Conceptos Filosóficos Fundamentales: Ser, Realidad, Dolor y Trascendencia
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Ser y Devenir
El ser está constituido por el conjunto de todo lo que existe o es. En un sentido restrictivo, se considera que la realidad es todo aquello de lo que podemos tener experiencia: seres observables. En un sentido amplio, se considera que no solo tienen existencia los seres materiales y observables de la ciencia, sino también realidades subjetivas que conocemos íntimamente: productos culturales, realidades inmateriales o espirituales. El devenir y el fluir del tiempo, así como el cambio, han constituido desde la Antigüedad uno de los grandes problemas filosóficos.
Realidad y Apariencia
Realidad es el conjunto de todos los seres y objetos que tienen existencia por sí mismos, independientemente de un sujeto que los perciba. Apariencia es la forma en que se manifiesta o aparece la realidad a los sujetos que la perciben. En la relación entre la realidad y la apariencia, hay quienes ven en las apariencias una representación de la realidad que nos acerca a ella y, en cambio, quienes la consideran una ocultación, que nos engaña y aparta de la auténtica realidad.
El Ser y la Nada
Ser es lo que hay, lo que existe, la realidad. Nada es la negación del ser y, por tanto, lo que no es, lo que no existe o no tiene realidad. Se pueden dar distintas posturas:
- La nada es una pseudoidea: según Henri Bergson, la nada es un término sin significado, ya que no puede ni imaginarse ni pensarse.
- La nada es un término lógico: podemos usar el término "nada" en el lenguaje con la función de expresar la negación de una existencia, independientemente de si le corresponde un concepto real o no.
Espiritualismo y Materialismo
Espiritualismo: se consideran espiritualistas aquellos pensadores que sostienen que, además de la realidad material de la que tenemos experiencia, existe una realidad espiritual que le da sentido, como la mente o Dios. Materialismo: se consideran materialistas aquellos filósofos que niegan la existencia de realidades de tipo espiritual y, por tanto, reducen o identifican todo lo que hay a realidad material o sensorial.
El Dolor
En todos los casos, hablamos de dolor si existe sufrimiento. Podemos distinguir entre:
- El dolor físico: una sensación determinada, caracterizada por su naturaleza desagradable. Incluye las más variadas sensaciones, pero todas ellas tienen un destacado componente físico.
- El dolor espiritual o vital: es una experiencia de aflicción o angustia que puede estar producida por innumerables causas, como la pérdida de alguien. Se producen estados de desánimo o sufrimiento, que denominamos depresión, tristeza, melancolía, etc.
El dolor se considera, en algunos casos, efecto de la finitud humana y, en otros, como la causa de esta. Se puede considerar un efecto, como consecuencia de las limitaciones que nos impone la vida. Pero también se puede considerar a la inversa. Cuando no hay una causa aparente que justifique este dolor intenso, podemos pensar que este es natural o inherente a la vida misma. El dolor vital no parece un efecto de las limitaciones de la vida, sino causa de ellas.
El Problema del Bien y el Mal
Son conceptos abstractos derivados de su constatación cotidiana en situaciones particulares muy diversas. Podemos preguntarnos si todas las cosas, acciones y hechos que consideramos buenos, por un lado, y malos por otro, comparten algún rasgo común esencial que podamos considerar el bien o el mal, respectivamente. Existen dos posiciones principales:
Posición Realista
El bien es una realidad existente, a menudo identificada con el ser, mientras que el mal sería la negación del bien y la ausencia del ser. Decimos que algo es bueno porque participa de una realidad eterna e inmutable, la idea del bien. Por el contrario, el mal no puede ser una idea, ya que implica ausencia del bien. El mal es algo indeterminado, asociado a la oscuridad y a la confusión.
Posición Nominalista
Niega la existencia del bien y el mal como realidades objetivas independientes. Los positivistas afirman que los adjetivos "bueno" y "malo" no indican una cualidad natural de las cosas. Por eso, los que identifican el significado del adjetivo "bueno" con una cualidad natural, como lo agradable, cometen una falacia naturalista: confunden la esencia de lo bueno con los efectos que producen en nosotros las cosas que consideramos buenas. El bien y el mal son términos cuya función es expresar un juicio valorativo. Cuando alguien afirma que algo es bueno, no hace otra cosa que expresar su opinión de que aquello es deseable o conveniente, y lo contrario cuando dice que algo es malo.
La Experiencia Mística
Es la forma más peculiar e inusual de experiencia religiosa. El místico se siente en contacto directo con la divinidad. El místico recurre a una serie de actividades de purificación que le hagan digno de tal encuentro. Entre las más frecuentes están la contemplación y la meditación. El místico logra la actitud necesaria para la unión con Dios. Es una experiencia difícilmente comunicable. Cuando quiere expresarse con palabras, se recurre a la comparación con la experiencia amorosa.
El Problema de la Trascendencia
La problematización del sentido de la existencia a causa del dolor y la muerte se resuelve o traduce en el deseo de trascendencia.
El Absoluto
La necesidad esencial que siente la persona de abrirse y acceder a algo superior que dé sentido a su existencia nos lleva a aclarar en qué consiste ese algo que rebasa las dimensiones de lo humano, pero que hace lo humano comprensible y valioso. Lo Absoluto posee una serie de rasgos:
- Incondicionado e independiente: no necesita de algo distinto a sí mismo para ser. Su existencia no depende de nada ni de nadie y, sin embargo, es causa y razón de la existencia de todo lo demás.
- Infinito e ilimitado: no está sujeto a las limitaciones del espacio ni a los avatares del tiempo.
- Sobrehumano: los anteriores rasgos se resumen en este, pues su carácter incondicionado e ilimitado hace que lo Absoluto sea una realidad que sobrepasa las dimensiones de lo humano.
Experiencia de la Muerte
La muerte parece ser algo personal, algo íntimo de cada uno. Nuestra muerte nos pertenece de la misma forma que nos pertenece nuestra vida, y nadie puede vivirla por nosotros. Intuitivamente, parece que no. Para nosotros mismos, nuestra muerte es un misterio, algo que podemos esperar, prever, pero no sentir. La muerte solo existe cuando deja de haber vida. La propia naturaleza de la muerte hace que esta sea inexperimentable. Para algunos autores, creer que podemos experimentarla a través de la muerte ajena es una ilusión; solo podemos asistir como espectadores. Pero, por muy doloroso que sea ver morir a seres queridos, el verdadero carácter de la muerte queda velado, oculto, inaccesible para nosotros. Solo vivimos directamente, íntimamente, lo que la muerte ajena produce en nosotros, el estado en que nos deja la no existencia del otro. Pero, estrictamente, todos estos sentimientos no son experiencias de lo que es la muerte, sino de lo que esta produce en los demás y no en el que fallece.
La Muerte
Podemos entender la muerte como la destrucción de algo. Pueden morir también los objetos, todo tipo de realidades en tanto que dejan de ser lo que eran y pasan a ser otra cosa. En este sentido amplio, prácticamente todos los seres están sujetos a ella, porque pueden ser destruidos. En el ámbito de la naturaleza, se distinguen dos tipos de seres: los inorgánicos y los orgánicos.
- En los seres inorgánicos, la muerte supone una desestructuración.
- Puede definirse la muerte de forma más precisa como la pérdida de las propiedades características de la vida y que llevan a la destrucción del organismo. Solo puede aplicarse a los seres orgánicos.
La forma en que mueren todos estos seres es similar, aunque en las personas posee un valor que nos hace hablar de especificidad de la muerte humana.
Rasgos Comunes
Para plantas y animales, la muerte, la pérdida de vida, se produce cuando los órganos vitales dejan de ejercer su función. Puede tener básicamente dos causas:
- Muerte accidental: cuando los órganos vitales dejan de funcionar por causas externas o accidentales.
- Muerte natural: cuando la causa es interna.
Rasgo Específico
El ser humano es consciente de su propia muerte: saber que inevitablemente ha de morir conlleva que la muerte condicione toda su existencia; puede considerarse un elemento fundamental de la propia vida. Sabernos mortales puede dar sentido a nuestra vida y a lo que sucede en ella.