Concepción Aristotélica del Ser Humano: Antropología, Ética y Política
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Antropología Aristotélica
Aristóteles considera al hombre como un ser del mundo físico. Difiere de Platón en que no existe una gran separación entre el alma y el cuerpo. Cuando el individuo muere, este desaparece, pero la especie permanece. Considera al alma en concordancia con la especie. Cada especie tiene un tipo de alma que realiza una serie de funciones, las cuales están jerarquizadas y nos diferencian de otras especies. Estas funciones son tres:
- La función vegetativa, que consiste en nutrirse y reproducirse, y está destinada a las plantas.
- La función sensitiva, que consiste en el movimiento y en el sentimiento, y la desarrollan principalmente los animales.
- La función racional, que consiste en la búsqueda de la verdad por medio de la razón. Es la que nos da la felicidad a los hombres.
Están en orden, pues la que es más compleja que la otra contiene a las anteriores. El hombre está compuesto por sustancia primera (individuo) y sustancia segunda (especie). Lo que existe es la especie encarnada en un individuo, la especie no existe por sí sola. Finalmente conocemos la especie, el individuo desaparece con su muerte. Aun así, hay una posible interpretación sobre la inmortalidad del hombre. El alma es la forma del cuerpo. Alma y cuerpo son principios que necesitan unirse para formar una sustancia llamada hombre. Según la teoría hilemórfica, Aristóteles interpreta al hombre como un compuesto de materia y forma: si el cuerpo muere, el alma desaparece de él. Podemos considerar tres etapas en la antropología aristotélica:
- La primera es de interpretación platónica, pues dice que alma y cuerpo son sustancias distintas. En esta etapa, Aristóteles defiende la preexistencia del alma y su transmigración cuando muere el cuerpo.
- En la segunda etapa, el alma, aunque distinta del cuerpo, está unida al cuerpo de manera accidental.
- En la tercera etapa, el alma deja de ser entendida como una sustancia independiente y pasa a ser una estructura unida con el cuerpo.
Así pues, podemos afirmar que el cuerpo es el elemento capaz para recibir una forma y el alma es la forma de un cuerpo. En sus escritos finales, Aristóteles no admite la preexistencia del alma ni la transmigración de esta. No aclara bien si el alma es mortal o no.
Ética Aristotélica
Aristóteles escribe su propia ética en Ética a Nicómaco. Sostiene que una persona para ser feliz no tiene que ser ciudadano, entendido como persona con derechos dentro de la polis. Aquí difiere con Platón. Así pues, un ciudadano que viva en la polis y con libertad, aunque no tenga derechos, puede ser feliz. En cambio, una persona que no vive dentro de ella no puede ser feliz. Para ser hombre has de saber comunicarte, ser racional.
Algunos pensadores consideran la ética de Aristóteles eudemonista, es decir, que busca la felicidad. Aristóteles propone buscarla haciendo lo que nos corresponde por naturaleza. Por una parte, podemos obtener una felicidad animal, a partir de las funciones vegetativas y sensitivas. Esto se considera virtud moral, que consiste en encontrar el punto medio. El justo medio es encontrar el equilibrio entre cobarde y temerario. Podemos decir que es la templanza. Lo que nos hace verdaderamente felices es la función racional, que es lo considerado como virtud intelectual. Esta virtud se compone de varios tipos:
- La virtud del arte (fabricar).
- La de la prudencia (saber lo que conviene en cada momento).
- La sabiduría (virtudes de inteligencia, ciencia y logos: la que nos hace más felices). Para Aristóteles esta última es la más importante.
Además, Aristóteles atribuye importancia a la fortuna (suerte) y del hábito (hacer las cosas bien para que nos cueste menos).
También reconoce la libertad de medios para ser feliz, siendo nuestra propia naturaleza, aunque el fin viene marcado por la naturaleza y no es libre.
Política Aristotélica
Aristóteles dice que el hombre es un animal político. El hombre para desarrollarse tiene que vivir dentro de una polis. De este modo, los demás ciudadanos le educan y le enseñan la disciplina de las leyes. Además, si no tenemos comunicación con otros humanos, no nos desarrollamos como hombres, pues necesitamos poner en común los saberes. El hombre no puede alcanzar su inteligencia (entelequia) sin la sociedad. Aristóteles distingue, según el número de gobernantes, entre gobierno bueno y malo. Para ello, debe haber clases sociales divididas en estamentos con otros modos de vida. Las formas de gobierno importantes para Aristóteles y aceptables son la politeia, la aristocracia y la monarquía. Es difícil que estas formas de estado no se vean deslegitimadas y se conviertan en oligarquías y timocracias. Para juzgar si los estados son buenos o no depende de una serie de características. Para empezar, el gobernante debe dedicarse al bien común y no al suyo propio. Algunos ciudadanos deben dedicarse a la sabiduría y todos los ciudadanos han de conocerse entre sí. Por otra parte, los gobernantes tienen que ser los más ancianos, pues son los más sabios. La educación tiene que ser pública porque esto es beneficioso para el estado. También puede haber distinciones entre los grupos sociales, pero no tan estrictas. Para concluir, los esclavos han nacido para obedecer, pues lo son por naturaleza. Aristóteles dice en último término que el mejor gobierno sería una mezcla de las tres buenas formas de gobierno. El puesto clave era el de los aristócratas, ya que su gobierno era para el beneficio de todos, para el de la politeia.