Conquista y Romanización de Hispania: Etapas, Administración y Sociedad
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Etapas de la Conquista Romana de Hispania
La llegada de los romanos a Hispania se produjo en el contexto de la Segunda Guerra Púnica, un conflicto bélico entre Roma y Cartago. Amílcar Barca, un general cartaginés, llegó a la península ibérica con el objetivo de formar un ejército para atacar Roma. Durante su estancia, fundó Cartago Nova y conquistó varios pueblos del sur y sureste. Con este ejército, atacó Sagunto, lo que provocó la intervención romana.
Primera Etapa (218-197 a.C.)
Los romanos enviaron dos ejércitos para frenar el avance de Aníbal, el hijo de Amílcar, y lograron expulsar a los cartagineses de la península. Esta etapa se caracterizó por la conquista de la costa mediterránea.
Segunda Etapa (197-133 a.C.)
Durante esta fase, los romanos conquistaron las tierras de la Meseta. Fue un proceso más largo debido a la resistencia de los pueblos indígenas y a la falta de interés inicial de Roma. Destacaron la rebelión lusitana, liderada por Viriato, quien inició una guerra de desgaste contra los romanos (finalmente, murió a manos de sus propios hombres, quienes lo traicionaron a cambio de tierras), y el asedio de Numancia, que resistió durante ocho meses.
También se conquistaron las Islas Baleares.
Tercera Etapa (29-19 a.C.)
En esta última etapa, los romanos sometieron a los astures, cántabros, galaicos y vascones. Al finalizar esta fase, toda la península ibérica quedó integrada en el Imperio Romano.
Organización Administrativa y División Provincial de Hispania
Provincias
En el año 197 a.C., los romanos dividieron la península en dos grandes regiones para facilitar su gobierno y cohesión territorial: Hispania Citerior e Hispania Ulterior. Posteriormente, bajo el mandato de Augusto, se crearon tres provincias: Tarraconensis, Baetica y Lusitania. En el Bajo Imperio, se añadieron tres más: Carthaginensis, Gallaecia y Balearica.
Existían dos tipos de provincias:
- Senatoriales: administradas por el Senado.
- Imperiales: administradas directamente por el emperador.
Todas las provincias estaban regidas por un gobernador, generalmente un excónsul o un expretor.
Ciudades
Las ciudades eran el centro neurálgico de la economía, la actividad artesanal y el comercio. Estaban conectadas por una red de calzadas, como la Vía de la Plata, la Vía Augusta y la Vía Transversal, que tenían una finalidad militar, económica y administrativa. Había varios tipos de ciudades:
- Libres: gozaban de autonomía y no pagaban tributos.
- Estipendarias: estaban obligadas a pagar un tributo anual.
- Inmunes: estaban exentas de ciertos impuestos.
- Federadas: se habían unido a Roma mediante un tratado.
Las ciudades estaban gobernadas por un consejo (ordo decurionum) elegido por los ciudadanos.
La Sociedad en la Hispania Romana
La sociedad romana en Hispania se dividía en dos grandes grupos:
- Hombres libres: se clasificaban según su riqueza y estatus social. Entre ellos se encontraban los patricios, la clase alta, que a su vez se dividían en senadores (los más ricos), caballeros, etc. También eran libres los plebeyos, que incluían a jornaleros, artesanos, etc.
- Esclavos: generalmente eran prisioneros de guerra o hijos de esclavos. Constituían la base de la economía romana y trabajaban en el campo, en talleres artesanales y en las minas.
Los libertos eran esclavos que habían sido liberados, pero seguían dependiendo de sus antiguos amos.
La Actividad Económica en la Hispania Romana
Roma impuso su estructura económica en Hispania, basada en los latifundios, la propiedad privada, el trabajo esclavo y el uso de la moneda. Las tierras pertenecían al Estado, que las repartía entre indígenas, soldados o colonos. La ganadería ovina predominaba en la Meseta.
Agricultura
La agricultura experimentó un gran auge. En los grandes latifundios se cultivaba principalmente trigo, vid y olivo. Roma consumía una gran cantidad de productos hispanos. Los romanos introdujeron en Hispania técnicas agrícolas como el barbecho, el arado romano, el uso de animales de tiro y el regadío.