Adivinación y Ritos Funerarios en la Antigua Grecia: Una Exploración
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Adivinación y Ritos Funerarios en la Antigua Grecia
La adivinación: la adivinación ejercida por los oráculos y los videntes cumplía con esta función. En la religión griega había dos tipos de adivinación: inspirada por los dioses y la ejercida por medio de una técnica. En la primera, el adivino recibía directamente el mensaje de los dioses, como la pitonisa de Delfos. En la segunda, el adivino ejercía una técnica aprendida con el objetivo de interpretar la voluntad divina. Los santuarios donde el dios hablaba a través de la adivinación se llamaban oráculos. Los más famosos como los de Delfos o Dodona.
El Oráculo de Delfos
Oráculo de Delfos: La actividad que centraba la vida del santuario era adivinar el futuro y dar consejos. Antes de entrar en el templo, el cliente se purificaba con agua sagrada y dejaba en el altar exterior una cantidad de dinero. A continuación, sacrificaba ovejas o cabras. Entonces, el consultante podía pasar al adyton donde la Pitia o Pitonisa ya estaba en éxtasis. Un sacerdote transmitía la pregunta del cliente a la Pitia, que contestaba con gritos y palabras incomprensibles. Él los interpretaba y daba una respuesta con una forma más o menos enigmática.
Ritos Funerarios
Los Rituales de la Muerte: Los ritos funerarios comenzaban el mismo día de la muerte: las mujeres de la familia lavaban el cadáver, lo untaban con perfumes, lo vestían de blanco, lo cubrían con una sábana dejando la cara descubierta, y lo adornaban con flores.
Era expuesto durante un día o dos en una cama puesta en el vestíbulo de la casa, donde parientes y amigos acudían a rendirle los últimos respetos, mientras las mujeres de la familia, con trajes negros, lloraban y cantaban un lamento ritual. En ciertas épocas se ponía una moneda dentro de la boca del fallecido que debía servir para pagar a Caronte, el barquero que transportaba las almas a través de la laguna Estigia, y a veces también un roscón para aplacar a Cerbero. El día siguiente, antes del alba, se iniciaba la comitiva fúnebre llevado a fuerza de brazos. La procesión acompañaba el cuerpo hasta la necrópolis o cementerio, situado en las afueras de la ciudad. El cuerpo podía ser inhumado simplemente sobre una cama de hojas o bien dentro de una caja de madera o barro. Junto al cadáver se depositaban objetos como armas, vasos de cerámica, joyas, juguetes...
El Culto a los Muertos
De vuelta a casa, los familiares se purificaban lavándose el cuerpo y celebraban un banquete. El culto de los muertos: Era un aspecto primordial de la religión familiar: había que conmemorar la muerte el tercero, noveno y trigésimo día después de los funerales. Era el deber de la familia mantener las tumbas y celebrar los ritos anuales en honor de los difuntos para que sus espíritus no persiguieran a los vivos como espectros. Cada aniversario debía visitar la tumba.