Santo Tomás - Análisis - Suma Teológica, cuestión 2, artículo 3
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La tercera vía de la “Suma Teológica” que intenta, a través de la razón, demostrar la existencia de Dios, es la vía de la contingencia. Como el resto de vías, ésta posee la misma estructura: en primer lugar, se parte de un hecho observable y demostrable por la experiencia; se deduce un principio metafísico que rige ese hecho; se muestra la imposibilidad de llegar al infinito para resolver la cadena de causas; y por último, se llega a una conclusión. En esta tercera vía, el hecho observable es que todas las cosas son contingentes, es decir, que pueden ser o no ser. De ahí se puede extraer el principio metafísico de que “lo que no existe no puede existir más que por algo que ya existe”, en otras palabras, nada puede surgir de la nada. De esto se deduce que hubo un tiempo en lo que nada existía, pero esto no es posible, puesto que si fuera cierto, no existiría nada ahora. Por tanto, hay algo que siempre ha existido, que es “absolutamente necesario”, y que es el principio y la causa de lo demás. Santo Tomás identifica este ser con Dios.
Esta vía forma parte de la “Suma Teológica”, una de sus obras más importantes. Incluida ésta, son cinco las vías que emplea Sto. Tomás para demostrar racionalmente la existencia de Dios: la vía del motor inmóvil, que emplea la teoría aristotélica del movimiento para intentar demostrar la existencia de Dios; la vía de las causas eficientes, también de marcado carácter aristotélico, que emplea la causa eficiente para llegar a la conclusión de que Dios es la causa de todo; esta tercera vía; la vía de los grados de perfección, de carácter más platónico, y que demuestra la existencia de Dios a partir de la participación de las cosas en las distintas ideas de bien, belleza, justicia, etc.; y la vía del orden cósmico, que parte de la finalidad de las cosas y la necesidad de que exista una “inteligencia ordenadora” que las lleve a ese fin.
Los dos principales problemas de la filosofía medieval eran dos: la demostración racional de la existencia de Dios, y el conflicto entre fe y razón. Para defender sus teorías, los autores recurrían a dos tipos de argumentaciones distintas: por un lado, la demostración a priori, que se basa en partir de la causa para llegar al efecto, parte de algo anterior para llegar a lo que es posterior; y la demostración a posteriori, que parte del efecto para llegar a su causa. La primera era usada por San Anselmo en su argumento ontológico, un tipo de argumentación que parte de la idea de Dios como ser perfecto y existente, y de ahí extrae conclusiones. Pero este tipo de argumento era rechazado por Santo Tomás: no se puede demostrar la idea de Dios como ser perfecto, pues ésta procede de la creencia y la fe, y por tanto hay que demostrarla mediante la razón. Por ello, Santo Tomás utiliza la demostración a posteriori para llegar desde el efecto hasta la causa, como es el caso de esta vía, en la que parte del hecho de que las cosas existen o no, y de ahí llega a una conclusión.
El conflicto entre fe y razón también fue tratado por Sto. Tomás, utilizando vías como “Preambula fidei”, y otros argumentos racionales que hacen posible la fe. Muchos otros pensadores aportaron su punto de vista sobre este tema: San Agustín confiaba tanto en la fe como en la razón que hacen del hombre un ser que ama la verdad divina; Juan Escoto valoraba más el papel de la razón, pues no cuestiona las verdades reveladas; Averroes, mediante la teoría de la doble verdad, afirma de la existencia de la verdad del creyente y de la del filósofo; y Guillermo de Occam, pensaba que el único camio a Dios era la fe, y afirmar algo era limitar la voluntad de Dios.
Las influencias de Santo Tomás fueron varias: por un lado, los filósofos clásicos, como Platón o Aristóteles, éste último fue la base de muchas de sus teorías y explicaciones teológicas; por otro, los filósofos islamistas, como Averroes o Avicena; y judíos, como Maimónides.
Por último, cabe destacar las críticas a las argumentaciones tomistas, que defienden que, si los argumentos que exponen son lógicamente correctos y convincentes, porque no son universalmente aceptados. Si así fueran, todo el mundo debería admitir la existencia de Dios, y esto no sucede. Por otro lado, también critican que la existencia de Dios no puede ser probada por medio de silogismos, y de que se presupone su existencia a lo largo de toda la demostración. Se pueden hacer otras críticas, como la del trato de Dios como un objeto, la limitación de la razón humana, o el lugar que quedaría para la fe si se demuestra la existencia de Dios.