El Aprendizaje en Alumnos Sordos: Desafíos y Estrategias de Inclusión
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El Aprendizaje en Alumnos Sordos: Un Acercamiento a la Problemática en el Aula
Es fundamental reconocer las fortalezas, capacidades y aptitudes de cada individuo. En lugar de centrarnos exclusivamente en las limitaciones, debemos enfocarnos en el desarrollo de habilidades que no dependan de la deficiencia. Este enfoque es crucial para el aprendizaje en alumnos sordos.
El Perfil Sociolingüístico del Niño Sordo
El uso del sonido de la voz en el bebé oyente: Desde el nacimiento, los bebés oyentes se conectan con el mundo a través de la audición. Responden a sonidos, diferencian voces humanas de otros ruidos, reconocen a sus familiares y se gratifican con sus propios sonidos. Durante el primer año, esta información auditiva les permite almacenar referencias simbólicas y prepararse para procesar información lingüística en el segundo año. Los niños oyentes comprenden que las personas transmiten información a través del habla.
Al ingresar a la escuela (5-6 años), los niños oyentes suelen tener un vocabulario de aproximadamente 5,000 palabras y han experimentado millones de interacciones significativas a través del lenguaje.
Datos Generales de la Deficiencia Auditiva
La sordera de nacimiento o antes de los 2 años es una de las deficiencias más graves, ya que priva al niño de las experiencias auditivas y lo somete a un aislamiento psicolingüístico. La dificultad de los niños sordos es diferente a la de otras deficiencias. Su situación socioafectiva se asemeja a la de un niño extranjero en un nuevo entorno o a la de un niño privado de comunicación humana.
El problema central es la incomunicación, no por una interferencia interna, sino por una situación social producto de la deficiencia auditiva. El niño sordo no comprende lo que se dice ni puede expresar lo que desea. Aunque utilice gestos y mímica, estos intercambios no evolucionan. Un niño sordo de 3 o 4 años puede estar al mismo nivel que un niño oyente preverbal de 12 o 18 meses. A pesar de su deseo de participar, la incomprensión genera impotencia y frustración.
A menudo, aparecen conductas estereotipadas, como el asentimiento sistemático sin comprensión real. Muchos niños sordos experimentan angustia, inquietudes y terrores debido a situaciones de incomprensión. Pueden recurrir a hábitos inmutables o manías para enmascarar el miedo.
Además, la deficiencia auditiva es invisible, lo que genera ambigüedad y dificultades en la interacción. Los malos entendidos y cambios de actitud de los interlocutores pueden dejar secuelas de frustración comunicativa en el niño.
Algunos niños sordos, ante la ineficacia de sus esfuerzos por comunicarse, pueden adoptar comportamientos autistas, replegándose sobre sí mismos. La falta de estimulación y guía adecuada en la primera infancia puede llevar a actividades repetitivas y autocentradas.
En su entorno, el niño sordo muestra una gran capacidad de imitación, pero la incomunicación genera dificultades de comportamiento y carácter. Pueden ser percibidos como bruscos, torpes, irritables o empecinados. Estas reacciones son respuestas a un mundo exterior sentido como hostil.
Los desajustes y la incomprensión refuerzan su diferencia y aislamiento. Es importante señalar que no todos los niños sordos presentan los mismos problemas. Aquellos que han contado con condiciones favorables de comunicación, ya sea en el seno familiar o con profesionales, tienen mejores resultados.
En resumen:
- La sordera temprana impacta profundamente el desarrollo del niño.
- La incomunicación es el principal desafío.
- Es crucial enfocarse en las fortalezas y capacidades del niño.
- La estimulación temprana y el apoyo adecuado son fundamentales.
Es esencial comprender la realidad del niño sordo para abordar sus necesidades educativas y sociales de manera efectiva.