Conceptos Fundamentales de Filosofía: De Platón a Descartes
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David Hume: Empirismo y Crítica a la Causalidad
Conocimiento: David Hume, en oposición al racionalismo de Descartes, sostuvo que todo conocimiento proviene exclusivamente de la experiencia sensible. Su filosofía se centra en el estudio de la naturaleza humana, explorando cómo conocemos y actuamos en el mundo. Para ello, distinguió dos tipos de percepciones:
- Impresiones: Intensas y provenientes de la experiencia directa (como el dolor o el color de un objeto).
- Ideas: Más débiles y derivadas de la memoria o la imaginación.
Además, diferenció entre:
- Ideas simples: Provienen directamente de las impresiones.
- Ideas complejas: Resultan de la combinación de ideas simples, lo que permite la formación de nociones irreales, como una jirafa rosa.
Inspirado en Newton, Hume buscó descubrir leyes que rigieran la asociación de ideas. Identificó tres:
- Semejanza: Una imagen nos recuerda a otra parecida.
- Contigüidad: Vincula ideas cercanas en espacio o tiempo.
- Causalidad: Nos lleva a conectar un acontecimiento con otro como su causa o efecto.
Sin embargo, criticó este último principio al señalar que la relación causal no es observable en sí misma, sino que es producto de la costumbre. No percibimos una conexión necesaria entre causa y efecto, sino que inferimos dicha relación por la repetición de eventos similares en el pasado.
Hume clasificó el conocimiento en dos tipos:
- Cuestiones de hecho: Derivan de la experiencia y pueden ser falsas o verdaderas (no es contradictorio negar una de ellas, como afirmar que mañana no saldrá el sol).
- Relaciones de ideas: Verdades necesarias que se sostienen por el principio de no contradicción (afirmaciones matemáticas o lógicas). No nos informan sobre la realidad, sino solo sobre cómo están organizadas nuestras ideas.
Su escepticismo lo llevó a cuestionar nociones fundamentales como la sustancia, el alma y el mundo. La sustancia, según Hume, no tiene impresión correspondiente, ya que solo percibimos atributos cambiantes (como el color de una casa), pero no un sustrato permanente. Del mismo modo, no tenemos impresión directa del "yo" como entidad permanente, sino solo de un flujo constante de percepciones. Así, el alma y el mundo como realidades independientes carecen de base empírica. Finalmente, concluyó que la ciencia no ofrece verdades absolutas, sino principios útiles basados en la costumbre, abogando por una actitud tolerante y crítica ante cualquier afirmación categórica.
René Descartes: Racionalismo y Método
Conocimiento: Descartes se enfrenta a la dispersión de opiniones en las ciencias y busca un método que garantice certeza absoluta. Rechaza la idea aristotélica de múltiples métodos según el objeto de estudio y propone un único método basado en la certeza matemática, pues la aritmética y la geometría operan con intuiciones y deducciones infalibles. Todo conocimiento verdadero debe seguir el mismo procedimiento riguroso. Para estructurar este conocimiento, Descartes compara la ciencia con un árbol:
- Metafísica: la raíz.
- Física: el tronco.
- Aplicaciones (mecánica, medicina y moral): las ramas.
La base de todo es la matemática, que proporciona el método universal.
Para alcanzar la certeza, formula cuatro reglas del método:
- Regla de evidencia: Aceptar solo lo claro y distinto, evitando errores por falta de precisión.
- Regla de análisis: Descomponer los problemas en partes más simples hasta alcanzar ideas evidentes.
- Regla de síntesis: Reconstruir el conocimiento ordenadamente, ascendiendo de lo simple a lo complejo.
- Regla de enumeración: Revisar el proceso para evitar errores.
Estas reglas buscan eliminar la incertidumbre y garantizar la validez del conocimiento, al igual que los matemáticos al resolver ecuaciones.
Para aplicar este método, Descartes inicia una duda metódica, poniendo en cuestión todas sus creencias en busca de una verdad absolutamente indudable. Primero, duda de los sentidos, pues pueden engañarnos (ilusiones ópticas o sueños). Luego, aunque los sentidos pudieran transmitir algo real, no hay forma segura de distinguir entre sueño y vigilia. Aun cuando ciertas verdades matemáticas parecen indiscutibles, imagina la posibilidad de un genio maligno que lo engañe incluso en ellas.
Sin embargo, al dudar, se da cuenta de que la duda misma implica pensamiento, y pensar requiere existencia. Así, descubre una verdad indudable: pienso, luego existo (cogito, ergo sum). Este principio se convierte en la base sobre la que puede reconstruir el conocimiento con certeza absoluta. Desde esta verdad fundamental, puede garantizar la validez del método cartesiano, pues ha encontrado una primera idea clara y distinta.
El cogito permite a Descartes reconstruir el conocimiento desde un punto firme, rechazando la incertidumbre. La metafísica fundamenta el conocimiento, la física desarrolla sus principios y las ciencias aplicadas derivan de ella. El método cartesiano, basado en la claridad, la deducción y la revisión rigurosa, busca unificar el saber bajo un criterio universal, asegurando que todo conocimiento legítimo se construya con la misma solidez que las matemáticas.
Dios en el Pensamiento Cartesiano
Dios: Descartes, en su búsqueda de un conocimiento cierto, se enfrenta al problema de la duda metódica, que deja abierta la posibilidad de que un genio maligno nos engañe. Para superar esta incertidumbre y garantizar la validez del conocimiento, debe demostrar la existencia de un Dios omnisciente y bondadoso que no permita el engaño sistemático.
En las Meditaciones Metafísicas, Descartes ofrece dos argumentos para probar la existencia de Dios:
- Argumento ontológico (inspirado en San Anselmo): La idea de Dios es única, ya que implica todas las perfecciones posibles. Si Dios no existiera, le faltaría la perfección de la existencia, lo que sería contradictorio. Dado que todos los seres humanos poseen esta idea innata, la existencia de Dios es necesaria.
- Argumento cosmológico (basado en el principio de causalidad): Las ideas deben tener una causa con al menos tanta realidad como su contenido. La idea de un ser infinitamente perfecto no puede haber sido generada por un ser finito como el ser humano, por lo que su causa debe ser Dios mismo. Como esta idea está presente en toda sustancia pensante, Dios debe existir.
Estos argumentos permiten descartar la hipótesis del genio maligno y restablecer la confianza en el conocimiento claro y distinto. El error proviene del mal uso de la razón. La existencia de un Dios bueno garantiza que, si seguimos correctamente las reglas del método, podemos alcanzar verdades indudables.
La demostración de la existencia de Dios es clave para la filosofía cartesiana, pues fundamenta la posibilidad del conocimiento verdadero y permite aplicar su método racionalista. Al invalidar la hipótesis del genio maligno, Descartes establece las bases del pensamiento moderno, donde la razón se convierte en el criterio supremo de certeza.
El Ser Humano según Descartes
El apartado sobre el ser humano en Descartes es una repetición del apartado de Dios. Se procede a eliminar la redundancia y a desarrollar el concepto correcto a partir del apartado de la moral.
Ser humano: Descartes defiende un dualismo sustancial: el ser humano está compuesto por dos sustancias separadas:
- Sustancia pensante (alma): inmaterial y racional.
- Sustancia extensa (cuerpo): opera mecánicamente.
Este dualismo plantea la necesidad de explicar cómo interactúan ambas sustancias. Descartes sugiere que esta conexión ocurre a través de la glándula pineal, donde el cuerpo influye en la mente mediante las pasiones (emociones involuntarias originadas en el cuerpo). Estas pasiones afectan al pensamiento y pueden interferir con la razón. La moral cartesiana consiste en someter las pasiones al entendimiento, logrando que la razón tenga dominio sobre las emociones.
La Moral en Descartes
Moral: El problema fundamental de la moral en Descartes se encuentra en la relación entre el alma y el cuerpo. Para Aristóteles, el alma era simplemente la forma del cuerpo, sin existencia independiente. Sin embargo, Descartes, como se ha visto, defiende un dualismo sustancial.
Para Descartes, la moral es una rama del conocimiento que depende tanto de la metafísica como de la física. La moral perfecta solo podrá alcanzarse una vez que se complete el estudio matemático del mundo físico y se apliquen sus principios a la conducta humana. Esta moral garantizaría la felicidad y la perfección, ya que la verdadera libertad radica en elegir lo que la razón reconoce como bueno y verdadero.
No obstante, dado que no podemos esperar a desarrollar esta moral perfecta para guiar nuestras acciones, Descartes propone una moral provisional, con reglas prácticas:
- Obedecer las leyes y costumbres del país, eligiendo las opciones más moderadas.
- Ser firme y decidido en las opiniones y acciones, incluso en situaciones de duda, para evitar la inacción.
- Adaptar los deseos a la realidad, en lugar de tratar de cambiar el mundo.
- Dedicarse al cultivo de la razón y la búsqueda de la verdad.
En resumen, la moral cartesiana es el resultado de la aplicación del método racional al comportamiento humano. Aunque el ideal sería una moral basada en principios científicos, la moral provisional permite guiar la acción mientras se desarrolla el conocimiento. La clave para la felicidad y la perfección reside en la subordinación de la voluntad a la razón, el autocontrol de las pasiones y la firmeza en la acción según los principios racionales.
Platón: Conocimiento y Realidad
Conocimiento: Para Platón, la relación entre conocimiento y realidad es inseparable. Lo que verdaderamente existe son las ideas o formas, realidades inmutables, perfectas y universales que constituyen la esencia de todas las cosas. Los objetos del mundo sensible son meras copias de estas ideas, imperfectas y cambiantes. El conocimiento verdadero, o episteme, consiste en captar estas ideas universales. Los objetos sensibles solo "participan" o "imitan" las ideas.
Platón establece una distinción entre dos mundos:
- Mundo sensible: percibido a través de los sentidos.
- Mundo inteligible: accesible solo por medio de la razón.
Este dualismo se ilustra en el símil de la línea, en el que el conocimiento se divide en cuatro niveles:
- Imaginación: sombras y reflejos.
- Creencia: objetos sensibles.
- Razón discursiva: entidades matemáticas.
- Contemplación intelectual: ideas puras. Solo aquí se alcanza el conocimiento auténtico.
La teoría de la reminiscencia refuerza esta visión: conocer es recordar, ya que el alma, antes de encarnarse, contemplaba las ideas en su estado puro. El aprendizaje es la recuperación de lo que el alma ya conocía, mediante el razonamiento y la dialéctica. El conocimiento no es algo externo, sino una revelación interna.
El mito de la caverna ilustra la dualidad entre el mundo sensible y el mundo inteligible. Los prisioneros en la caverna solo ven sombras (opinión o doxa). Al liberarse, contemplan los objetos reales, y finalmente, el Sol, que simboliza la idea del Bien. Solo al salir de las apariencias y alcanzar la comprensión de las ideas, se accede al conocimiento auténtico.
Platón critica a los sofistas, quienes buscan el éxito persuasivo mediante la retórica, mientras que el filósofo, a través de la razón, busca la verdad. El conocimiento auténtico solo se alcanza al trascender las apariencias sensoriales y aprehender las ideas universales. Este proceso es esencial en la búsqueda de la verdad y la formación de una vida guiada por la razón.
Aristóteles: Ética y Felicidad
Ética: En su Ética a Nicómaco, Aristóteles aborda cómo los seres humanos deben comportarse para alcanzar una conducta virtuosa. Todas las acciones humanas tienen una finalidad (causa final). Muchas veces no perseguimos un fin directamente, sino que usamos medios para alcanzar otros fines (trabajamos para obtener dinero y disfrutar de vacaciones). ¿Existe algún bien que busquemos por sí mismo? Aristóteles afirma que la felicidad es ese bien supremo.
Aunque la felicidad es un concepto ampliamente aceptado, no todos la entienden igual. Aristóteles sostiene que todos los humanos comparten una naturaleza común, y la verdadera felicidad consiste en cumplir adecuadamente esa naturaleza. La felicidad se logra mediante el florecimiento del ser humano, actualizando las mejores potencialidades. Dado que la naturaleza humana tiene dos aspectos (apetitivo e intelectual), Aristóteles identifica dos tipos de virtudes:
- Virtudes éticas.
- Virtudes dianoéticas.
Las virtudes éticas se relacionan con el carácter y las emociones. Se refieren a la capacidad de responder adecuadamente ante deseos, pasiones y apetitos. Ser virtuoso éticamente implica tomar decisiones adecuadas ante pasiones como el miedo, el amor o la tristeza. A través de la práctica, estas decisiones se convierten en hábitos. La virtud es un hábito de actuar adecuadamente frente a nuestras pasiones. Las virtudes son siempre un término medio entre dos extremos viciosos. Por ejemplo, la valentía es el término medio entre la cobardía (defecto) y la temeridad (exceso). Estos términos medios varían según la intensidad con que cada persona experimente sus pasiones.
Las virtudes dianoéticas se relacionan con la parte racional. Buscan desarrollar al máximo las capacidades intelectuales, como la sabiduría y la prudencia. La sabiduría se refiere al conocimiento teórico sobre el cosmos, mientras que la prudencia trata de la aplicación práctica de este conocimiento para vivir adecuadamente. Aristóteles considera que la vida más elevada es la vida contemplativa, dedicada al estudio y la reflexión teórica, ya que es la más autónoma y placentera. Vivir contemplativamente es la forma más pura de felicidad.
Platón: Política y Justicia
Política: Para Platón, la política está íntimamente ligada a la ética. Al igual que el alma humana debe ser gobernada por la razón, la polis ideal debe ser dirigida por los filósofos. Estos, al tener acceso al conocimiento de las ideas, especialmente de la idea del Bien, están mejor capacitados para guiar a la sociedad hacia la justicia y el orden. En La República, Platón desarrolla su visión de una sociedad ideal, en la que la justicia surge cuando cada clase cumple con su función, lo que mantiene la armonía social.
Platón divide a la sociedad en tres clases, que corresponden a las tres partes del alma humana:
- Productores: Tareas materiales (agricultura, comercio). Representan la parte concupiscible (deseos).
- Guardianes: Defensa de la ciudad y seguridad. Simbolizan la parte irascible (emociones).
- Gobernantes o filósofos: Los más sabios, responsables de legislar y dirigir. Representan la parte racional.
La justicia en la polis se logra cuando cada clase desempeña su papel sin interferir en el de las otras. La política debe estar orientada al Bien común. Los filósofos son los más capacitados para gobernar porque, al conocer la verdad, pueden dirigir la sociedad hacia la justicia verdadera. De aquí surge la teoría del rey-filósofo: solo cuando los filósofos gobiernen o los gobernantes se conviertan en filósofos se alcanzará una verdadera justicia.
Platón critica las formas degeneradas de gobierno:
- Timocracia: basada en el honor.
- Oligarquía: gobiernan los ricos.
- Democracia: el poder lo ejerce la multitud.
- Tiranía: gobierno despótico.
Son perversiones que surgen cuando el equilibrio de la polis se rompe y los intereses individuales prevalecen sobre el Bien común.
Platón rechaza la presencia de los poetas en la polis ideal, pues considera que sus obras fomentan la irracionalidad y las pasiones, desviando a los ciudadanos del camino racional y justo.
Platón ve la política como una extensión de la ética, donde el orden y la justicia en la sociedad reflejan el equilibrio y la armonía del alma humana. Su propuesta de una polis gobernada por filósofos busca garantizar que la razón y el conocimiento del Bien guíen la vida política.
Santo Tomás de Aquino: Las Cinco Vías para Demostrar la Existencia de Dios
Dios: En la filosofía de Santo Tomás de Aquino, el problema de la existencia de Dios se aborda mediante sus famosas Cinco Vías, cinco pruebas racionales que intentan demostrar la existencia de Dios a partir de la observación del mundo natural. A diferencia de San Anselmo, que intenta probar la existencia de Dios desde la idea de un ser perfecto, Santo Tomás parte de la experiencia y los principios básicos que rigen el mundo.
- Primera vía: Se basa en el movimiento. Todo en el universo está en movimiento, y cada movimiento implica que algo ha sido movido por otra cosa. Si no existiera un primer motor inmóvil, el movimiento no habría comenzado. Este primer motor es Dios.
- Segunda vía: Analiza la causalidad eficiente. Todo efecto tiene una causa, y cada causa depende de otra anterior. Si no hubiera una causa primera, no existiría nada. Esta causa primera es Dios.
- Tercera vía: Se relaciona con la contingencia. Las cosas que existen son contingentes (podrían existir o no). Si todo fuera contingente, en algún momento no habría existido nada. Debe haber un ser necesario cuya existencia no dependa de nada más, y ese ser es Dios.
- Cuarta vía: Se basa en los grados de perfección. En el universo encontramos diferentes grados de bondad, belleza y perfección. Para reconocer estos grados, debe haber un ser que sea el máximo en cada cualidad, y ese ser es Dios.
- Quinta vía: Se refiere al orden del universo. Las cosas irracionales siguen un orden que no puede ser fruto del azar. Este orden indica la existencia de una inteligencia que lo guía, y esa inteligencia es Dios.
A través de estas cinco vías, Santo Tomás demuestra la existencia de Dios y sus características: es el motor inmóvil, la causa primera, el ser necesario, el ser perfecto y la inteligencia ordenadora. Estas pruebas muestran cómo la razón humana puede conocer a Dios a partir de la observación del mundo natural.
San Agustín: El Ser Humano y su Relación con Dios
Ser humano: San Agustín ofrece una visión profunda del ser humano, concebido como una unidad compuesta por cuerpo y alma. Esta interacción define a la persona humana. Para Agustín, la naturaleza humana incluye elementos fundamentales como el alma, el tiempo, la memoria, el entendimiento y la voluntad.
Siguiendo la división aristotélica, Agustín distingue tres facultades del alma:
- Vegetativa: funciones biológicas.
- Sensitiva: capacidades de percibir y sentir.
- Racional: capacidad de razonar y comprender.
Agustín también introduce una división interna del alma, centrada en:
- Memoria: almacena información y proporciona una imagen continua del ser, permitiendo la identidad personal.
- Entendimiento: permite alcanzar la verdad. Está iluminada por Dios, permitiendo que el conocimiento trascienda lo sensible y acceda a la verdad eterna.
- Voluntad: facultad de amar y elegir, orientando nuestras decisiones hacia el bien. Se divide entre el Amor Dei (amor a Dios) y el amor sui (amor a uno mismo).
El tiempo es otro tema clave. Para Agustín, los humanos experimentamos el tiempo como un continuo de cambio. Esta dimensión temporal está limitada por el presente, y las facultades de memoria y expectación permiten al alma proyectarse hacia el pasado y el futuro, acercándose a la eternidad divina.
Finalmente, Agustín introduce una teoría de los dos amores. El Amor Dei lleva al ser humano hacia la salvación, mientras que el amor sui puede desviar a la persona del camino divino. Esta lucha interna es una característica esencial de la vida humana.
San Agustín concibe al ser humano como una unidad de cuerpo, alma y espíritu, cuyo conocimiento y relación con Dios dependen de la memoria, el entendimiento y la voluntad, y cuya vida está marcada por la tensión entre los dos amores.