Comentario las colectivizaciones en el bajo aragon
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LAS COLECTIVIZACIONES EN EL BAJO ARAGÓNEn la segunda mitad del año 1936 y principios del 37 tuvo lugar en la zona dominada por el Frente Popular la mayor revolución social ocurrida en España en mucho tiempo. Desde el momento en que el presidente del gobierno, José Giral, decidió repartir armas entre las organizaciones obreras y éstas, en muchas zonas de España, lograron neutralizar a los militares sublevados, el poder se repartió en numerosas organizaciones para las que el orden burgués republicano había tocado a su fin y era la hora del pueblo. Los sombreros característicos de la burguesía desaparecieron de las calles en Barcelona, los restaurantes y hoteles fueron tomados por los empleados, las rentas y subsidios fueron controlados por comités de vecinos, todos los obreros llevaban armas en las calles, las fábricas fueron colectivizadas y, en otros sitios como Aragón, el campo también fue colectivizado.
En todos los lugares, Aragón, Valencia, Castilla La Mancha... fue el desmoronamiento de la legalidad vigente y no el empuje e intensidad de las luchas sociales, la causa fundamental de que el Estado y las clases dominantes quedaran incapacitadas. En el horizonte sólo existía una mezcla de confusión y expectativas. Vencidos los sublevados, el poder pasó a las milicias y los sindicatos. De estos nuevos poderes surgieron, amparados por las armas, las incautaciones y de éstas surgieron la mayoría de explotaciones colectivas.
Los lugares más cercanos a nuestra memoria y donde esta revolución tuvo más auge fueron Aragón y Cataluña (sin menospreciar otros lugares).
En Aragón, la revolución tuvo lugar al calor de la llegada de las milicias procedentes de Barcelona, aunque estas mismas milicias eran las causantes también de robar los jamones a los campesinos de los pueblos y de arramblar con todo lo que pillaban. La creación del Consejo de Aragón en octubre de 1936 y su aprobación definitiva por el gobierno de Largo Caballero en diciembre intentó controlar y dirigir estas incautaciones realizadas y la aplicación del ideal de comunismo libertario. El problema fue, al igual que en otros lugares del país, las diferencias ideológicas entre los integrantes del Frente Popular. Un Consejo de Aragón controlado por los anarquistas al igual que algunas de las milicias que se encontraban en el frente y partidarias de no perder estas conquistas revolucionarias, pero que se enfrentaban con los republicanos, con los socialistas y con los comunistas partidarios de suavizar el discurso ante el mundo, de evitar el auge de los anarquistas y de dar primacía a la guerra, la reorganización del ejército y el control frente a la revolución llevada a cabo.
Estos enfrentamientos tuvieron su culminación en Barcelona en mayo de 1937 y en la obligación del encuadramiento de las milicias en el nuevo ejército popular. Los anarquistas fueron derrotados y las ideas de primero la guerra y después ya vendrá la revolución fueron las que quedaron. Muchos milicianos desertaron ante esta situación; Largo Caballero fue destituido y Negrín le sustituyó en el puesto. El POUM fue perseguido y sus líderes encarcelados. Poco después, en agosto del 37, el Consejo de Aragón fue eliminado.
Las conquistas revolucionarias, las colectivizaciones realizadas en el campo y en la industria catalana terminaban con la centralización del poder que fueron implantando los comunistas con el apoyo de socialistas y republicanos
En todos los lugares, Aragón, Valencia, Castilla La Mancha... fue el desmoronamiento de la legalidad vigente y no el empuje e intensidad de las luchas sociales, la causa fundamental de que el Estado y las clases dominantes quedaran incapacitadas. En el horizonte sólo existía una mezcla de confusión y expectativas. Vencidos los sublevados, el poder pasó a las milicias y los sindicatos. De estos nuevos poderes surgieron, amparados por las armas, las incautaciones y de éstas surgieron la mayoría de explotaciones colectivas.
Los lugares más cercanos a nuestra memoria y donde esta revolución tuvo más auge fueron Aragón y Cataluña (sin menospreciar otros lugares).
En Aragón, la revolución tuvo lugar al calor de la llegada de las milicias procedentes de Barcelona, aunque estas mismas milicias eran las causantes también de robar los jamones a los campesinos de los pueblos y de arramblar con todo lo que pillaban. La creación del Consejo de Aragón en octubre de 1936 y su aprobación definitiva por el gobierno de Largo Caballero en diciembre intentó controlar y dirigir estas incautaciones realizadas y la aplicación del ideal de comunismo libertario. El problema fue, al igual que en otros lugares del país, las diferencias ideológicas entre los integrantes del Frente Popular. Un Consejo de Aragón controlado por los anarquistas al igual que algunas de las milicias que se encontraban en el frente y partidarias de no perder estas conquistas revolucionarias, pero que se enfrentaban con los republicanos, con los socialistas y con los comunistas partidarios de suavizar el discurso ante el mundo, de evitar el auge de los anarquistas y de dar primacía a la guerra, la reorganización del ejército y el control frente a la revolución llevada a cabo.
Estos enfrentamientos tuvieron su culminación en Barcelona en mayo de 1937 y en la obligación del encuadramiento de las milicias en el nuevo ejército popular. Los anarquistas fueron derrotados y las ideas de primero la guerra y después ya vendrá la revolución fueron las que quedaron. Muchos milicianos desertaron ante esta situación; Largo Caballero fue destituido y Negrín le sustituyó en el puesto. El POUM fue perseguido y sus líderes encarcelados. Poco después, en agosto del 37, el Consejo de Aragón fue eliminado.
Las conquistas revolucionarias, las colectivizaciones realizadas en el campo y en la industria catalana terminaban con la centralización del poder que fueron implantando los comunistas con el apoyo de socialistas y republicanos