La Actualidad de Descartes: El Cuestionamiento de la Realidad en el Cine y la Filosofía

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 comparación Descartes con actualidad:La comparación con otro autor puede hacerse con Platón, en el caso de que salga un texto que hable del alma (o del yo) y el cuerpo, insistiendo el dualismo antropológico de ambos autores y contando la teoría del alma y el cuerpo de Platón, o bien con Santo Tomás de Aquino, si se habla de Dios, explicando las cinco vías de este filósofo medieval.
            (Otra posibilidad es que el texto hable del método o de la duda, en cuyo caso puede relacionarse con el método socrático (la primera fase, la ironía, se asemeja mucho a la duda cartesiana). 

Actualidad:Un ámbito donde la actualidad de Descartes es sorprendente por su recurrencia es, en los últimos tiempos, el del cine. Un nutrido grupo de películas plantean la cuestión de la realidad de un modo que recuerda mucho al de Descartes. Abre los ojos, de Alejandro Amenábar, es quizá la película de más clara inspiración cartesiana, al aparecer directamente el argumento del sueño para cuestionar la realidad. En la película Matrix, sin embargo, es la tecnología la que propicia un mundo virtual que es tomado falsamente por la verdadera realidad. La hipótesis del "genio maligno" puede también recordarse en este caso, pues lo que hay detrás del engaño es una manipulación. Otra conocida película en esta línea, variante de este cuestionamiento de la realidad, es El show de Truman.

            Cabría preguntarse si la vuelta de esa sensación de duda ante la realidad tiene que ver con el desconcierto de la época de cambios que nos ha tocado vivir. No olvidemos que Descartes estuvo inmerso en un tiempo de crisis histórica y de transformaciones. 











tema:El método será un conjunto de reglas, ciertas y fáciles, tales que todo aquel que las observe exactamente no tomará nunca algo falso por verdadero y, sin ningún esfuerzo inútil, seguirá siempre aumentando gradualmente su conocimiento. El método consiste en una serie de reglas para emplear correctamente estas dos operaciones fundamentales de la razón.
REGLA I: No aceptar como verdadera cosa alguna si no sabemos con certeza o evidencia que lo es. La evidencia se define, a su vez, por dos caracteres esenciales, a saber, claridad y distinción. Con esta regla, lo que pretende Descartes es dotarnos de un principio o criterio de certeza que nos lleve necesariamente a la verdad. Descartes llama claro a aquello que está presente y manifiesto a todo espíritu atento, y llama distinto a aquello que es tan preciso y diferente de todos los demás objetos que no contiene en sí mismo nada que no esté claro. Así, una idea o proposición clara y distinta es evidente , y, por lo tanto, puede darse por verdadera con total seguridad.
 REGLA II: Dividir cada una de las dificultades en tantas partes como sea posible y cuantas requiera su mejor solución. Se trata del método que Descartes denomina análisis o resolución.
 REGLA III: Ascender por deducción de los elementos simples al conocimiento de lo complejo. Es la síntesis o composición.
 REGLA IV: Examinar con todo cuidado la cadena deductiva para estar seguros de que no se ha omitido nada ni se ha cometido error alguno. Es lo que Descartes denomina enumeración o comprobación.
  El cogito (=Pienso luego existo) es la verdad indubitable sobre la que  fundamentar su filosofía; es la primera verdad y es segura porque es una verdad que se presenta clara y distintamente a todo espíritu atento. De esta forma es el sujeto cognoscente, con su razón, la piedra angular de todo el edificio del conocimiento, de toda la filosofía.         
 La demostración de la existencia de Dios la plantea Descartes de tres formas distintas:
                La primera de ellas requiere previamente aclarar la teoría de las ideas innatas. Según Descartes existen tres tipos de ideas: las ideas innatas, que están en nosotros desde el momento mismo del nacimiento, al menos como potencialidad, las ideas adventicias, que parecen derivadas de los sentidos, y finalmente, las ideas facticias, o construcciones de nuestra imaginación 
El segundo argumento se basa en mi propia existencia. ¿A qué se debe? No se puede deber a mí mismo, ni a que haya existido siempre, ni, por supuesto, a una causa menos perfecta. Luego he de buscar la respuesta definitiva en Dios.

                El tercer argumento, no menos importante, es una variación del argumento ontológico de San Anselmo de Canterbury: si mi mente es capaz de pensar en un ser infinito y perfecto, ha de pensarlo también como existente, pues de lo contrario le restaría perfección 

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