Antropología Cristiana y Pensadores Relevantes: Mounier, Marías y Stein

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Antropología Cristiana: Fundamentos y Principios

Toda antropología presupone una determinada concepción del ser humano. La antropología cristiana contiene elementos radicalmente distintos de las antropologías que prescinden de Dios y niegan la existencia del alma humana. A partir de las corrientes más comunes de la cultura oriental y del pensamiento grecorromano, la antropología cristiana defiende la existencia del alma humana como elemento espiritual que distingue radicalmente al ser humano de todos los animales, enseñanza enraizada en la recta razón y en la revelación divina. Estas enseñanzas han sido reiteradas por los Romanos Pontífices.

Principios de la Antropología Cristiana

  • Desde el momento de la concepción, el ser humano es un ser corpóreo-espiritual animado por un alma creada directamente por Dios.
  • El ser humano ha sido creado a imagen de Dios, esta es la razón más alta de la dignidad humana y en ello consiste su último fin: llegar a participar de la unión con Dios.

Emanuel Mounier: El Personalismo Cristiano

Emanuel Mounier, filósofo francés amigo de Jacques Maritain, fundó en 1932 la revista Esprit, que tenía por objeto rehacer los fundamentos espirituales de la Europa contemporánea. Acuñó la expresión personalismo cristiano para referirse a los ideales de su movimiento: "Llamamos personalista a toda doctrina, a toda civilización que afirma el primado de la persona humana sobre las necesidades materiales y sobre los mecanismos colectivos que sostienen su desarrollo".

Mounier fue también muy crítico con los totalitarismos fascistas y marxistas, pero su crítica más aguda y original se dirige al individualismo liberal: "Existe en la individualidad una exigencia de mordiente, un instinto de propiedad que, en el dominio de sí mismo, es lo que la avaricia para la verdadera posesión".

Mantiene que la persona se mide por sus actos, que él reduce a cinco fundamentales: salir fuera de sí, comprender, tomar sobre sí, dar y ser fiel. Por eso la persona se gana perdiéndose, se posee, dándose. Critica la masificación y despersonalización de las sociedades modernas: piensa que son sociedades impersonales, fundadas en equilibrios jurídicos para regular el provecho de los particulares, sin intercambio personal y sin intimidad.

Julián Marías: La Vida Personal y la Responsabilidad

Julián Marías, filósofo español, discípulo de José Ortega y Gasset, toma como punto de partida la vida personal de cada sujeto, a partir de la que elabora su teoría filosófica. Su texto más emblemático es Antropología metafísica, en el que la persona aparece como un ser narrativo, futurizo, corporal, sexuado, diverso como hombre y como mujer, pero con la impresionante capacidad de enamorarse y con la pretensión y el afán de la inmortalidad.

En su concepción, cada uno es responsable de su propia historia personal y, por lo tanto, social: "Somos responsables de nosotros mismos, de lo que hacemos con nuestras vidas".

Edith Stein: Fenomenología y Mística

Edith Stein, filósofa alemana discípula de Husserl y convertida al catolicismo, murió mártir en Auschwitz por su doble condición de judía y monja carmelita. Fue canonizada en 1998. Ella une el método fenomenológico con la sabiduría de la mística de Santa Teresa y de San Juan de la Cruz.

Su principal obra, Ser finito y ser eterno, se ocupa del ser humano, que se entiende como imagen del ser divino. El punto de partida es el ser interior del hombre, que parece fluir entre el ser y el no ser. Esto significa que el yo se autoexperimenta en el tiempo presente, entre lo que se ha ido y lo que viene. Y ahí el hombre topa en sí mismo con la separación entre el ser temporal y el ser eterno.

Como consecuencia, queda establecido que el ser humano, observado hasta su fundamento, no está hecho por sí mismo, ni tampoco es autosuficiente: "La peculiaridad del ser humano es lo enigmático de su de dónde y su hacia dónde". El ser humano está imposibilitado para dar sentido a su pasado y a su futuro, y siente la acuciante necesidad de encontrar ese sentido. Es en la confianza, en el abandono en Dios, donde el ser humano encuentra una íntima seguridad, un flujo vital que asciende de una actividad, de una fuerza que no le pertenecen, pero que llegan a hacerse activas en él.

Tejido Óseo Haversiano

El tejido óseo haversiano está formado por unidades menores llamadas sistemas de Havers, en las cuales laminillas regulares y superpuestas se ubican de manera concéntrica, dentro de las cuales hay vasos sanguíneos que nutren al hueso. Este tipo de tejido se encuentra en la parte media de la diáfisis de los huesos largos, entre las capas de los tejidos compacto y esponjoso.

Cada uno de los huesos está recubierto por una capa de tejido conectivo llamado periostio, que protege y nutre al hueso. Los huesos presentan distintos tipos de relieves o eminencias, pudiendo ser articulares y no articulares. Las superficies articulares son estructuras pulidas que se encuentran normalmente en los extremos de los huesos, y las no articulares están representadas por simples eminencias, tuberosidades, espinas, líneas y crestas que dan inserción a las estructuras blandas del organismo.

Composición de los Huesos

Los huesos están formados por tejido óseo, constituido por células llamadas osteocitos y una sustancia intercelular elaborada por estas células. Esta sustancia intercelular está compuesta por un 70% de agua y un 60% de materiales sólidos inorgánicos y orgánicos.

Entre los constituyentes sólidos inorgánicos se encuentra la apatita e hidroxiapatita, materiales compuestos principalmente por fosfatos y carbonatos de calcio. Entre los constituyentes sólidos orgánicos, los huesos tienen fibras de colágeno y mucopolisacáridos. También contienen una proteína llamada oseína. Las células y la sustancia intercelular se disponen en forma de laminillas que dan origen a los tres tipos de tejido óseo.

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