poca capacidad craneal y baja estatura. Frente estrecha, mandíbula prominente y grandes dientes. Habitaban en bosques y luego en praderas. Comían vegetales recolectados, cazaban y eran carroñeros. Desarrollaron herramientas de piedra (hace 3.4 millones de años).
  • Homo habilis (hace 2.5 millones de años): Cerebro más grande y cráneo más redondo. Frente más ancha, mandíbula menos prominente, dientes menos fuertes y variaciones en la pelvis. Habitaban en praderas. Practicaban la recolección y la caza. Construyeron las primeras viviendas y desarrollaron herramientas más complejas.
  • Homo erectus (hace 1.5 millones de años): Cerebro más desarrollado, mayor estatura, contextura más fuerte y rostro con características actuales. Fue capaz de inventar, aprender y comunicarse. Dominaron el fuego y crearon herramientas más avanzadas.

El fuego permitió al humano migrar desde la cálida África hacia Asia y Europa entre 500,000 y 800,000 años atrás.

  • Homo sapiens (hace 80,000 años): Cráneo similar al actual, aunque con una postura encorvada al caminar y mandíbula aún saliente. Trabajó la piedra, era cazador y recolector nómada, manipulaba el fuego, fabricaba herramientas más elaboradas y enterraba a sus muertos.
  • Homo sapiens sapiens: Cráneo, estatura y fisiología actuales. Desarrollaron sofisticadas herramientas y armas de larga distancia. Domesticaron animales y plantas. Crearon arte rupestre y mobiliar. América y Oceanía se poblaron durante la glaciación a través de puentes de hielo, como Beringia, que unió el noreste asiático con Alaska.

El Imperio Romano: De Augusto a Diocleciano

A los 200 años de estabilidad política y militar que siguieron a Augusto, sobrevino entre los años 235 y 289 una crisis económica y una anarquía en la que los emperadores duraban poco en el poder. Para poner fin a esta situación, el emperador Diocleciano reorganizó la estructura del imperio. Lo más importante fue que estableció la tetrarquía: dividió el poder en cuatro emperadores, dos superiores (Augustos) y dos inferiores (Césares). Un Augusto, acompañado de un César, gobernaba en Oriente, y los otros dos en Occidente. También dividió el imperio en distritos o diócesis. El imperio se convirtió en una monarquía con un emperador divinizado asesorado por un consejo. Diocleciano reforzó el ejército y elaboró un sistema de recolección de impuestos. En el año 303, consideró que su obra estaba completa y renunció. Pronto volvieron el desorden y la guerra civil. Esto no terminó hasta el emperador Constantino (324-337), quien bautizó la ciudad de Bizancio como Constantinopla. Desde la República hubo contacto con los germanos. En el siglo III d.C., el imperio se extendió cerca de los ríos Rin y Danubio. Como acuerdo, los germanos recibieron tierras a cambio de defender las fronteras de Roma como aliados. Teodosio fue el último emperador. Estableció el cristianismo como religión oficial y dividió el imperio entre sus dos hijos. En el siglo V, las invasiones bárbaras fueron más violentas y la decadencia del imperio aumentó, hasta que en el año 476 los germanos invadieron la frontera norte de Occidente intentando protegerse de los hunos.

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