Carlos I de España y V de Alemania: Un Imperio en Transformación
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Carlos I y el Imperio
Tras la muerte de Fernando el Católico en enero de 1516, el cardenal Cisneros asumió la regencia del reino de Castilla, mientras que la de la Corona de Aragón fue ocupada por Alfonso, hijo natural del rey. Carlos de Gante, nieto de los Reyes Católicos, fue nombrado rey en Bruselas, a pesar de que la heredera legítima de ambos reinos seguía siendo su madre, Juana.
En 1517, el rey Carlos I, hijo de Juana y Felipe de Habsburgo, llegó a España sin conocer las lenguas ni las costumbres locales. Venía con una corte extranjera de amigos flamencos y alemanes, entre los que destacaba un cardenal.
Con él se instauraba una nueva dinastía, la Casa de Austria o Habsburgo.
El nuevo rey, nacido en Gante en 1500, heredaba un considerable número de territorios:
- Por parte de su madre, la Corona de Aragón con los territorios del sur de Italia; la Corona de Castilla con las plazas del norte de África y las posibilidades abiertas con el descubrimiento de América.
- Por parte de su padre, los territorios de los Habsburgo en Flandes, Alemania, Austria, el norte de Italia y la posibilidad de optar al título imperial.
Al poco de llegar a España, Carlos I conoció la noticia de la muerte de su abuelo Maximiliano, por lo que preparó apresuradamente su marcha a Aquisgrán para tomar posesión del Sacro Imperio Romano-Germánico.
Antes de partir, necesitaba obtener de las Cortes castellanas el dinero para pagar a los prestamistas flamencos que habían financiado su elección como emperador. En 1519, el rey fue elegido emperador del Sacro Imperio Romano Germánico con el nombre de Carlos V.
Los problemas de España se entrelazarían con los problemas de Europa durante el reinado de los Austrias.
Su programa político fue el de un emperador germánico empeñado en la defensa de los intereses de la Casa de Austria, que consideraba vinculados a los de la cristiandad.
De los cuarenta años que duró su reinado, solo pasó diecisiete en tierras españolas; de ellos, más de doce en la Corona de Castilla, a la que regresó para morir en el monasterio de Yuste en Cáceres en 1558.
Política Interior
A la muerte de Fernando el Católico, quedaron como regentes de Castilla y Aragón (ante la incapacidad mental de Juana y la muerte de Felipe) el Cardenal Cisneros y Alfonso de Aragón.
En 1518 se celebraron las primeras Cortes en Castilla, en Valladolid, para jurar respeto y fidelidad a las leyes. Posteriormente, se desplazaría a los reinos de la Corona de Aragón para realizar lo mismo.
Para ser proclamado emperador, Carlos I necesitaba afrontar una serie de gastos que pidió sufragar a las Cortes de Castilla (sin haber pasado por las Cortes de Valencia-Mallorca para jurar los fueros). Estas aceptaron en un ambiente enrarecido y con amagos de revueltas.
Comunidades
La elección como Emperador le había costado a Carlos I una suma importante de dinero. El rey convocó Cortes en Santiago y La Coruña con la intención de obtener rentas antes de partir hacia Alemania.
Nada más partir Carlos I para Alemania, se inició la revuelta de las Comunidades o ciudades castellanas, protagonizada por la pequeña y mediana burguesía en Ávila, Toro, Toledo y Segovia, con el apoyo de parte de la Iglesia y la nobleza. Se constituyeron en gobierno del reino (la Junta) y ofrecieron la corona a la madre de Carlos I, la reina Juana.
Las demandas de los Comuneros incluían:
- Protección de la industria nacional, especialmente la textil, muy perjudicada por la importación de lana.
- Prohibición de la salida de oro, plata y lana.
- Defensa frente a la competencia extranjera.
- Respeto a las leyes del reino.
- Defensa del patrimonio de la Corona frente a las pretensiones de la nobleza.
- Que el rey permaneciese en Castilla, se casara y educara al heredero en Castilla.
Las Germanías de Valencia y Mallorca
Se trató de revueltas antiseñoriales que, en parte, prolongaron las que habían sido frecuentes en el siglo XV. Los brotes de descontento social surgieron con fuerza en Valencia y Mallorca. En ambas regiones, la sublevación contó con la participación activa de los artesanos de las ciudades, los campesinos más pobres y el bajo clero.
Política Exterior
El Imperio español alcanzó su máxima expansión a fines del siglo XVI en Europa y América.
Carlos V mantuvo numerosas guerras con Francia, condicionadas por la situación particular del Mediterráneo en permanente lucha contra el Islam (el Imperio Otomano), los príncipes partidarios de la Reforma en Alemania y las disponibilidades financieras.
Conflictos con Francia
La primera guerra estalló en 1521. Los franceses invadieron Navarra y, desde su posesión en Milán, trataron de asegurar su hegemonía en el norte de Italia. Fueron derrotados en Pavía (1525) y Francisco I fue hecho prisionero de Carlos V. La paz se firmó con el Tratado de Madrid, por el cual Francia renunciaba al Ducado de Borgoña y a Italia. Francia no cumplirá las condiciones y formará la Liga Clementina (aliándose con el Papa, Inglaterra y varias ciudades italianas) contra Carlos V. El enfrentamiento llevó al triunfo de Carlos tras el Saco de Roma (1527), con la deserción de Génova de la Liga y la Paz de Cambray, de nuevo con la renuncia francesa a Italia y de Carlos V a Borgoña.
Enfrentamientos con el Imperio Otomano
El Imperio Otomano inició una ofensiva por los Balcanes que le llevó a la conquista de Hungría (batalla de Mohacs, donde muere el rey Luis II, marido de la hermana del emperador) y el asedio a Viena. Bajo la amenaza de la invasión de Austria, el emperador le hizo frente. En el Mediterráneo tuvo éxitos aislados (Túnez, 1535) pero también derrotas (Argel, Trípoli, etc). Al final de su reinado, Carlos V hubo de reconocer la hegemonía turca sobre el Mediterráneo.
Crisis de la Reforma y Enfrentamientos con los Príncipes Protestantes
La ruptura de la unidad católica por la rebelión religiosa que se llamó Protestante fue el problema principal que la monarquía de los Austrias tuvo que afrontar desde la época de Carlos V.
Carlos V condenaba las teorías de Lutero, pero no apoyaba al papado, mostrándose partidario de llegar a un compromiso entre luteranos y católicos. Para ello, se celebró la Dieta de Worms (1520), que presidió el Emperador y en la que se pidió a Lutero que se retractara. Este se negó y se puso bajo la protección de Federico de Sajonia, el primer príncipe alemán que aceptó sus ideas.
Los príncipes protestantes formaron la Liga de Esmalcalda, una coalición política y militar que se enfrentaría al emperador y a los católicos. La alternativa que le quedó a Carlos V fue la guerra, que no se le presentó como religiosa sino como política, de unos príncipes que se rebelaban contra su autoridad.
En 1555 se concertará la Paz de Augsburgo, que establecerá la división entre católicos y protestantes. La iniciativa católica ya la había tomado el papado con la convocatoria del Concilio de Trento (1545 - 1563).
Lo que más disgustaba a Carlos eran los avances del luteranismo y su alianza con intereses políticos hostiles en el norte de Europa.
En Alemania se había visto obligado a transigir.
Las desilusiones en Alemania provocaron que dejara estos asuntos en manos de su hermano Fernando.
También abdicó del Imperio en su hermano Fernando, la elección formal se produciría unos años más tarde (1558).