Análisis del Poema 'Ven a Sentarte Conmigo, Lidia, a la Orilla del Río' de Ricardo Reis

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"Ven a Sentarte Conmigo, Lidia, a la Orilla del Río"

Este poema pertenece al libro *Odas* del heterónimo Ricardo Reis. Él decía de sí mismo: “…quiero ser al mismo tiempo epicureísta y estoico, seguro como estoy de la inutilidad de toda acción en un mundo en que la acción está en el error, y de todo pensamiento en un mundo donde el modo de pensar se ha olvidado”.

·Epicureísmo: doctrina filosófica que consideraba que la felicidad se conseguía con el placer entendido como ausencia de dolor, temor o preocupación; con la vida tranquila, la amistad, la conversación y la armonía con la Naturaleza.

·Estoicismo: esta doctrina filosófica establecía que el bien supremo está en evitar el sufrimiento, no alterarse ni rebelarse ante lo inevitable.

Encontramos en el poema las ideas de **la inevitabilidad de la muerte**, **el elogio de la vida tranquila** y **el ideal de una vida pasiva sin preocupaciones**. Un solo verso nos sirve para ejemplificarlo: “Más vale que sepamos pasar silenciosamente y sin grandes desasosiegos”. En el poema, el poeta invita a su amada a vivir una existencia tranquila, serena, sin perturbaciones, renunciando a toda acción, sentimiento o pasión, consciente de que pasar y contemplar es la mejor opción para esta vida que conduce finalmente a la muerte.

Estructura Externa

En cuanto a la estructura externa, observamos que el poema está distribuido en ocho estrofas de cuatro versos cada una, salvo la última que tiene cinco. Opta por el verso de arte mayor que rompe, a modo de pie quebrado, con el último de cada estrofa.

Estructura Interna e Ideas Principales

Establecemos la estructura interna del poema a la vez que vamos explicando las distintas ideas: Las dos primeras estrofas recogen el viejo tópico del *“tempus fugit”*. El poeta y su amada, contemplando el curso del río, nos recuerdan a Jorge Manrique en ese “nuestras vidas son los ríos que van a dar a la mar, que es el morir”; la idea del paso del tiempo y por tanto la llegada de la muerte, están implícitas en estos versos. Teniendo en cuenta ese destino final del hombre, la idea de la inutilidad de toda acción está en las siguientes cuatro estrofas, “no vale la pena cansarnos…” o “más vale estar sentados…” La estrofa que comienza “sin amores, ni odios…” recuerda a Horacio, a su *“Beatus Ille”*, a ese hombre que renuncia a las pasiones que enturbian el alma para quedarse con la contemplación de la naturaleza, representada en ese paisaje con un río y flores. Para llegar, como conclusión, a las dos últimas estrofas: si hacemos eso, habremos conseguido la “ilusión” de calma, de sosiego, de no sufrimiento, cuando dice que así cualquiera de los dos que muera antes no sufrirá por la pérdida del otro.

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