Análisis de Utopía de Tomás Moro: Una Sociedad Ideal con sus Contradicciones

Análisis de Utopía de Tomás Moro

Conclusión

Tomás Moro, con Utopía, busca presentar una sociedad ideal, libre de problemas, donde la cooperación sea el pilar fundamental. Argumenta con lógica, restando importancia a lo material, como el oro y la plata. Sin embargo, su visión utópica cae en la monotonía y la falta de pasión.

En mi opinión, Utopía es una obra entretenida, especialmente el Libro II, que presenta aspectos novedosos y a veces cómicos desde una perspectiva moderna.

De la Isla de Utopía

La isla, originalmente llamada Abraxa, recibe el nombre de Utopía por su conquistador, Utopo. Tras su victoria, Utopo mandó cortar el istmo de quince mil pasos que unía la isla al continente, aislándola completamente.

Utopía cuenta con cincuenta y cuatro ciudades idénticas en lengua, costumbres, organización y leyes. Anualmente, tres ancianos experimentados de cada ciudad se reúnen en Amaurota, la capital, para tratar asuntos comunes.

Las tierras están distribuidas equitativamente. Los utópicos se consideran cultivadores, no propietarios.

• Una familia agrícola: mínimo 40 personas (hombres y mujeres) y 2 esclavos, dirigida por un padre y una madre.
• 30 familias conforman un Filarca, liderado por un Sifogrante.

Cada año, veinte miembros de cada familia rotan entre el campo y la ciudad, asegurando la continuidad del conocimiento agrícola.

Prefieren los bueyes a los caballos por su resistencia, menor costo y utilidad alimentaria.

De las Ciudades, Principalmente Amaurota

Amaurota, sede de la Asamblea, se caracteriza por sus casas con puertas abiertas a la calle y al jardín, reflejo de la ausencia de propiedad privada. Cada diez años, las familias cambian de casa por sorteo. Las casas de tres pisos tienen techos planos con un revestimiento ignífugo.

De los Magistrados

• 30 familias eligen un Sifogrante (Filarca).
• 10 Sifograntes son liderados por un Traniboro (Protafilarca).
• 200 Sifograntes eligen al príncipe entre cuatro candidatos propuestos por el pueblo.

Cada tres días, los Traniboros se reúnen con el príncipe para deliberar sobre asuntos públicos. Deliberar fuera del Senado o la Asamblea se castiga con la pena capital. Ninguna proposición se discute el mismo día de su presentación.

De los Oficios

Todos los utópicos conocen la agricultura. Además, aprenden un oficio específico: tejedores, albañiles, herreros, carpinteros, etc. Suelen seguir el oficio familiar, pero pueden cambiar si lo desean.

Los Sifograntes se aseguran de que nadie esté ocioso. Se trabaja seis horas diarias, con dos horas de descanso después de la comida. El ocio se dedica al estudio y a las letras, no a los juegos de azar.

A pesar de la jornada de seis horas, la producción es abundante. Se otorgan dispensas para dedicarse al estudio a quienes el pueblo, los sacerdotes y los Sifograntes lo consideren apropiado.

De las Mutuas Relaciones

Las mujeres se casan al llegar a la nubilidad y viven con sus maridos. Hijos y nietos permanecen en la familia, bajo la autoridad del mayor. Se busca que cada familia tenga entre diez y dieciséis hijos púberes.

La ciudad se divide en cuatro partes con un mercado central donde las familias entregan sus productos y toman lo que necesitan sin usar dinero.

Los esclavos se encargan de la matanza de animales fuera de la ciudad para preservar la compasión en los ciudadanos. Los enfermos reciben atención en hospitales públicos. Se come en comedores públicos, donde los ancianos ocupan lugares de honor.

De los Viajes de los Utópicos

Para viajar, se necesita permiso de los Sifograntes y Traniboros. Se proporciona un vehículo y un esclavo. No se lleva nada, pues se provee todo lo necesario durante el viaje. Viajar sin permiso se castiga con severidad, incluso con la esclavitud.

No usan moneda, la reservan para contingencias. Adornan a los niños con perlas y diamantes, que abandonan al crecer. No valoran las ropas suntuosas ni el oro, usado para cadenas de esclavos. Debaten sobre la virtud, el placer y la felicidad, basándose en principios religiosos.

De los Esclavos

La esclavitud se reserva para criminales o condenados a muerte en otras ciudades. Se cuida a los enfermos, incluso si desean morir. El suicidio sin causa justificada se considera indigno. Hombres y mujeres se casan después de los 18 y 22 años, respectivamente. Las relaciones prematrimoniales se castigan con la prohibición del matrimonio, salvo dispensa del príncipe. Antes del matrimonio, los pretendientes se ven desnudos para evitar engaños. Son monógamos y solo se divorcian por adulterio o incompatibilidad. Prefieren leyes claras y concisas, evitando la complejidad legal.

Del Arte de Guerrear

Consideran la guerra algo bestial. Solo luchan en defensa propia o para liberar a pueblos oprimidos. Se entrenan para la guerra, pero prefieren la astucia y el engaño a la fuerza bruta. Celebran las victorias sin derramamiento de sangre. En la guerra, intentan primero la traición y el soborno antes de recurrir a la lucha armada.

Las Religiones de los Utópicos

Hay diversas creencias: adoración al Sol, la Luna, planetas o figuras ilustres. La mayoría cree en un dios supremo llamado "El Padre" o Mitra. Utopo proclamó la libertad religiosa, pero la intolerancia se castiga. Creen en la vida después de la muerte y no en la adivinación. Los sacerdotes son pocos y venerados. Asisten a los mismos templos, pero cada secta celebra sus ritos en privado.

Conclusiones

Comprender a Moro es valorar la simplicidad en un mundo globalizado. Utopía presenta un lugar sin diferencias sociales ni lucha de poder. Moro se adelantó a su tiempo al hablar de eutanasia, divorcio y libertad de culto. Su visión sobre la religión, sin lucro ni fanatismo, es acertada. La simplicidad de sus leyes, como "ningún placer está prohibido si no engendra mal alguno", es admirable. Su postura sobre el castigo al robo, priorizando la educación y el trabajo, es relevante. Vasco de Quiroga, influenciado por Moro, intentó aplicar los principios utópicos en México, fundando hospitales-pueblo como Santa Fe y Atamataho.