Arte Renacentista: Obras Emblemáticas de los Siglos XV y XVI
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Obras Maestras del Renacimiento: Escultura, Pintura y Arquitectura
La Virgen del Canciller Rolin
La Virgen del Canciller Rolin (Jan Van Eyck, siglo XV, estilo renacentista flamenco) es un cuadro religioso pintado al óleo sobre tabla, pero también puede ser visto como un retrato. Esta pintura fue encargada por Rolin. Eyck no solo plasmó su apariencia física, sino que también plasmó su temperamento. Los cuadros con donantes se caracterizan por el comitente de menor tamaño que las figuras de la Virgen o Jesús y, en segundo lugar, por la asistencia de un santo para que hiciera de intermediario ante la Virgen. A esto se le adjunta la ostentación de lujo que describe la posición del donante. Eyck nació en Maastrich en 1390 y murió en Brujas. Trabajó siempre para Felipe III. Se consideraba, junto a su hermano, fundador de la escuela pictórica de los primitivos flamencos.
El óleo presenta ventajas sobre la pintura al temple, que era la técnica usada hasta ahora, porque es más transparente y luminoso, por eso permite un mejor tratamiento de la perspectiva, de la luz y del aire. Esta obra representa el paisaje urbano que se puede apreciar a través del ventanal. Esta urbe es una metáfora de la Nueva Jerusalén. Sería, por lo tanto, una ciudad ideal construida a través de edificios que podrían remitir a la realidad. También se puede observar la corona de oro que sostiene el ángel encima de la cabeza de la Virgen. La perspectiva la consigue por medio de efectos geométricos y atmosféricos. El amor por la naturaleza es la razón por la que la pasión del paisaje está presente en esta obra. La ventana está abierta, vemos el jardín, la ciudad de fondo. Esto hace que los cuadros flamencos sean una superación de los fondos inexistentes, peculiar de la pintura anterior.
Iglesia de San Lorenzo
La Iglesia de San Lorenzo (Brunelleschi, primera mitad del siglo XV, Renacimiento) fue una obra encargada por los Médici. La iglesia de San Lorenzo, construida durante el Quattrocento italiano, resume las innovaciones arquitectónicas que el nuevo estilo renacentista introdujo, dejando atrás definitivamente el arte gótico medieval. Sobre el tramo del crucero, de escaso desarrollo, levanta una cúpula que recuerda a la que ya diseñara para la catedral. Prescindiendo de las plantas góticas tradicionales, el arquitecto recurre a la planta basilical de tres naves separadas por arcos de medio punto sobre columnas de orden corintio, más capillas laterales abiertas en el muro con arcos de medio punto enmarcados por pilastras clásicas, también de orden corintio. Al fondo está el altar mayor, al que parecen converger todos los elementos arquitectónicos: arcos, columnas, entablamentos, losas del suelo, creando un efecto de perspectiva lineal. Brunelleschi vuelve a los soportes clásicos, a la columna de proporciones clásicas con capitel corintio, sobre el que sitúa un fragmento de entablamento y, sobre éste, los arcos de medio punto. En el segundo piso abre ventanales que iluminan el edificio. Respecto a la techumbre, de claras reminiscencias romanas clásicas, mientras que en las naves laterales utiliza la bóveda vaída.
David de Donatello
El David de Donatello (siglo XV, Renacimiento) es una obra que pertenece al Quattrocento, realizada en bronce pulido. Donatello opta por representar el pasaje bíblico del enfrentamiento entre el joven David y el gigante soldado Goliat, justo en el momento posterior a dicho enfrentamiento. David aparece representado totalmente desnudo, pero está con un sombrero toscano coronado con hojas de laurel y unas botas altas, sosteniendo con la mano derecha la espada con la que acaba de degollar a Goliat, cuya cabeza pisa con la pierna izquierda, las cuales están vestidas por unas botas. El cuerpo de David aparece representado como el de un joven adolescente poco desarrollado y adopta la postura clasicista del contrapposto, apoyando el peso del cuerpo sobre la pierna derecha, cuya cadera sobresale recreando la curva praxiteliana. El rostro de David expresa serenidad y contrasta con Goliat, cuyo rostro barbudo es de facciones marcadas y maduras. Ello supuso la vuelta al desnudo como tema tras casi mil años de ausencia de éste de la historia del arte occidental. El tema bíblico del enfrentamiento del profeta David con Goliat se convierte en una simple excusa para representar el desnudo, como hicieran los escultores clásicos. Así, David aparece como si de Apolo se tratara y la influencia de Praxíteles es clara, tanto en la pose de la escultura como en el modelado del cuerpo, de ambigua sexualidad.
La Gioconda de Leonardo
La Gioconda de Leonardo (siglo XVI, Renacimiento) es una obra que pertenece al Cinquecento italiano. Leonardo regresa a Florencia porque los franceses conquistan Milán y Ludovico pierde el poder. De esta fase es el retrato de la Gioconda. Apreciaba esta obra, sin duda, porque siempre llevaba consigo el retrato en sus viajes. De este momento florentino es también Santa Ana, la Virgen y el Niño. También conoce a Nicolás Maquiavelo. En 1506 comienza el segundo periodo milanés. En 1513 marcha a Roma y luego a Francia por la inestabilidad del momento. Más tarde, marcha de Italia al morir su mecenas. En Francia pasa los tres últimos años de su vida en el palacio de Cloux como primer pintor, arquitecto y mecánico del rey Francisco I. Murió en 1519. Esta pintura está realizada sobre madera. Podemos observar la expresión entre melancólica y sonriente, a lo que se llama la enigmática sonrisa de la Gioconda, dada por la forma magistral como Leonardo aplica la técnica del sfumato: la boca, la nariz y las cejas quedan unidos por la luz y la sombra que define los rasgos faciales. Mientras, la frente, el pómulo y la barbilla destacan por su luz brillante. Las esquinas de los labios y el contorno de los ojos se difuminan, dando lugar a una expresión ambigua.
El paisaje de fondo está formado por una naturaleza en movimiento. Nada de esto permanece, todo está fundiéndose, transmutándose. Es en este efecto donde estriba la belleza: Mona Lisa se integra y forma parte del fondo. La abertura leve de los labios en las esquinas de la boca era considerada en ese período una muestra de la elegancia. Así, Mona Lisa tiene una leve sonrisa que nos introduce en la atmósfera apacible, delicada que impregna la pintura entera. Los colores son de tonalidades grises y azules para remarcar lejanía y crear un efecto atmosférico. Si miramos cuidadosamente el cuadro, vemos que los dos lados no emparejan absolutamente, lo que da un aspecto de paisaje ideal fantástico al fondo. El horizonte, en el lado izquierdo, parece estar mucho más bajo que en el derecho. Por ello, cuando nos centramos en el lado izquierdo del cuadro, la mujer, de alguna manera, parece más erguida que si nos centramos en el derecho. Su cara parece también variar con este cambio de posición, porque, incluso aquí, los dos lados tampoco emparejan exactamente. En la obra se podría decir que hay una simetría general, aunque la mujer está ladeada y esto hace que se vea más un lateral que el otro. Si nos fijamos en el rostro, tiene forma de triángulo entre la boca y los ojos.
David de Miguel Ángel
El David de Miguel Ángel pertenece al movimiento del Cinquecento de Italia (1501-1504), en el Renacimiento. La obra que vamos a comentar es una escultura exenta realizada en mármol, hecha por el artista más famoso del Renacimiento italiano, pues a su carrera de escultor, oficio con el que siempre se identificó, hay que sumarle el de arquitecto, pintor y poeta. Miguel Ángel representa al rey David como atleta, pero no como un joven atleta, sino como un hombre en la plenitud de su vida. La escultura es un bloque de mármol de más de 4 metros de altura. Representa a un hombre joven en actitud de contrapposto, con la mano derecha sobre el muslo derecho, donde también sujeta una piedra, y con la izquierda agarra los extremos de una honda que cae por el hombro izquierdo. Su frontalidad es sólo aparente. En la descripción de la escultura, se preocupó por la musculatura. No obstante, una observación atenta de sus rasgos corporales, gestos o expresión del rostro, ponen al descubierto el apasionamiento de un hombre sometido a una gran tensión interior. Miguel Ángel elige un momento de gran tensión espiritual y física, en el que el joven David pone todos sus músculos en tensión y observa atentamente al enemigo que está delante de él. La obra está hecha para ser vista de frente y tiende a marcar lo desmesurado de las proporciones. El artista representa su impulso moral, la tensión interior que precede el desencadenamiento del acto. La figura está en tensión: la pierna derecha, sobre la que se apoya, el pie izquierdo que se aleja, la mano con la honda, el cuello girado, no hay ningún miembro relajado. Aunque al principio la parte más conservadora de Florencia negó la obra por sus marcas paganas, a pesar de ser un representante bíblico, más tarde se convirtió en el símbolo de la ciudad.
Bóveda de la Capilla Sixtina
La Bóveda de la Capilla Sixtina (Miguel Ángel, 1508-1512, Renacimiento) refleja un hecho trascendental en la vida de Miguel Ángel: el encargo de Julio II para que pintara los frescos de la bóveda de la Capilla Sixtina. En esta misma época llegaba a Roma Rafael, otro gran pintor que iba a decorar las Estancias del Vaticano. El edificio recibió el nombre del papa Sixto IV, que fue quien lo mandó construir. Es una sala rectangular llena de pinturas por todas partes. Las pinturas de las paredes laterales están decoradas por pintores del Quattrocento. La bóveda era azul oscura con estrellas amarillas. A causa de unas obras que deterioraron la sala, más tarde sería remodelada por mandato del sobrino de Sixto IV. En la actualidad ya está restaurada. La restauración tardó 20 años en completarse. La pintura de Miguel Ángel era una arquitectura ficticia para situar diferentes escenas narrativas. Al mismo tiempo, dos falsas cornisas parten los tramos en tres registros.
Hay casi 300 figuras que aparecen en las pinturas del techo y se adaptan a este marco arquitectónico. En el centro hay nueve historias centrales que relatan episodios del Génesis. En la base de las arquitecturas se colocan 12 videntes, profetas y sibilas. Sentados junto a los profetas y sibilas aparecen los famosos Ignudi, que agarran grandes medallones. Los Ignudi quizás representan ese espíritu renacentista del antropocentrismo. En la bóveda domina el dibujo sobre el color. Podemos observar que, desde el principio hasta el altar, las figuras se van haciendo más grandes, ágiles y libres. Se ve también el estudio anatómico. En los cuerpos desnudos se puede observar mejor en los hombres que en las mujeres. Las imágenes se asemejan a un cómic en el que se puede leer la historia de la humanidad.