Cartas Marruecas de Cadalso: Una Visión Crítica de la España del Siglo XVIII
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Análisis de las Cartas Marruecas de José Cadalso
Introducción: Contexto y Personajes
Las Cartas Marruecas se insertan en el contexto de la Ilustración. Antes de analizar la obra, se observa la contraposición de dos mundos con esquemas mentales diferentes. El cristiano Nuño, según algunos críticos, remite a un conde del siglo IX que ayudó al rey de Asturias contra los moros en la batalla de Pancorbo (siglo IX, aunque la batalla es del siglo IX, Cadalso la ubica en el XI). Cadalso, al contraponer los mundos moro y cristiano para interpretar los hechos, le da el nombre de este conde. Otro elemento que aparece en estas cartas es el profundo pesimismo de Cadalso. Hay una fusión de elementos sentimentales y racionales.
Las Cartas Marruecas permiten instalarse en esa falta de orden y, en lugar de ofrecer la visión de un solo corresponsal, la escriben tres (Nuño, Gazel y Ben-Beley). Tres visiones diferentes:
- Nuño: Español que conoce bien su patria y puede juzgarla desde el interior. Puede matizar las observaciones del hombre de otra cultura.
- Gazel: Extranjero curioso, bien educado, con cultura, buen observador y preocupado por explicarse a sí mismo lo que observa, comparándolo con lo suyo. Visión distinta a la de Nuño.
- Ben-Beley: Anciano, visión del sabio que desde su país juzga por encima de las circunstancias. Solo tiene datos de las cartas de Gazel y algunas de Nuño.
Son tres juicios que se complementan, no se contraponen. Cadalso hace un análisis crítico de la España de su tiempo con cierta perspectiva histórica, criticando muchos aspectos. Los niveles de impresiones deben tenerse en cuenta en las Cartas Marruecas. El bien social, al que se le debe asociar el justo medio, la filosofía moral del hombre de bien, es algo que Cadalso intenta alcanzar. Esa filosofía del justo medio es, además, una expresión del optimismo dieciochesco. En las cartas habrá conflictos y rivalidades.
Estructura y Evolución de los Personajes
Hay un juego de personajes, y también como técnica está la estructura misma de la obra; esto obliga al lector a llevar su atención por distintos lugares. La intención de Cadalso, como hombre que cree en los valores de la razón, es colocarse en ese justo medio, pero no lo consigue. Por otro lado, otro elemento a destacar es cómo Gazel no será el mismo desde que se inician las Cartas Marruecas; va a ir evolucionando a lo largo de su viaje por España. El arranque optimista de Gazel viene con el artificio perspectivista, tiene en el fondo un propósito didáctico. Una de las claves de todas las cartas es ese problema filosófico del conocimiento de la realidad. Un ejemplo que indica cuál es el eje que une a todas las cartas es el problema de la adecuación y la inadecuación, la diferencia entre lo aparente y lo sustancial.
Dualidad en la Obra: Racionalismo y Pesimismo
Sebold señala la importancia total de la personalidad subjetiva de Cadalso en las Cartas Marruecas. Vemos una oscilación entre el racionalismo optimista y el pesimismo desordenado. En Gazel se ve esta oscilación, entre razón y optimismo. Gazel ha ido adquiriendo la personalidad de Cadalso. Los críticos dicen que, sobre todo Nuño, es aquel en el que más se refleja Cadalso. Al final nos encontramos con dos personajes pesimistas: Gazel y Nuño. Nuño es estoicista. El estoicismo implica el reconocimiento de la virtud filosófica, y no la cristiana, que fortalece al individuo. Ben-Beley se limita a verificar las observaciones que le hace Gazel a partir de esas ideas más universales.
Crítica a la Tradición y el Problema de España
Cadalso se queja de la supervivencia de cosas del pasado, pero sobre todo de la supervivencia de la escolástica. La visión esencial del problema de las Cartas Marruecas choca con los presupuestos ilustrados. Es imposible entender las Cartas Marruecas solo como el reflejo de las ideas ilustradas. Hay un tema central y es la visión que tiene Cadalso del problema de España. En la crisis de desgarro que siente Cadalso, se declara crítico imparcial y ciudadano del mundo. Tiende a mirar al resto de Europa, pero al mismo tiempo, siempre vuelve los ojos hacia España, donde su espíritu encuentra un estado emocional. Las Cartas Marruecas derivan al pesimismo final.