El Camino del Seguidor: Descubrimiento, Compromiso y Esperanza Cristiana
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La Llamada
En la cultura judía, el nombre podía representar el ser más profundo de la persona. Un nuevo nombre significaba una nueva misión. Aceptar agregarse al grupo de los seguidores de Jesús fue el primer acto de confianza en Él.
El Descubrimiento
El deseo de Pedro era orientar su vida y su existencia según las palabras de Jesús. Poco a poco, Pedro va descubriendo el nuevo mensaje y lo va asimilando.
La Adhesión
La admiración de Pedro hacia Jesús y su adhesión incondicional van corrigiendo y perfilando su propia experiencia de fe. Es todo un proceso de descubrimiento.
Las Infidelidades
Pedro irá comprendiendo el verdadero alcance del compromiso de seguir a Jesús. Junto a las dudas, tampoco faltan las infidelidades, los fallos, las caídas y las incongruencias. Jesús no busca perfectos cumplidores, sino humildes seguidores.
El Compromiso en la Comunidad
Es la comunidad la que, a partir de ahora, hace presente a Jesús. La comunidad proporciona a los que se adhieren a ella aquella experiencia de fe que Pedro vivió junto al Señor: su palabra, la celebración de la fracción del pan y la vida en común perpetúan la experiencia de fe.
El Cristiano ante el Mal y el Dolor
El cristiano está llamado a vencer el mal y el dolor. El mal y el dolor constituyen una de las experiencias humanas más desconcertantes. Cualquier propuesta de sentido para la vida debe afrontar esta dimensión. Hay males que proceden de nuestra condición de seres pertenecientes a la naturaleza. Esta tiene sus propias leyes de funcionamiento y nosotros estamos sometidos a ellas. Las catástrofes naturales se producen por la confluencia de determinados agentes naturales. Las enfermedades y las malformaciones congénitas pertenecen al propio desarrollo de nuestras células. Es ley natural que el ciclo biológico termine en la muerte. Otros tipos de sufrimientos son provocados por la maldad de las personas, la violencia de los malos tratos y la marginación, fruto del mal que a veces anida en el corazón de las personas.
Jesús Experimentó el Dolor y el Sufrimiento
Jesús afrontó estas realidades a lo largo de toda su vida. Luchó contra el mal provocado por la injusticia de las personas, curó sufrimientos del cuerpo y del espíritu, y experimentó nuestro propio sufrimiento. También llegó a experimentar la injusticia en su propia carne. En Jesús encontramos a un Dios que se hace hombre. Tras la muerte viene la resurrección. Los cristianos, cada vez que sufrimos, nos sentimos acompañados por Jesús resucitado.
Enseñanza Cristiana sobre el Más Allá
Esta manifestación, la instauración plena y definitiva del reinado de Dios, aquel reino que Jesús predicó, se manifestará de una manera definitiva: la paz y la justicia. El tiempo entre la primera venida es el tiempo de la Iglesia. Cristo nos acompaña por medio de su Espíritu. La *parusía* constituirá también un juicio misericordioso de Dios que recogerá todos los sufrimientos de la humanidad y los curará, rechazará toda la injusticia y el egoísmo acumulado en la historia. Para intentar comprender este juicio, hay que recordar con insistencia la voluntad que Dios tiene la posibilidad de condenación real. Sin duda, este acontecimiento final será también una restauración total del universo. El fin del mundo y la resurrección de los muertos es el acontecimiento principal de esta restauración. No se trata de una reencarnación ni de la reanimación de unos cadáveres. Jesús resucitado transformará nuestro cuerpo mísero en su cuerpo glorioso, como el suyo.
La Muerte No Es El Final
Cada ser personal es absolutamente único e irrepetible, no cabe la reencarnación. Se afirma la continuidad entre esta vida y la futura; forman una sola vida. La muerte no es solo final, sino también inicio de otro modo de existencia, pero en la continuidad de nuestra individualidad. El sentido que se dé a la muerte depende del sentido que se dé a la vida.