Andrés hurtado tenia algo de precursor

La novela es la historia de una frustración

            Andrés Hurtado, su protagonista, busca explicación a una realidad absurda e injusta. Y no es una mera curiosidad intelectual lo que le mueve, sino la necesidad de conseguir algunas ‘verdades prácticas’ con que conducirse él mismo en la vida
.

            El intento resulta fallido porque el planteamiento es demasiado radical:
razón y vida se ven como principios irreconciliables. En la lucha entre el árbol de la cienciay el árbol de la vida, Andrés habrá de claudicar ante este último, que se mostrará pujante, indominable. La vida como ‘fuerza ciega’ que se opone a la razón es una ‘tumultuosa corriente’ que arrastra con su ímpetu al propio individuo, aunque éste haya querido evitarlo cultivando la abstención. Así, el noble empeño de Andrés por comprender la realidad y hallar su lugar en ella será un esfuerzo inútil, resuelto finalmente en tragedia.

            Baroja proyecta sus ideas personales –no debe olvidarse el alto contenido autobiográfico del relato- , fundadas, en este caso, en las de los filósofos preferidos:
Kant y Schopenhauer.
Se observa también en algún punto la influencia de Nietzsche.

            La peripecia del protagonista posee un valor simbólico.
En el último capítulo de la novela –Tenía algo de precursor
-, se nos revela que la muerte de Andrés es símbolo de una actitud idealista: vencido en su choque contra la realidad, Andrés, sin embargo, abre la esperanza hacia un futuro en que ciencia y justicia conseguirán liberar al hombre de sus servidumbres. De nuevo debemos señalar el componente autobiográfico de la historia, pues Baroja, en un momento de madurez personal y creadora, reproduce, en buena medida, lo que fueron sus propios desengaños de juventud.

            En un segundo plano, la novela es un documento sociológico, político y cultural de la España de fin de siglo.
Esa realidad contra la que choca Andrés Hurtado viene dada, precisamente, por el amplio repertorio de vicios, defectos y carencias que caracterizan, según Baroja, la vida nacional en torno a la fecha clave de 1898. Las relaciones de Andrés con el medio urbano –Madrid-
Y con el mundo rural –Alcolea del Campo-
Permiten al novelista presentar una panorámica de la situación española del momento. El tono es extraordinariamente crítico:

sea la insolidaridad social, la corrupción e ineficacia del sistema político, el anquilosamiento de la ciencia, o el provincianismo  del ambiente cultural, la denuncia de Baroja resulta implacable.

            Y, por último,  debe añadirse que la novela constituye una clara muestra de la literatura noventayochista.
Una novela como El árbol de la ciencia sólo podía darse en el contexto de la crisis de fin de siglo:

Baroja eleva el pesimismo y el ‘desengaño’ propios del 98 a la categoría de pesimismo y desengaño existenciales

Pero no cuenta sólo la problemática existencial del personaje o el llamado ‘tema de España’; en las páginas de la novela, encontramos otros temas comunes a los escritores de la generación, como el de la abulia (aburrimiento o hastío ante las cosas) o la ataraxia (estado de contemplación y abstención respecto de la vida).

            En lo que concierne al estilo y a la concepción de la novela, Baroja pretende crear un nuevo lenguaje, alejado del Realismo decimonónico.
Así, aunque su obra, en última instancia, debe relacionarse con la de Galdós, presenta un Realismo de nuevo cuño.
Si Galdós es objetivo, sereno, realista, Baroja es, por el contrario, subjetivo, apasionado, expresionista/impresionista.

No se trata de copiar la realidad, sino que ésta aparece tamizada por el propio yo del escritor

            Desde la perspectiva de la crítica contemporánea, El árbol de la ciencia es obra carácterística del 98 en la medida en que manifiesta el mismo radicalismo ideológico y la misma incapacidad para la actuación política de la mayoría de los escritores de la generación.