Arquitectura Gótica: Elementos, Características y Contexto Histórico

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Arquitectura Gótica

Elementos Constructivos

En las catedrales góticas, destacan elementos arquitectónicos como la diferencia de anchura entre las naves y el transepto, la cabecera alargada con tramos rectos y el deambulatorio (a veces doble) que permite acceder a las capillas absidiales. En iglesias con doble girola, pueden observarse tres naves en el cuerpo y cinco en la cabecera. El diseño gótico se centra en la apertura de grandes vanos para vidrieras.

  • Muros: de piedra en sillares tallados.
  • Estribos o botareles: pilares gruesos que soportan los empujes de las bóvedas mediante arbotantes, rematados con pináculos.
  • Pilares fasciculados: en el interior, con columnillas que reciben la carga de arcos y nervaduras.
  • Arco ojival: con menor empuje lateral, permitiendo mayor elevación y apertura de vanos; se usa también el arco conopial en el gótico flamígero.
  • Triforio: estrecho pasillo sobre las naves laterales con ventanas hacia la nave central.
  • Bóveda de crucería: producto de la intersección de dos bóvedas ojivales, concentrando fuerzas en los vértices y liberando los muros para vidrieras.
  • Rosetones: grandes vidrieras circulares, típicamente sobre los pórticos.
  • Torres estilizadas y agujas: refuerzan la verticalidad de la arquitectura.
  • Programas iconográficos: se reflejan en las vidrieras, esculturas y relieves de los pórticos.

La arquitectura gótica está diseñada principalmente pensando en el interior de la iglesia. Los empujes y las estructuras que los soportan se dirigen hacia fuera del edificio. La parte exterior muestra la estructura interna, como los arbotantes, que funcionan como "muletas" para sostener las bóvedas y son parte importante del esqueleto del edificio.

La arquitectura gótica busca transmitir una idea de infinitud y dinamismo. Las iglesias góticas rara vez se terminaban por completo, lo que contribuía a esa sensación de algo en constante construcción y cambio. A diferencia de la arquitectura clásica, que se puede apreciar en su totalidad desde un solo punto, la arquitectura gótica requiere que la vista se desplace y explore los detalles para formar una imagen completa. Esta visión "en movimiento" se aplica también a las pinturas flamencas del siglo XV. En una catedral gótica, el conjunto iconográfico es tan extenso y detallado que no puede ser captado de una sola vez, lo que exige una exploración visual y física para apreciar todos los elementos y detalles.

Iconografía en las Portadas

En las portadas de las catedrales góticas, se repiten temas específicos debido a un programa iconográfico intencional. Aunque se mantiene el tema apocalíptico del Juicio Final, se incluyen figuras arrodilladas de la Virgen María y San Juan Evangelista, que interceden por los pecadores junto a Cristo, quien preside el Juicio. En lugar del Pantocrátor románico, aparece un Cristo con las manos alzadas y el costado descubierto, mostrando sus llagas y acompañado por ángeles que sostienen los instrumentos de su martirio, como la Cruz, la lanza, los clavos, la columna y el látigo. Este cambio refleja un Cristo más compasivo, que ha sido víctima de un juicio injusto y ha sufrido una muerte atroz, en contraste con la figura implacable del juez del estilo románico.

En el periodo gótico, la figura de la Virgen María se convierte en un elemento central en la escultura, reflejando la devoción que se desarrolla hacia ella como Madre de Dios e intercesora ante Cristo. La mayoría de las catedrales góticas están dedicadas a la Virgen, y sus portadas presentan tímpanos con temas marianos, que incluyen escenas como su Dormición y la Coronación de la Virgen como soberana celestial. Además, son comunes las representaciones de la Anunciación, la Visitación, la Natividad, y la adoración de los pastores y de los Reyes Magos.

Contexto Histórico

El estilo Gótico surgió en el último cuarto del siglo XII en el norte de Francia y se expandió por Europa hasta finales del siglo XV. Este período coincidió con un cambio significativo en Europa, marcado por un aumento del comercio impulsado por las cruzadas y nuevas rutas comerciales, así como por la migración de siervos hacia las ciudades buscando mejores oportunidades. Esto favoreció el crecimiento urbano y la aparición de una burguesía que buscaba protección real frente a la aristocracia feudal. Estas transformaciones promovieron valores individualistas y de competencia que influyeron en el arte. Los talleres de artesanos se volvieron sedentarios, formando gremios en las ciudades.

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