El Conocimiento, la Virtud y la Polis: Un Estudio sobre Aristóteles
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El Proceso de Conocimiento: La Abstracción
El conocimiento comienza con los sentidos, que son la facultad de recibir las formas sensibles sin la materia. El ojo que contempla un árbol interioriza la forma del árbol, pero no su materia. La imagen particular de ese objeto queda retenida en la memoria. Después, el entendimiento agente universaliza esa imagen, que influye sobre el entendimiento paciente, que genera el concepto universal. Posteriormente, cuando se contempla un ser de la misma clase, se reconoce porque se identifica con lo visto anteriormente. Afirma Aristóteles que en todos los seres existe un principio de inteligibilidad, algo captable por la inteligencia, que es su forma o especie. La mente debe abstraer ese principio inteligible que se corresponde con su esencia y, por lo tanto, constituye su definición. Es un proceso inductivo y abstractivo que procede desde la experiencia de la sensación hasta la elaboración del concepto universal.
Ética y Política
Todas las acciones humanas se guían por un fin, pero esos fines son múltiples y subjetivos. Existen fines que se buscan como medios para fines mayores, como la salud o la riqueza, pero si existe un fin que busquemos por sí mismo, ese fin solo puede ser el bien, incluso el bien supremo. Y afirma Aristóteles que ese bien es la felicidad, pero la cuestión es ¿en qué consiste la felicidad del ser humano?
La Felicidad (Eudaimonia)
La felicidad, pues para unos es el placer, para otros la riqueza y para otros los honores. La felicidad la elegimos por ella misma y nunca por otra cosa. Por otro lado, hay tres tipos de bienes: los exteriores, los del cuerpo y los del alma; estos últimos son los bienes por excelencia. Aristóteles explica que la felicidad consiste en el ejercicio de la actividad propia del hombre, y esta no es ni la vegetativa ni la meramente sensible, sino la intelectual. Por lo tanto, el bien supremo del hombre, su felicidad, se encuentra en la actividad intelectual.
El Areté y el Término Medio
La ética es un saber práctico. La palabra areté, virtud, significa un modo de ser. Definimos algo como virtuoso porque realiza bien la función que le corresponde. En cuanto al hombre, podríamos traducir areté como excelencia humana; lo que nos hace mejores en cualquier sentido. Aunque Aristóteles nos ofrece varias definiciones de areté, en una de ellas especifica que "la areté es un hábito por el cual el hombre se hace bueno y realiza bien su función propia".
El areté es un hábito, algo que se tiene, que se incorpora a nuestro propio ser (así nos hacemos buenos, practicando actos buenos). Sobre todas estas virtudes o excelencias, destaca la justicia. Su fuerza sobre las demás consiste en su perfección, porque quien es justo se proyecta más hacia el otro que hacia sí mismo. Este planteamiento muestra el sentido de solidaridad, que corresponde esencialmente a la vida humana. Y esta perfección quiere decir que aquello que sirve para proteger al conjunto de los individuos (la sociedad) es más importante que lo que protege a uno de ellos (cada hombre concreto). Por eso, la injusticia es el mayor de los males, al desgarrar el tejido social.
Virtudes Dianoéticas
Se desarrollan en el mundo intelectual y manifiestan la vertiente racional del ser humano. Su objetivo son, en principio, las cosas necesarias, o sea, aquello que no puede ser de otra manera. Por ejemplo, que 2 + 2 sean 4. Aristóteles distingue tres tipos según las funciones de la inteligencia: la función contemplativa, la función práctica y la función productiva.
- Productiva: La posibilidad de idear objetos, de reflexionar sobre el bien y el mal en función de determinados comportamientos. Es, pues, una especie de sabiduría práctica con la que nos orientamos.
- Práctica: Hace referencia a lo contingente y cambiante de la vida. La prudencia ayuda a saber elegir bien nuestros actos para dirigir correctamente nuestra vida. Utilizando la prudencia aclaramos el término medio de una acción deliberando acerca de lo que es bueno y malo.
- Contemplativa: La unión de la ciencia y la inteligencia es la sabiduría. En estas virtudes intelectivas el alma alcanza su perfección. La sabiduría se ocupa de la contemplación de las verdades inmutables, que están por encima del hombre. Por ejemplo, del estudio de la metafísica.
Individuo y Sociedad
Las cualidades que Aristóteles estudia en la ética encuentran su sentido en la política. Es fundamental, al ser el hombre, por naturaleza, un zoon politikon, o sea, un ser que necesita, esencialmente, convivir. Por consiguiente, la política sirve para construir lo mejor posible una vida humana, y esta vida en común surgió para suplir la soledad del hombre, su debilidad y su indefensión. Es cierto que la polis griega era una forma de organización colectiva muy pequeña si se la compara con un Estado moderno, pero en sus estructuras fundamentales presentan muchas semejanzas. La ciudad, la polis, es el espacio adecuado en el que el hombre delibera y elige. Estar en medio del mundo humano requiere que los impulsos que nos mueven en él puedan ser deliberados. Esa posibilidad de elegir e inclinarnos deliberadamente al bien plantea la cuestión de que, tal vez, cada uno busca lo que le parece bien. Así, la voluntad se determina por bienes aparentes.
Esta teoría de la apariencia expresa, por tanto, la fuerza de la perspectiva personal en todas nuestras deliberaciones y decisiones; por eso, para superar la simple apariencia, será preciso el cultivo de algunas de las virtudes o excelencias que son lazos que nos unen a la sociedad. Definición de hombre según Aristóteles: zoon politikon, un animal político. La ciudad es, por tanto, un lugar donde el hombre realiza, necesariamente, su vida; donde habla y se comunica. La esencia del hombre se alcanza en ese espacio de comunicación que es la ciudad. La convivencia no tiene lugar solo en un territorio físico, sino en un territorio ideal.