El Arte en la Alta Edad Media: Un Recorrido por la Transformación Cultural

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Una Mirada al Arte de la Alta Edad Media

1. Del Comienzo del Arte Cristiano al Arte Románico

La caída de Roma en el siglo V d.C. conllevó la ruina del mundo antiguo, acompañada por el hundimiento de su civilización. El cristianismo fue el motor que propició la evolución y continuidad de Occidente en la nueva etapa: la Alta Edad Media.

Arte Paleocristiano

El arte paleocristiano (siglos I-V d.C.), con el que se inicia el arte medieval, fue un puente entre las culturas clásica y cristiana, creando un arte nuevo, base del arte futuro. Existieron en él dos etapas separadas por el Edicto de Milán (313), por el cual se reconoció la libertad de culto religiosa.

En la primera etapa, la Iglesia no tuvo libertad de culto, ya que Roma, a pesar de su tolerancia religiosa, acabó rechazando al cristianismo por su acusada diferencia de conducta.

La necesidad de los cristianos de reunirse en lugares para el culto sin ser descubiertos, ante las persecuciones que sufrían, conllevó el uso de casas particulares acondicionadas (domus ecclesiae). La más antigua: Dura Europos, Siria, siglo III. En Roma, estas casas se denominaron titulus.

Otro edificio era el martyrium, pequeño y de planta central, que contenía algún mártir, recordaba su martirio o conmemoraba algún suceso de la vida de Cristo.

Los cristianos no aceptaban la cremación, prefiriendo ser inhumados al morir. Por ello, adquirieron terrenos a las afueras de Roma a fines del siglo II/inicios del III, originando las catacumbas, usadas hasta fines del siglo V/inicios del VI. Sus partes principales eran:

  • Ambulacra: Galerías altas y estrechas.
  • Loculi: Cavidades rectangulares longitudinales abiertas que se empleaban para depositar los cadáveres.
  • Cubicula: Enterramientos practicados en zonas de cruce de galerías.
  • Arcosolium: Nicho semicircular presente en cubicula.

En Roma están las catacumbas más importantes (San Calixto, San Sebastián, Santa Domitila, Santa Priscila); existen otras en Nápoles, Sicilia y el norte de África.

Sobre las catacumbas se edificaban capillas al aire libre llamadas cella memoriae, de pequeñas dimensiones, planta cuadrada o trilobulada, donde se celebraban los cultos.

En las catacumbas se encuentran las imágenes más antiguas paleocristianas, expresando en ellas las creencias con motivos simbólicos y escenas del Antiguo y el Nuevo Testamento, iniciando con ello la iconografía cristiana.

Algunos motivos representados fueron: el crismón o monograma de Cristo (XP), más tarde se añaden alfa y omega (principio y fin); la vid (sangre de Cristo); el pez (nombre de Cristo); pavo real (la inmortalidad, ya que se creía que su carne era incorruptible); ancla (la esperanza, a veces aparece con delfín); la paloma con rama de olivo en el pico (la liberación). De la misma forma, se adaptan imágenes paganas dándoles un simbolismo cristiano (Orfeo, que pasó a ser la personificación de Cristo al bajar al limbo; Aristeo, dios y patrón de la agricultura, caza y pesca, se convirtió en el Buen Pastor, etc.).

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Tras el Edicto de Milán aparecen otras construcciones, siendo la principal de ellas la basílica. La siguiente imagen describe e ilustra las diferentes partes de la Basílica de San Pedro, en Roma. Su estructura convencional es la siguiente:

Cuerpo principal precedido de atrio con fuente en el centro, llamada cantharus, que precedía a la entrada al templo mediante nártex o nave transversal. Solían ser de tres naves, aunque las más importantes acostumbraban a tener cinco; la central, de doble anchura que las otras, así como más alta, con ventanas en ella. Las naves se separaban por columnas arquitrabadas o por arcadas. La nave central termina en gran arco triunfal abierto al transeptum o nave transversal del crucero. Por unas gradas se llegaba al presbiterio, semicircular, y en cuyo centro estaba el ara/altar, cubierto por baldaquino o ciborium, donde descansaban los restos de mártir. Al fondo, un asiento corrido para los presbíteros (solea o bema). El ábside estaba abovedado, pero el resto de las naves tenía cubierta de madera plana con casetones o un sencillo tejado de madera. Los fieles ocupaban las naves laterales, segregados por sexos. Entre las más significativas figuran San Pedro, Santa María la Mayor, Santa Inés, etc. Su orientación era hacia el este.

Otros edificios significativos del momento eran el baptisterio (de Letrán, de los ortodoxos, etc.) y el mausoleo (Santa Constanza, Gala Placidia,…), ambos de planta central:

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Mausoleo de Santa Constanza                          Baptisterio de Letrán

En cuanto a la escultura, destaca el relieve, dado que la exenta se reduce a representaciones del Buen Pastor, inspiradas en el Moscóforo griego, y al Cristo Doctor. Destacan los relieves presentes en sarcófagos (Junius Bassus, siglo IV).

La pintura en las catacumbas es tosca y simple, con colores planos y perfiles rotundos. A partir de la Paz de la Iglesia, el estilo se hace más cuidado, cambiando el simbolismo inicial de las figuras por una iconografía claramente cristiana. En esta época, el mosaico alcanza gran importancia, decorando pavimentos, así como paredes y ábside. Destacan los de los mausoleos de Gala Placidia y Santa Constanza.

Arte Bizantino

Tras el hundimiento del Imperio de Occidente en el siglo V d.C., el de Oriente resistió las invasiones germánicas, convirtiéndose en el Imperio bizantino, que perduró hasta 1453. En esos casi mil años se distinguen tres edades de oro:

  • Época del emperador Justiniano, siglo VI.
  • Tras la época iconoclasta, la segunda, entre los siglos IX y XII.
  • La tercera, siglos XIII al XV.

El arte bizantino, con influjos en el oeste, se generó en ciudades griegas de Egipto, Asia Menor, Siria y regiones limítrofes con Persia de Anatolia. Tuvo influencias griega y oriental.

Un momento artístico importante fue la época de Justiniano (527-565), destacando la iglesia de Santa Sofía de Constantinopla. Su planta mezcla plantas basilical y centralizada, ya que es una cruz griega inscrita en un rectángulo. En el interior destaca la enorme cúpula apoyada sobre pechinas. Los empujes de la cúpula los contrarrestan otras cúpulas menores y los grandes contrafuertes. Otras iglesias de la época: Santa Irene y la de los Santos Apóstoles, en Constantinopla, así como San Vital, San Apolinar in Classe o San Apolinar el Nuevo en Rávena.

La decoración musivaria se integra en la arquitectura con gran perfección, destacando el friso de santos y mártires de San Apolinar el Nuevo a ambos lados de la nave central, las representaciones de Elías y Moisés a ambos lados de la cruz en San Apolinar in Classe o los mosaicos que representan a Justiniano y su esposa Teodora en San Vital.

Tras la época iconoclasta (726-843), surge la segunda edad de oro en el arte bizantino (siglos IX-XII). En las dinastías macedonia (867-1057) y de los Comnenos (1081-1185) alcanza plena formación un modelo de iglesia con pórtico y planta de cruz griega con cúpulas, generalizándose el uso del tambor para hacerlas más esbeltas. Como ejemplos, Nea de Constantinopla, monasterio de Daphni en Atenas, basílica de San Marcos en Venecia.

La influencia bizantina llega a Rusia, destacando Santa Sofía de Kiev, hecha bajo el modelo de Nea de Constantinopla.

Con la dinastía de los Paleólogos (1261-1453), llega la tercera edad de oro del arte bizantino. No presenta grandes novedades, pero se introducen variantes en materiales y en motivos decorativos, con predominio del ladrillo. Se siguen empleando cúpulas apoyadas en tambores circulares o poligonales. Ejemplos son las iglesias de los Santos Apóstoles en Salónica o la Asunción del Kremlin en Rusia.

En el arte bizantino hay que destacar los dípticos consulares o imperiales de marfil, en especial la Cátedra de Maximiano, de la primera edad de oro. Los iconos pintados sobre tablas son otra aportación importante de este arte, siendo un ejemplo notable la Virgen de Vladimir, siglo XII.

Arte de las Invasiones

Por otro lado, la desaparición del Imperio romano de Occidente en 476 desemboca en la fragmentación, con la resultante diversidad artística, que en cada zona dependió de la herencia romana, la propia cultura del pueblo invasor y la influencia del cristianismo, desarrollándose (siglos V-VIII) el arte de las invasiones. Destacables son las obras de merovingios, ostrogodos, lombardos, anglosajones y, especialmente, visigodos.

Arte Visigodo

El arte visigodo está marcado por las tradiciones hispanorromana, paleocristiana e influencias de Oriente cristiano y norte de África. Tiene lugar desde el siglo V hasta la invasión de la península por los musulmanes en 711.

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Se empleó la piedra en sillares dispuestos a soga y tizón, tal vez para restar sobriedad a los muros; se ubican cenefas o frisos en los propios sillares. El arco empleado es el de herradura, más abierto que el posterior musulmán, y la cubierta es abovedada, de cañón o arista. Hay un frecuente uso de las columnas; los capiteles son de orden corintio, sin que falte el bizantino troncocónico invertido coronado por cimacio (ver imagen).

El templo visigodo sigue el esquema básico de las basílicas cristianas, siendo la planta basilical o cruciforme inscrita en rectángulo. En la primera mitad del siglo VII se emplea el ábside cuadrado en vez del semicircular del siglo anterior. Se emplea bóveda de cañón de herradura y, en esa época, aparecen asimismo pequeños pórticos en los pies y laterales de los templos.

Ejemplos de planta basilical: San Juan de Baños en Palencia, Santa María de Quintanilla de las Viñas en Burgos. Cruciformes: San Pedro de la Nave, en Zamora, y San Fructuoso de Montelios, en Braga.

La orfebrería es una importante aportación visigoda al arte, destacando los tesoros de Guarrazar en Toledo y Torredonjimeno en Jaén.

Arte Musulmán

A partir del siglo VII, el mundo cristiano se ve amenazado por el Islam, origen del arte musulmán, considerado el último de los nacidos en el Viejo Mundo. Su aparición, muy influida por el arte de los pueblos conquistados, tiene como origen el nacimiento de la religión predicada por Mahoma. Tras su muerte (632), el islamismo se difunde velozmente, llegando en un siglo al sur de Francia y a la India. Este arte, sin tradición arquitectónica propia en sus inicios, asimiló las influencias de distintas tradiciones (helénica, oriental, cristiana) hasta configurar y reafirmar su personalidad y singularidad. Esta singularidad se muestra en manifestaciones hechas en un territorio dilatado en las que

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