Novela
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movimientos esteticos de vanguardia
Los movimientos de vanguardia del siglo XX, aunque se desarrollaron después de la Primera
Guerra Mundial, fueron poderosamente influidos por ella, sobre todo por la crisis de valores que
en el mundo occidental se produjo a raíz de este conflicto. En algunos países estos
movimientos fueron muy radicales, comprometiéndose con una supuesta transformación de la
sociedad a través del arte.
La característica fundamental de los movimientos de vanguardia es el rechazo a la razón y la
primacía de lo irracional; se piensa que la razón es un freno que oprime la libertad del artista, y
de la sociedad en general, de ahí que se dé primacía a lo irracional y a lo inconsciente. El
concepto de belleza cambia y se busca lo contrario del modelo anterior, llegando en ocasiones
al feísmo como elemento máximo de arte. La otra característica esencial de los movimientos de
vanguardia es que por primera vez se incorporan a él nuevos modos de expresión
promocionados por el avance científico, como la fotografía y el cine.
El primer movimiento de vanguardia destacado es el futurismo, con una amplia presencia en la
Italia fascista de la mano de su fundador, Marinetti. Este movimiento enfatizaba el progreso, la
velocidad, la fuerza a través de la representación de máquinas y de objetos de todo tipo,
incluidos los bélicos. Llegaron a propugnar la guerra como método de acabar con el orden
establecido y con todo el arte anterior, al que consideraban caduco. Emparentado con el énfasis
por el progreso y el avance científico del futurismo, pero despojado de sus agrias
declaraciones, está el cubismo, donde domina la geometría y la descomposición de la imagen
en líneas y formas geométricas. Juan Gris y Pablo Ruiz Picasso son los dos pintores más
representativos de esta tendencia.
Otro movimiento importante, sobre todo en Alemania, fue el expresionismo, caracterizado por
una apología de la fealdad, difuminando conscientemente la realidad a través de colores
oscuros y fuertes, así como trazos rasgados buscando lo grotesco, tal como se muestra en las
obras de Vasily Kandisky. Pío Baroja y Ramón del Valle-Inclán (sobre todo este último con sus
esperpentos) fueron bastante influidos por esta corriente. El abstraccionismo también participa
de estas características, si bien los elementos pictóricos, imágenes, colores y formas, se salen
de su entorno habitual para crear lo que se pretendía un arte puro.
Dadaísmo y surrealismo fueron quizá en su momento las corrientes más llamativas. El primer
movimiento preconizaba la anarquía, el irracionalismo y la negación como arma contra la
estupidez del mundo. Fueron los primeros en criticar la supremacía de la razón, seguramente
influidos por la publicación del estudio de Sigmund Freud, “La interpretación de lo sueños”, que
defendía al subconsciente como arma creativa del ser humano por excelencia. El testigo del
dadaísmo fue recogido por el surrealismo de la mano del poeta André Breton, que publicó en
París en 1924 el “Primer Manifiesto del Surrealismo”. Artísticamente, dos fueron los caminos
más usados por esta corriente para llegar al subconsciente creativo: la pintura automática, es
decir, la libertad de la mano al mover el pincel, sin control alguno; y también la desorientación
reflexiva, en la que la descomposición de las imágenes se consigue uniendo varias que no
tienen nada que ver entre sí. En España, estos movimientos de vanguardia se correspondieron
con otros, como el ultraísmo y el creacionismo. El pintor Salvador Dalí y los poetas Federico
García Lorca y Vicente Aleixandre fueron sus representantes más acusados.
renovacion de la novela en la segunda mitad del siglo XX
A comienzos de los años 50, la narrativa española pasa de abordar los temas existenciales e
individuales de la novela de postguerra a tratar temas sociales y colectivos. La estética
dominante en ese momento es la realista. En general, se escribe una literatura comprometida
moral o políticamente, siguiendo la concepción del arte útil de Sartre, que consideraba que la
literatura debía tener un a función social. Entre las aportaciones formales de la novela realista
social cabe destacar:
- el objetivismo o desaparición del autor, por influencia de la nueva novela francesa;
- el conductivismo o afán documental de reproducir con exactitud la realidad.
- la reducción espacial y temporal de las obras, como se puede comprobar en La colmena
de Cela o El Jarama de Sánchez Ferlosio;
- la sustitución del héroe o protagonista individual por un personaje colectivo;
- la ausencia de psicologismo de los personajes;
- la escritura de novelas con escaso argumento.
Sin embargo, la verdadera renovación de la novela española se va a producir durante los años
60 y principios de los 70, con la aparición de la novela experimental. La obra que inaugura
esta nueva tendencia es Tiempo de Silencio de Luis Martín Santos. La narrativa
experimental, aunque sigue sin abandonar en un principio la crítica social, da preferencia a los
aspectos formales de la novela. Surge así una novela antirrealista, cultural, barroca y elitista,
que da preferencia a lo fantástico y a lo mítico. Durante este período, se introducen en
España importantes innovaciones narrativas como son las técnicas del monólogo interior y el
flujo de conciencia, la parodia de los mitos y los géneros, la destrucción del párrafo como
unidad textual, la aparición de una segunda narrativa unida al desdoblamiento de algún
personaje, la ironía, el multiperspectivismo, el contrapunto, el juego de palabras, el uso de
citas y alusiones culturales, la utilización de diversos registros, la incorporación de elementos
de géneros considerados tradicionalmente menores… La novela experimental está influida por
los grandes renovadores de la narrativa del siglo XX (Joyce, Proust, Kafka), la Generación
Perdida Americana (Faulkner) o los novelistas del “boom” hispanoamericano.
Aproximadamente a partir de 1975, los novelistas españoles no siguen una tendencia
única. Lo que caracteriza a la narrativa actual es la pluralidad de tendencias y la mezcla de
éstas aun dentro de una misma novela, es decir, la ausencia de novelas de género en estado
puro. También se produce la atenuación y la incorporación más natural de los procedimientos
narrativos de la novela experimental de la etapa anterior.
En general, se puede hablar de una vuelta al realismo, aunque renovado, y de un regreso a
formas tradicionales de narrar, que se manifiesta, por ejemplo, en:
- La vuelta a la novela con argumento y de acción.
- El regreso a la distribución tradicional en capítulos.
- Normalmente, las obras se reducen a una única acción y poseen un final cerrado.
- El desarrollo del argumento suele ser lineal.
- El espacio vuelve a adquirir una gran importancia dentro de la novela.
Los movimientos de vanguardia del siglo XX, aunque se desarrollaron después de la Primera
Guerra Mundial, fueron poderosamente influidos por ella, sobre todo por la crisis de valores que
en el mundo occidental se produjo a raíz de este conflicto. En algunos países estos
movimientos fueron muy radicales, comprometiéndose con una supuesta transformación de la
sociedad a través del arte.
La característica fundamental de los movimientos de vanguardia es el rechazo a la razón y la
primacía de lo irracional; se piensa que la razón es un freno que oprime la libertad del artista, y
de la sociedad en general, de ahí que se dé primacía a lo irracional y a lo inconsciente. El
concepto de belleza cambia y se busca lo contrario del modelo anterior, llegando en ocasiones
al feísmo como elemento máximo de arte. La otra característica esencial de los movimientos de
vanguardia es que por primera vez se incorporan a él nuevos modos de expresión
promocionados por el avance científico, como la fotografía y el cine.
El primer movimiento de vanguardia destacado es el futurismo, con una amplia presencia en la
Italia fascista de la mano de su fundador, Marinetti. Este movimiento enfatizaba el progreso, la
velocidad, la fuerza a través de la representación de máquinas y de objetos de todo tipo,
incluidos los bélicos. Llegaron a propugnar la guerra como método de acabar con el orden
establecido y con todo el arte anterior, al que consideraban caduco. Emparentado con el énfasis
por el progreso y el avance científico del futurismo, pero despojado de sus agrias
declaraciones, está el cubismo, donde domina la geometría y la descomposición de la imagen
en líneas y formas geométricas. Juan Gris y Pablo Ruiz Picasso son los dos pintores más
representativos de esta tendencia.
Otro movimiento importante, sobre todo en Alemania, fue el expresionismo, caracterizado por
una apología de la fealdad, difuminando conscientemente la realidad a través de colores
oscuros y fuertes, así como trazos rasgados buscando lo grotesco, tal como se muestra en las
obras de Vasily Kandisky. Pío Baroja y Ramón del Valle-Inclán (sobre todo este último con sus
esperpentos) fueron bastante influidos por esta corriente. El abstraccionismo también participa
de estas características, si bien los elementos pictóricos, imágenes, colores y formas, se salen
de su entorno habitual para crear lo que se pretendía un arte puro.
Dadaísmo y surrealismo fueron quizá en su momento las corrientes más llamativas. El primer
movimiento preconizaba la anarquía, el irracionalismo y la negación como arma contra la
estupidez del mundo. Fueron los primeros en criticar la supremacía de la razón, seguramente
influidos por la publicación del estudio de Sigmund Freud, “La interpretación de lo sueños”, que
defendía al subconsciente como arma creativa del ser humano por excelencia. El testigo del
dadaísmo fue recogido por el surrealismo de la mano del poeta André Breton, que publicó en
París en 1924 el “Primer Manifiesto del Surrealismo”. Artísticamente, dos fueron los caminos
más usados por esta corriente para llegar al subconsciente creativo: la pintura automática, es
decir, la libertad de la mano al mover el pincel, sin control alguno; y también la desorientación
reflexiva, en la que la descomposición de las imágenes se consigue uniendo varias que no
tienen nada que ver entre sí. En España, estos movimientos de vanguardia se correspondieron
con otros, como el ultraísmo y el creacionismo. El pintor Salvador Dalí y los poetas Federico
García Lorca y Vicente Aleixandre fueron sus representantes más acusados.
renovacion de la novela en la segunda mitad del siglo XX
A comienzos de los años 50, la narrativa española pasa de abordar los temas existenciales e
individuales de la novela de postguerra a tratar temas sociales y colectivos. La estética
dominante en ese momento es la realista. En general, se escribe una literatura comprometida
moral o políticamente, siguiendo la concepción del arte útil de Sartre, que consideraba que la
literatura debía tener un a función social. Entre las aportaciones formales de la novela realista
social cabe destacar:
- el objetivismo o desaparición del autor, por influencia de la nueva novela francesa;
- el conductivismo o afán documental de reproducir con exactitud la realidad.
- la reducción espacial y temporal de las obras, como se puede comprobar en La colmena
de Cela o El Jarama de Sánchez Ferlosio;
- la sustitución del héroe o protagonista individual por un personaje colectivo;
- la ausencia de psicologismo de los personajes;
- la escritura de novelas con escaso argumento.
Sin embargo, la verdadera renovación de la novela española se va a producir durante los años
60 y principios de los 70, con la aparición de la novela experimental. La obra que inaugura
esta nueva tendencia es Tiempo de Silencio de Luis Martín Santos. La narrativa
experimental, aunque sigue sin abandonar en un principio la crítica social, da preferencia a los
aspectos formales de la novela. Surge así una novela antirrealista, cultural, barroca y elitista,
que da preferencia a lo fantástico y a lo mítico. Durante este período, se introducen en
España importantes innovaciones narrativas como son las técnicas del monólogo interior y el
flujo de conciencia, la parodia de los mitos y los géneros, la destrucción del párrafo como
unidad textual, la aparición de una segunda narrativa unida al desdoblamiento de algún
personaje, la ironía, el multiperspectivismo, el contrapunto, el juego de palabras, el uso de
citas y alusiones culturales, la utilización de diversos registros, la incorporación de elementos
de géneros considerados tradicionalmente menores… La novela experimental está influida por
los grandes renovadores de la narrativa del siglo XX (Joyce, Proust, Kafka), la Generación
Perdida Americana (Faulkner) o los novelistas del “boom” hispanoamericano.
Aproximadamente a partir de 1975, los novelistas españoles no siguen una tendencia
única. Lo que caracteriza a la narrativa actual es la pluralidad de tendencias y la mezcla de
éstas aun dentro de una misma novela, es decir, la ausencia de novelas de género en estado
puro. También se produce la atenuación y la incorporación más natural de los procedimientos
narrativos de la novela experimental de la etapa anterior.
En general, se puede hablar de una vuelta al realismo, aunque renovado, y de un regreso a
formas tradicionales de narrar, que se manifiesta, por ejemplo, en:
- La vuelta a la novela con argumento y de acción.
- El regreso a la distribución tradicional en capítulos.
- Normalmente, las obras se reducen a una única acción y poseen un final cerrado.
- El desarrollo del argumento suele ser lineal.
- El espacio vuelve a adquirir una gran importancia dentro de la novela.