Antigua Grecia y Roma: Civilizaciones, Legado y Poder

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La Antigua Grecia

La civilización griega, ubicada en el Mediterráneo Oriental (península de los Balcanes, islas del Egeo, costa de Asia Menor y Creta), fue una cultura floreciente que, partiendo de las civilizaciones prehelénicas de Creta y Micenas, alcanzó su máximo esplendor durante los siglos V y IV a. C., período conocido como la etapa clásica. Su influencia se extendió hasta el año 146 a. C., cuando Grecia se convirtió en un protectorado romano. La geografía de la antigua Grecia condicionó su cultura y formas de vida. La abrupta orografía y la pobreza del terreno dificultaban la agricultura de hortalizas y la trilogía mediterránea (trigo, vid y olivo), lo que impulsó el desarrollo de la navegación y la emigración de la población hacia otros lugares del Mediterráneo, donde fundaron nuevas ciudades llamadas colonias.

Etapas de la Historia Griega

La historia de la antigua Grecia se divide en tres etapas:

  • Época Arcaica (s. VIII-V a. C.): Destaca la organización territorial en ciudades-estado independientes (polis) que, sin embargo, compartían una identidad común, una misma lengua (griego) y la misma religión.
  • Época Clásica (s. V-IV a. C.): Marcada por la importancia de dos conflictos bélicos y dos grandes ciudades-estado: Atenas y Esparta. El primer conflicto, las Guerras Médicas entre persas y griegos, terminó con el triunfo de las polis sobre el Imperio Persa, consolidando a Atenas como la primera potencia naval de la Hélade. Este triunfo dio lugar a la creación de la Liga de Delos, presidida por Atenas, una alianza de las polis para defenderse de futuras agresiones persas. Los recursos obtenidos en la Liga permitieron a Atenas un apogeo cultural y político, surgiendo la democracia directa. Sin embargo, este esplendor se sustentaba en el dominio abusivo (imperialismo ateniense) del resto de las polis, entre ellas Esparta, lo que desembocó en la Guerra del Peloponeso, provocando la decadencia del mundo clásico. Este declive facilitó la conquista de Grecia por Filipo de Macedonia, dando lugar al período helenístico.
  • Época Helenística (s. IV-II a. C.): Desapareció el poder político griego, pero no su legado, ya que Alejandro Magno extendió la cultura griega por su vasto imperio.

Religión, Pensamiento y Arte Griegos

La religión tenía gran importancia. Los griegos practicaban una religión politeísta y antropomorfa. Realizaban sacrificios rituales, ofrendas, actos religiosos o juegos como los celebrados en Olimpia en honor a Zeus, en los que participaban todas las polis griegas. El pensamiento occidental nace en la Grecia antigua al romper con el pensamiento mítico, iniciando el camino hacia la racionalidad. Se desarrolló la filosofía con autores como Sócrates, Aristóteles y Platón, que analizaron racionalmente el mundo. Destacaron también en poesía con Homero, en teatro con autores como Esquilo, Sófocles y Eurípides, y en historia con Tucídides y Heródoto. En el arte, la época clásica es la de mayor esplendor. Durante el mandato de Pericles en Atenas, se reconstruyó la Acrópolis, la parte más elevada y sagrada de la polis, destruida durante las Guerras Médicas. En este espacio sagrado se custodiaban los tesoros y se rendía culto a los dioses en templos como el Partenón y el Erecteion.

La Antigua Roma

La civilización romana se extendió por el Mar Mediterráneo y gran parte de Europa Occidental desde el 753 a. C., fecha de la fundación de Roma, hasta el 476, cuando fue depuesto el último emperador del Imperio Romano de Occidente. En la historia de Roma se distinguen tres grandes períodos: Monarquía, República e Imperio.

Orígenes y Monarquía Romana

El estudio de los orígenes de Roma presenta dificultades, por lo que durante mucho tiempo su fundación se situó en el terreno de la leyenda. La Monarquía se extiende desde el siglo VIII (753 a. C.) hasta finales del siglo VI a. C. En esta etapa, de fuerte influencia etrusca, surge el Estado romano.

República Romana

Tras la expulsión del último rey etrusco, se inicia la República (509 a. C.) y comienza la expansión de Roma por la península italiana, logrando su total ocupación en el siglo III a. C. Su victoria sobre Cartago supuso el control definitivo del Mediterráneo.

Imperio Romano

Tras años de conflicto civil en la República, en el 27 a. C., Octavio Augusto fue proclamado emperador, iniciando la etapa del Imperio Romano. Con él, el Imperio inicia una etapa de esplendor (Pax Romana) continuada por sus sucesores, como Trajano o Adriano, que extendieron las fronteras. Esta etapa duró tres siglos, en los que Roma se convirtió en el centro del mundo. A partir del siglo III, el Imperio entró en decadencia política y económica. En el siglo IV ocurren dos acontecimientos fundamentales: en el 313, Constantino promulga el Edicto de Milán, que permite la libertad religiosa, y en el 395, Teodosio divide el Imperio en dos partes: occidental y oriental. En el 476, cae el Imperio Romano de Occidente. El fin del Imperio no supuso el fin de la cultura romana, que se había impuesto mediante la construcción de ciudades donde la lengua, la cultura y las costumbres eran un medio de romanización.

Economía y Sociedad Romana

Desde un punto de vista económico, la economía se basaba en la trilogía mediterránea (trigo, vid y olivo), pero el comercio tenía gran importancia. A nivel social, la sociedad romana era esclavista, destacando tres grupos: patricios, plebeyos y esclavos, que evolucionaron hacia una sociedad más compleja durante el Imperio.

Legado Romano

El mérito de Roma es ser la gran transmisora del legado antiguo. Adaptó las tradiciones de otras civilizaciones, desarrollando un estilo ecléctico con elementos etruscos y griegos. Los emperadores transmitieron un mismo concepto de poder del Estado, de idea de ciudadano, de cultura urbana y de lengua, lo que unificó un territorio enorme. Roma logró esto sin perder su personalidad, imponiendo un cambio de ideas radical: de la abstracción y el idealismo heleno se pasó a lo concreto y práctico. Los romanos eran ingenieros y arquitectos que creaban obras de arte siguiendo la idea de venustas, utilitas y firmitas. Las propuestas artísticas buscaban propagar la supremacía de Roma: el arte como propaganda de poder impulsada por los emperadores.

Romanización en Hispania

La romanización fue el proceso de aculturación que experimentaron las regiones conquistadas por Roma, incorporando sus modos de organización político-sociales, costumbres y formas culturales. Hispania es un claro ejemplo. Roma inició su hegemonía en la península Ibérica tras vencer a los cartagineses en las Guerras Púnicas. La romanización tuvo diferente intensidad según las zonas (mayor en el sur y este) y se produjo en distintos momentos (más tardío en el oeste y norte). Este proceso fue fundamental en la configuración del Imperio. La ciudad fue el elemento básico de romanización. Para implantar sus formas políticas, sociales, institucionales, religiosas y culturales, Roma desarrolló un programa de construcciones, destacando las obras públicas. España conserva cinco restos patrimoniales romanos considerados Patrimonio de la Humanidad.

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