Aristóteles: Sociedad, Política y la Naturaleza del Cosmos

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6. Sociopolítica: Aristóteles, en su teoría política, parte de la afirmación de que la vida en sociedad viene impuesta por la naturaleza del hombre. Su naturaleza le impone como fin la felicidad. Para la vida en sociedad, la naturaleza ha dotado al hombre de lenguaje, que le permite comunicar con los otros acerca del bien, de lo justo y demás cualidades morales. La naturaleza humana impone determinadas organizaciones sociales, que son también por naturaleza: la familia, la aldea y la polis. Cada una de ellas tiene su propia finalidad. Los individuos se organizan primero en familias, que tienen por finalidad la satisfacción de las necesidades cotidianas. Las familias se agrupan por naturaleza en aldeas y estas, por fin, en una polis; pero ni estas ni el individuo pueden alcanzar su bien si no es en el contexto de la polis. Esta sí es autárquica. Por ello dice que “es por naturaleza anterior y más importante que el individuo y la familia”. De la organización del estado le interesa no tanto la prescripción de un modo ideal de gobierno, como el análisis, a partir de datos, del modo en que se gobiernan las ciudades. Establece una diferencia entre tres formas de gobierno y, desde una investigación empírica de los hechos políticos, discute las ventajas e inconvenientes de cada una: si gobierna uno solo es una monarquía; si gobiernan los mejores y más virtuosos, una aristocracia; si gobierna el pueblo, una democracia. Cada una de ellas puede degenerar en mal gobierno, convirtiéndose respectivamente entonces en tiranía, oligarquía y demagogia.

La Realidad según Aristóteles

El Mundo Sublunar

El mundo sublunar: La región del cosmos que abarca aquella parte situada por debajo de la luna (sin incluir esta última), la región terrestre, vegetales, animales, seres humanos, nuestro mundo. Lo que caracteriza a esta región es el cambio, tanto substancial como accidental. Continuamente nacen y perecen seres; otros modifican su tamaño, su peso, sus colores, su posición o alguna otra cualidad. Es nuestro mundo móvil y heterogéneo. Los movimientos característicos de los seres del mundo sublunar son finitos, es decir, tienen un principio y un fin, y rectilíneos (ascendentes o descendentes). Todos los cuerpos que componen esta región están compuestos de cuatro elementos que poseen distintas naturalezas: la tierra es el elemento más pesado y tiende a ocupar su lugar natural, que es el centro de la tierra. A esta le sigue el agua. Después se halla el aire y, por último, el fuego, que es el elemento más ligero. Así, los movimientos que observamos en los distintos seres se deben a la tendencia de cada elemento que lo compone a ocupar su lugar natural. Los movimientos naturales de los cuerpos terrestres son rectilíneos, ascendentes (fuego, aire) y descendentes (tierra, agua). Todos los movimientos se realizan de acuerdo a un fin: el mantenimiento del orden del conjunto. Si el orden se altera, la naturaleza tiene los mecanismos adecuados para restablecer el orden necesario y justo. También se dan movimientos violentos. Además, las sustancias naturales poseen una composición hilemórfica, es decir, resultan de dos co-principios sustanciales llamados materia y forma. La materia es aquello de lo que la sustancia está hecha, mientras la forma es aquello que la sustancia es. La materia es, además, el principio de individuación o de multiplicación dentro de la especie, mientras que la forma es la especie, lo universal en la sustancia, a lo que también llamamos naturaleza o sustancia segunda. Aristóteles distingue entre materia prima y materia segunda.

El Mundo Supralunar

El mundo supralunar: La región que abarca la luna y todo lo que se halla más allá de ella: cinco planetas (Mercurio, Venus, Marte, Júpiter y Saturno), el sol y las estrellas. Esta región es absolutamente diversa de la región terrestre: aquí impera el orden, la armonía, la regularidad. Y ello es así porque los cuerpos celestes no se componen de los cuatro elementos terrestres, sino de éter, “lo que siempre corre”, que es un material sutil, transparente. El éter es un elemento incorruptible y eterno que le otorga al cielo una homogeneidad y perfección que no poseen los cuerpos terrestres. Los cuerpos celestes, compuestos de éter, no vagan por el espacio vacío.

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