Aventuras y Desafíos de Zezé: Un Joven en Crecimiento
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Capítulo 1: La Decisión Aplazada
Zezé adoraba las aventuras de Tarzán. Él está triste porque cuando lo internen en el colegio, Maurice no lo podrá ir a visitar por esos 2 meses. Está preocupado por la operación de su padre y se empieza a dar cuenta que lo quiere un poco. Hablará con Fayolle por su operación de garganta. Maurice se despide de él.
Fayolle le dice a Zezé que cuando sus padres vuelvan, lo acompañará al médico y combinarán la operación.
Fueron los 2 meses más felices. Hizo todo lo que quería, era libre. Incluso Fayolle le daba dinero para ir al cine los domingos.
Se armó él solo una familia de todos los actores que le gustaban.
El padre del niño salió bien de la operación. Regresó, pero Zezé se quedó 1 semana más de interno en el colegio.
Capítulo 2: El Dolor de una Injusticia
Zezé crece repentinamente como consecuencia de su operación de garganta.
Lo que más amaba era nadar y era muy bueno en eso.
Zezé tiene buenas notas y solo está un poco flojo en matemática.
En su casa lo dejaron tener un amigo. En este caso era el vecino de enfrente, que era uno de los más ricos. Era criado por sus tías. Se llamaba João Galvão de Medeiros (Joãozinho, como el piano).
Un día, mientras jugaban, encontraron una gatita abandonada. A Joãozinho no lo dejaban tener animales, por lo que Zezé lo guardó en su casa en la habitación de las valijas con ayuda de Dadada. El padre lo descubre y le prohíbe acompañarlo en la ambulancia a ver los rayos X (que el niño tanto había esperado).
Capítulo 3: El Corazón del Niño Olvida, pero no Perdona
Zezé está tristísimo por lo sucedido y le pide a Fayolle la piedra del veneno. Por supuesto, él le dice que no porque ya no existe.
Zezé charla con el Hermano Ambrosio y él lo reta y le grita. El niño confiesa que comulga con rabia porque si no, pierde la playa y el cine. Además, le dice que él cree en el olvido (vuelve a recordar muchas veces) y no en el perdón (con el que olvida todo).
El Hermano Ambrosio le dice que se está convirtiendo en un niño muy orgulloso.
Zezé le habla de cuando se confiesa y comulga, que cree que es una obligación.
Capítulo 4: El Tiburón y la Fracasada Guerra de las Galletas
Zezé tiene en su cuarto un sillón feo que se llamaba Orozimba y luego le pone el apellido de Maurice (Chevalier).
Zezé recibe una carta en la que dice que su hermana Godóia tuvo un accidente de automóvil y quedó deformada. Ella era la que él más quería.
El niño sigue enojado con su padre, que hasta no quiere ir a la playa por él. Pero inesperadamente el padre le trae un cinturón negro de regalo, el cual Zezé no quiere usar nunca.
El Hermano Amadeo lo deja ir a nadar por única vez, una vez más en esa semana. Zezé tenía 2 ídolos donde iba a nadar: el doctor Renato y Ebezener. Éste último preguntó quién lo quería acompañar a ir a nadar hasta el muelle del Puerto que quedaba lejos. Zezé acepta el desafío junto a su compañero Lelé. Pero Ebezener grita ¡Melón! Los 3 corrieron a un barco diferente. Zezé se negó a bajar y se quedó allí mientras los otros se iban. Ya se estaba haciendo de noche y tenía mucho miedo. De pronto vino el doctor Renato en un bote a remos y lo buscó y lo llevó nuevamente a la superficie. El niño le cuenta a Fayolle que estaba muy preocupado.
A Zezé, en su casa, lo hicieron mandar de internado y para él era un paraíso.
A todos les daban 3 galletas duras como rocas en el colegio. Se las guardaban en el bolsillo y luego de que el Hermano Luis caminaba 15 minutos para ver si todos estaban dormidos, estallaba la guerra. Un ir y venir de galletas. Obviamente lo culparon a Zezé, pero no lo castigaron y uno de los Hermanos dio una charla general. No se tomó medida alguna.
Capítulo 5: Tarzán, el Hijo de los Tejados
Zezé le pide al Hermano Luis su hora de estudio para leer los libros prohibidos de su casa, como lo de José de Alentar que escribe sobre la selva como nadie. Le dice que sí porque Zezé ya tenía todo bien planificado.
El Hermano Luis se llama, en realidad, Waldemar.
Al leer tantos libros, Zezé se colgaba de todos lados como Tarzán (se ganó ese apodo). Se colgaba hasta de techos y de la campana de la Catedral. Lo retaban mucho y también amenazaban por esto.
En el colegio inventaron la guerra de las toallas (pero no fue Zezé), la cual consistía en pegarle a alguien con la toalla mientras se distraía. Nadie se animaba a hacérselo a Arnobio, un alumno muy musculoso. Zezé se animó y Arnobio lo salió a correr por todos lados. Luego de una larga persecución, al final Zezé se encontró con el Hermano Esteban (Frankestein). Le dijo que iba a tener un castigo muy severo.
El Hermano Luis lo llevó a aquella funesta sala de mesas colocadas en círculo. Le dijeron su castigo y le preguntaron algunas cosas.