Análisis de la Evolución Poética de Miguel Hernández
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Influencia de la Tradición Literaria Española
El desarrollo de la poesía de Miguel Hernández puede analizarse siguiendo sus distintas etapas creativas, marcadas por diversas influencias literarias.
Etapas Poéticas de Miguel Hernández
Etapa Primera (1925-1931)
Esta etapa, que abarca su adolescencia literaria, está influenciada por autores como los troveros de la vega, el panocho, Rubén Darío, Bécquer, Juan Ramón Jiménez y Gabriel y Galán, según Agustín Sánchez Vidal. La experiencia de Miguel Hernández como pastor de cabras se complementa con lecturas de autores como Garcilaso de la Vega, San Juan de la Cruz y Lope de Vega, recomendadas por su mentor Ramón Sijé. En sus cuadernos también se encuentran poemas de Jorge Guillén, Mallarmé y Jules Romain.
Etapa Segunda (1931-1935)
Se inicia con su primer viaje a Madrid, donde recibe la influencia de Góngora, especialmente en el uso de imágenes y metáforas. La luna se convierte en un tema central en sus nuevos poemas, marcando un punto de inflexión en su poesía. En 1933, publica Perito en lunas, un poemario influenciado por la poesía pura y las técnicas vanguardistas, que lo sitúa dentro de la Generación del 27. El libro está dedicado a Góngora. También se perciben influencias de Jorge Guillén y Juan Ramón Jiménez, aunque este último no reconoció la obra de Miguel Hernández hasta un año después. Los poemas de El silbo vulnerado, con temas religiosos, muestran la influencia de San Juan de la Cruz y su Cántico espiritual. En otro viaje a Madrid, Miguel Hernández se distancia de Ramón Sijé y se acerca a Pablo Neruda. También descubre a Ramón Gómez de la Serna, de quien toma la gracia de las greguerías. La muerte de Ramón Sijé lo impulsa hacia una poesía más humanizada y con mayor preocupación social.
Etapa Tercera (1935-1936)
En esta etapa, Miguel Hernández se inspira en Quevedo y el soneto para crear El rayo que no cesa, aunque también recibe influencia de Lope de Vega. Sánchez Vidal destaca la maestría de Miguel Hernández en el uso del soneto, logrando efectos que impresionaron a sus contemporáneos, desde Juan Ramón Jiménez hasta Neruda. Miguel Hernández se libera de la religión y explora el tema del amor, que despierta en él nuevas sensaciones. En esta búsqueda de un lenguaje más amplio, se encuentra con Quevedo, Lope de Vega, Fray Luis de León y Garcilaso de la Vega, retomando el motivo del amor inalcanzable como fuente de dolor. Juan Cano Ballesta señala que esta obra combina la forma de Quevedo con un lenguaje que recuerda a Garcilaso, Neruda y Aleixandre. Miguel Hernández se acerca a la tradición petrarquista a través del soneto, pero también explora nuevos elementos vanguardistas, como la incorporación de la "carne" y la "tierra", provenientes del surrealismo de Neruda y Aleixandre. En la métrica, el soneto alcanza la perfección.
Etapa Cuarta (1937-1939)
Durante la Guerra Civil Española, escribe Viento del pueblo (1937) y El hombre acecha, dedicadas a Aleixandre y Neruda. En estas obras, se inclina hacia la poesía surrealista, que él denomina "poesía impura". Con Viento del pueblo, Miguel Hernández deja atrás la influencia de Quevedo, Góngora, Lope de Vega y la poesía pura, buscando llegar al corazón del lector más que a su intelecto. En la métrica, combina la tradición castellana con la renacentista y barroca. Aumenta el uso de imágenes visionarias propias del surrealismo, a menudo violentas, inspiradas en la guerra y la lucha. En El hombre acecha, continúa con la misma línea expresiva, marcada por el dolor y la muerte. La métrica alterna estrofas tradicionales, como el romance, con otras cultas, como el soneto y el verso libre vanguardista.
Etapa Quinta (1939-1941)
En Cancionero y romancero de ausencias, emplea una poesía más oral, utilizando coplas, romancillos y recursos tradicionales como paralelismos, estribillos y rima asonante. Incluso incorpora la copla popular flamenca, propia de su tierra natal. Se trata de un neopopularismo que lo acerca a Lope de Vega y sus letrillas y seguidillas. Entre los temas que trata, destacan la familia, los besos de la mujer, la ausencia, la distancia, la muerte de su primer hijo y el nacimiento del segundo.
Conclusión
Miguel Hernández logra superar la dualidad entre vanguardia y tradición, creando un estilo personal basado en la sencillez. Su poesía evoluciona a lo largo de las diferentes etapas, mostrando la influencia de diversos autores y movimientos literarios, pero siempre manteniendo una voz propia y una gran fuerza expresiva.