Cicerón: Retórica, Oratoria y Filosofía en la Antigua Roma
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La Retórica y la Oratoria en Roma
1. Cicerón (107-43 a.C.)
La época que vivió Cicerón fue especialmente propicia para el ejercicio del discurso. La República estaba en un momento intenso y álgido: las tensiones entre partidos eran máxima. Cicerón fue testigo de cuatro enfrentamientos civiles: el de Mario contra Sila, el de César contra Pompeyo, la rebelión de Espartaco y la Conjuración de Catilina. Fue defensor de la República, y por ello no vio con buenos ojos el triunfo de César, en quien adivinaba tendencias dictatoriales e imperialistas.
La Obra Oratoria de Cicerón
Los discursos de Cicerón se pueden dividir en dos grandes grupos:
- Discursos Judiciales: pronunciados ante un tribunal.
- Discursos Políticos: pronunciados en el Senado o en el Foro.
Cicerón muestra un estilo cambiante. Arrancó de postulados “Asiánicos”, con frases largas, ampulosas y dicción vehemente, mientras que en su madurez marcó su propio estilo y, en su última etapa, cultivó un aticismo con matices. Cicerón pretendió hacer creer que su estilo no era asianista ni aticista, sino rodio y que se situaba en medio de ambas corrientes, pero lo cierto es que le sedujeron más el barroquismo, el artificio y la pompa que la concisión.
Los discursos Judiciales: Pro Fronteio y Pro Rabirio.
Los discursos Políticos: De imperio Pompeii (alegato a favor de Pompeyo frente a César), Catalinarias (cuatro discursos contra Catilina, que tramó una conspiración para hacerse con el poder y Cicerón lo descubrió) y Filípicas (discursos virulentos contra Marco Antonio).
La Obra Retórica de Cicerón
Llevó a cabo una fecunda actividad como crítico literario o teorizante de retórica. Sus obras más grandes fueron De Oratore y Brutus.
Cicerón, en sus obras retóricas, explicó las cinco partes del proceso que exige el discurso:
- Inventio: búsqueda de los argumentos.
- Dispositio: distribución adecuada de esos argumentos.
- Elocutio: arte de adornar las ideas con la sintaxis precisa.
- Memoria: recordar cada dato.
- Actio: gestos, voz, énfasis…
También explicó la estructura del discurso:
- Exordium: introducción.
- Narratio: dividida en dos partes: positiva –probatio- y negativa –refutatio-.
- Peroratio: conclusión.
Cada parte tiene una técnica especial para llevar a buen puerto el discurso, cuya finalidad es docere, delectare y movere, es decir, instruir, deleitar y emocionar. Los tratados de Cicerón fueron libros de referencia y de consulta obligada.
La Filosofía: el Eclecticismo
Esta cuarta corriente de pensamiento intentaba conjugar los puntos positivos de las otras tres – epicureísmo, estoicismo y escepticismo-. No constituyó una escuela como tal. Y, por supuesto, arraigó en Roma, tierra propicia a la coexistencia de razas, hombres e ideas.
Cicerón fue una figura esencial en la filosofía romana, ya que conoció los textos de los pensadores griegos y, junto a Séneca, creó todo un lenguaje filosófico en lengua latina. Su obra consta de:
- Academici Libri: problemas metafísicos.
- De natura deorum, De fato, De divinatione: aspectos teológicos.
- Tusculanas, De finibus bonorum et malorum, De officiis y, sobre todo, De Amictia: problemas de ética y moral.
Conjugó ideas de las diversas doctrinas a excepción del epicureísmo. Predicaba acerca de la marginación y del alejamiento del hombre y del filósofo de todo lo que fueran la sociedad y el Estado. Defendía la inmortalidad del alma, propugnaba la solidaridad entre los hombres e insistía en que la virtud puede proporcionar la felicidad siempre que sea una virtud aplicada o práctica.
El Género Epistolar
Cicerón escribió cerca 2000 cartas, de las que conservamos unas 900. El conjunto está agrupado en 37 libros, que se clasifican de la siguiente manera:
- Epistulae ad Atticum: a su buen amigo Ático.
- Epistulae ad Familiares: a su entorno familiar.
- Epistulae ad Quintum fratrem: a su hermano Quinto.
- Epistulae ad Brutum: quien acabaría siendo el asesino de Julio César.
Se muestra más auténtico y sincero. Estas cartas suponen un documento valioso para conocer la etapa de la historia de Roma que le tocó vivir. Cicerón sabe cambiar de registro en las cartas, usando períodos más breves y giros más coloquiales, pero sin perder su estilo y su dominio de la lengua y la subordinación.