El Arte en la Alhambra, el Gótico y San Clemente de Tahüll: Un Recorrido Arquitectónico

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El Patio de los Leones en la Alhambra

El Patio de los Leones, corazón del Palacio de los Leones dentro de la Alhambra de Granada, fue un espacio privado de la realeza. Su horizontalidad destaca gracias a las 124 columnas que conforman el pórtico circundante. En los lados menores, el pórtico se adentra en el patio, coronado por dos cúpulas de madera. Construido a escala humana, el patio presenta una planta rectangular de crucero, con cuatro canales que simbolizan los cuatro ríos del reino musulmán, dividiendo el espacio en cuatro partes. En el centro, la Fuente de los Leones, tallada en mármol y actualmente en restauración, descansa sobre una base octogonal con inscripciones y doce esculturas de leones, poco realistas, características de la época, de cuyas bocas mana agua. El agua, vital para los musulmanes, rememora sus orígenes en el desierto. Los leones, provenientes del palacio de un visir judío y regalados al sultán en el siglo XI, son anteriores a la construcción del patio. La arquitectura adintelada, con cubiertas a dos o más aguas al exterior, se apoya en las columnas, características del arte nazarí. Arcos peraltados y de mocárabes se alzan entre las columnas. Los canales de la fuente fluyen hacia las cuatro estancias que rodean el patio: la Sala de Dos Hermanas y la Sala de Abencerrajes en los lados mayores, y la Sala de los Mocárabes y la Sala de los Reyes en los lados menores. La decoración, abundante hasta el horror vacui, se manifiesta en las columnas con sus bases, fustes finos con anillos en la parte superior, y capiteles diversos, todos de mármol blanco. Sobre ellas, arcos decorados con ataurique, mocárabes y policromía original. Argamasa, estuco, ladrillo, yeso, mármol, cerámica y madera componen la estructura. Los numerosos vanos entre las columnas permiten la entrada de luz. La Alhambra data del siglo XII, cuando Mohammad I estableció allí la residencia real nazarí. Su autor permanece desconocido, pero su estilo hispanomusulmán es inconfundible.

El Alzado Gótico

Los pilares, asemejando columnillas arbóreas, aportan naturalidad al alzado gótico. Sus bases cruciformes aluden tanto a los troncos como a la religiosidad. La verticalidad, anhelo de ascender a Dios, define las catedrales. El triforio, evolución de la tribuna romana, ofrece espacio a los visitantes y se ilumina con ventanales. Contrafuertes exteriores y arbotantes sostienen los finos muros, exponiendo el "esqueleto" de la catedral, a diferencia del románico. La girola se desarrolla ampliamente, a veces con cinco capillas radiales tras el presbiterio. El transepto, más corto, no ocupa el primer tramo de la nave central.

San Clemente de Tahüll

El románico español se concentra en la mitad norte peninsular. El románico catalán, influenciado por el lombardo, se caracteriza por su austeridad, decorando el exterior con arcos y bandas lombardas. San Clemente de Tahüll, en el valle de Bohí (Lérida), consagrada en 1123, ejemplifica este estilo. Su sencillez destaca, junto con su única torre, cuyos vanos aumentan en número y tamaño hacia arriba, acentuando la altura. La torre, esbelta y cuadrada, presenta seis pisos con ventanas de arcos de medio punto y geminadas. La planta basilical de tres naves, separadas por arquerías sobre columnas cilíndricas, se cubre con madera a doble pendiente y tres ábsides semicirculares, decorados con pinturas en el interior y arcos ciegos en el exterior. La influencia lombarda se manifiesta en los arquillos ciegos y bandas lombardas que segmentan los muros, y en la prominente torre. Los muros de sillarejo y el estilo sobrio, con paredes lisas y arquerías ciegas rematadas en pilastras, completan la estructura. Los maestros pintores plasmaron en los muros programas iconográficos con fines informativos, piadosos y de exaltación religiosa.

El Ábside de San Clemente de Tahüll

Las pinturas del ábside interior representan una Teofanía. En el cuarto de esfera, Cristo en Majestad, figura imponente dentro de la mandorla mística, bendice y domina desde su trono. Con el libro de su doctrina en la mano izquierda, señala "Ego sum lux mundi", apoyando sus pies sobre el mundo. Ángeles sostienen en círculos los símbolos de los evangelistas: el hombre, el toro, el águila y el león (Tetramorfos). Debajo, entre el Cielo y la Tierra, el cortejo celestial de los Apóstoles y la Virgen, en un friso rico en colores (rojos, azules, blancos, ocres y verdes). Frontales y simétricos, separados por arquerías, portan símbolos de verdad y redención, como la copa de la sangre redentora en manos de la Virgen. El ábside simboliza el carácter litúrgico, simbólico y eclesial del románico. En la Edad Media, la Iglesia impuso un sistema teocrático, reflejado en el arte románico. El templo, concebido como palacio de Dios, conectaba al hombre con lo sobrenatural y la fe.

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