El Bienio Progresista en España (1854-1856): Reformas y Fin del Periodo

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El Bienio Progresista (1854-1856)

Antecedentes y Clima Político

Desde 1849, el clima político en España se fue deteriorando progresivamente. Ese año, algunos progresistas radicales fundaron el Partido Demócrata, cuyos objetivos principales eran la defensa de los derechos individuales y la instauración del sufragio universal. Se sucedieron varios gobiernos, marcados por escándalos financieros y de corrupción. A comienzos de 1854, las Cortes habían sido suspendidas y el Gobierno actuaba de forma autoritaria.

La Revolución de 1854

A principios de 1854, los progresistas aprovecharon la coyuntura de tensión política y descontento social para intentar desplazar a los moderados del poder. La revolución de 1854 fue, en esencia, un golpe de Estado que triunfó gracias al respaldo popular. El pronunciamiento inicial del general O'Donnell fracasó tras un enfrentamiento con las tropas del Gobierno en Vicálvaro, conocido como "la Vicalvarada". Sin embargo, los rebeldes reaccionaron y publicaron una proclama, el Manifiesto de Manzanares, redactado por Cánovas del Castillo, con el objetivo de atraer a los progresistas. En este manifiesto se incluían demandas como una reforma de la ley de imprenta, el fin del centralismo, la convocatoria de unas Cortes Generales y la vuelta de la Milicia Nacional. Otros jefes militares se sumaron al golpe, obligando a Isabel II a entregar el gobierno al general Espartero, con O'Donnell como ministro de la Guerra. Rápidamente se convocaron elecciones a Cortes Constituyentes.

La Unión Liberal y la Constitución de 1856

Para las elecciones se formó una nueva fuerza política, la Unión Liberal, creada con la pretensión de ocupar el centro ideológico y recoger lo mejor tanto de los moderados como de los progresistas.

Las Cortes aprobaron una nueva Constitución, la de 1856 (conocida como "nonata" por no llegar a entrar en vigor), que incluía una declaración de derechos más detallada, incluyendo la libertad religiosa. Además, se establecía una limitación de los poderes de la Corona y del Ejecutivo, una ampliación de la participación mediante la rebaja de la cuota para ser elector, ayuntamientos elegidos por los vecinos, la reinstauración de la Milicia Nacional y la soberanía nacional. Sin embargo, no hubo tiempo para que entrara en vigor.

Reformas Económicas y Sociales

Los progresistas, defensores de los intereses de la burguesía mercantil, aprobaron una serie de leyes encaminadas a sentar las bases de la modernización económica del país:

  • La segunda ley de Desamortización, también conocida como desamortización municipal, dirigida por el ministro Pascual Madoz. Esta nueva ley afectó a la propiedad municipal y significó la desaparición definitiva de los bienes de "manos muertas" en España. No obstante, la venta de las tierras municipales arruinó a muchos ayuntamientos, no solucionó el crónico problema de la deuda pública y perjudicó a los vecinos más pobres, que perdieron la utilización de los terrenos comunales de su municipio.
  • La Ley de Ferrocarriles, que tomaba a Madrid como centro y establecía la construcción de 5000 km de vía radial.
  • La Ley de Sociedades Bancarias y Crediticias de 1856.

Fin del Bienio

En 1856, Espartero presentó su dimisión y la reina encargó la formación de gobierno al general O'Donnell, marcando el fin del Bienio Progresista.

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