Literatura 2ª eva 1
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El modernismo:
Movimiento influido por varias escuelas posrománticas europeas, fundamentalmente el parnasianismo y el simbolismo franceses. Del parnasianismo se imita el empeño de perfección formal, la evasión a un pasado idealizado o a culturas exóticas y la aproximación de la poesía al cromatismo de la pintura y a la belleza intemporal de la escultura. Del simbolismo procede la sensualidad y la musicalidad del poema, el misterio y el gusto por lo exotérico. La poesía modernista llegó a España de la mano de Rubén Darío, las características señaladas se mezclaron con los últimos rescoldos del Romanticismo español, en particular con la huella de Bécquer.
Temas, motivos, formas y recursos:
Fueron temas habituales el amor desmayado y el erotismo, el gozo de los sentidos, la vida cosmopolita y mundana, la religión, la muerte etc.
Hay un conjunto de motivos recurrentes: como el cisne, símbolo de elegancia, erotismo, o lo enigmático, o el jardín, la luna, etc.
En el plano formal, el esteticismo modernista se traduce en un buen número de novedades métricas. La moda de los versos alejandrinos dodecasílabos y eneasílabos, o el uso de estrofas como el soneto y la silva.
Uso de recursos estilísticos de carácter fónico: aliteraciones, rimas internas, etc., además son muy frecuentes el uso de sinestesias.
Rubén Darío: Poeta revolucionario en cuya trayectoria podemos distinguir dos etapas:
1ª.- Su modernismo americano que se inicia con Azul (1888), brinda el más vasto surtido de motivos, temas y fórmulas métricas de la nueva tendencia. Cisnes, princesas melancólicas etc., se entrelazan en poemas de poderosa sonoridad y capacidad de sugerencia.
2ª.- La relación con los escritores españoles puso a Darío en contacto con las preocupaciones sociales y existenciales. Cantos de vida y esperanza (1905) atenúa el preciosismo formal y se orienta temáticamente hacia su intimidad desasosegada y las inquietudes políticas.
Darío ejerció una influencia profunda y duradera en la lírica española.
El modernismo español:
Los escritores españoles atemperaron el exotismo y la exuberancia de la lírica modernista que venía de Hispanoamérica y dieron a su poesía un carácter más introspectivo. Sobresalen Francisco Villaespesa, Eduardo Marquina, Manuel y Antonio Machado y Juan Ramón Jiménez.
Manuel Machado: Aportó al Modernismo español un humor socarrón y distante, el empleo irónico del malditismo y la conjugación del casticismo. Entre sus obras poéticas destacan Alma (1900) y El mal poema (1909).
Antonio Machado: Poeta introvertido y hondo, que mostraba una activa adhesión a la República. Su muerte contribuyó a convertirlo en un símbolo de la España liberal y progresista. Su obra poética se divide en tres partes:
1ª.- Los años de militancia modernista. Los poemas de esta etapa se recogen en Soledades. Ofrece una poesía intimista que expresa en forma de diá logo consigo mismo y cuya materia es la meditación metafísica.
2ª.- Los años de su toma de conciencia crítica. Compone Campos de Castilla, denunciando la pobreza, la incultura y el atraso de España, pertenece a la llamada generación del 98. Pero no deja de dar su voz a su fondo melancólico, acentuado por la muerte de su esposa. Alma y paisaje se funden en una única realidad
3ª.- Busca una comunicación literaria de mayor carga ideológica, en la que ocupan un lugar central el cultivo del cantar popular de contenido sentencioso y la prosa ensayística. A partir de Nuevas canciones, Machado dará prioridad a la escritura ensayística.
Miguel de Unamuno:
Unamuno se consideró siempre poeta antes que novelista, ensayista, filósofo o dramaturgo, pero fue un poeta del siglo XIX, anterior a la renovación modernista, a la que fue ajeno. Llevó a sus versos, de metros clásicos, los temas que encontramos en el resto de su obra: la desazón religiosa, la preocupación por España, etc. La poesía de Unamuno es la expresión desnuda y sincera de su pensamiento. En 1911 Unamuno publicó Rosario de sonetos líricos y, en 1920, El Cristo de Velásquez, que glosa toda la simbología cristiana. En sus últimos años, dio paso a una escritura más íntima y más abierta a juegos con el ritmo y con el lenguaje.
El Novecentismo:
El novecentismo fue un movimiento intelectual de reacción contra el pesimismo disolvente y la abulia del fin de siglo. Este movimiento fue seguido por los miembros de la generación de 1914 (Ortega y Gasset, Gregorio Marañón, Salvador de Madariaga o Ramón Pérez de Ayala. Los novecentistas despreciaban tanto el sentimentalismo romántico como el provincianismo cultural. El poeta más afín a estos objetivos fue Juan Ramón Jiménez.
Juan Ramón Jiménez:
Poeta que consagra su vida al logro de la obra perfecta a través de un trabajo constante y riguroso. Su obra se divide en tres grandes etapas:
Etapa modernista: evoluciona desde un modernismo decadentista y artificioso hacia una progresiva depuración de la palabra poética. A esta etapa pertenece Platero y yo, escrito en una prosa poética deslumbrante.
Etapa intelectual: Halla su primera obra maestra en Diario de un poeta recién casado, escrito con motivo de su viaje a Nueva York para contraer matrimonio. Escrito en prosa y verso libre, supone el definitivo abandono del modernismo preciosista y el hallazgo de vetas poéticas que explotarán los autores del 27: lo cotidiano, la ciudad moderna y el irracionalismo. La inteligencia es ahora el principio que manda en el trabajo del poeta, y se puede dividir en: alta consciencia y suma exigencia.
Etapa metafísica: En la que escribió 4 libros: En el otro costado, Una colina meridiana, Dios deseado y deseante y De ríos que se van. Obras inspiradas por la revelación de que el Dios ansiado de la eternidad y la belleza se aloja en la conciencia del propio poeta y en la armonía de la naturaleza.
Movimiento influido por varias escuelas posrománticas europeas, fundamentalmente el parnasianismo y el simbolismo franceses. Del parnasianismo se imita el empeño de perfección formal, la evasión a un pasado idealizado o a culturas exóticas y la aproximación de la poesía al cromatismo de la pintura y a la belleza intemporal de la escultura. Del simbolismo procede la sensualidad y la musicalidad del poema, el misterio y el gusto por lo exotérico. La poesía modernista llegó a España de la mano de Rubén Darío, las características señaladas se mezclaron con los últimos rescoldos del Romanticismo español, en particular con la huella de Bécquer.
Temas, motivos, formas y recursos:
Fueron temas habituales el amor desmayado y el erotismo, el gozo de los sentidos, la vida cosmopolita y mundana, la religión, la muerte etc.
Hay un conjunto de motivos recurrentes: como el cisne, símbolo de elegancia, erotismo, o lo enigmático, o el jardín, la luna, etc.
En el plano formal, el esteticismo modernista se traduce en un buen número de novedades métricas. La moda de los versos alejandrinos dodecasílabos y eneasílabos, o el uso de estrofas como el soneto y la silva.
Uso de recursos estilísticos de carácter fónico: aliteraciones, rimas internas, etc., además son muy frecuentes el uso de sinestesias.
Rubén Darío: Poeta revolucionario en cuya trayectoria podemos distinguir dos etapas:
1ª.- Su modernismo americano que se inicia con Azul (1888), brinda el más vasto surtido de motivos, temas y fórmulas métricas de la nueva tendencia. Cisnes, princesas melancólicas etc., se entrelazan en poemas de poderosa sonoridad y capacidad de sugerencia.
2ª.- La relación con los escritores españoles puso a Darío en contacto con las preocupaciones sociales y existenciales. Cantos de vida y esperanza (1905) atenúa el preciosismo formal y se orienta temáticamente hacia su intimidad desasosegada y las inquietudes políticas.
Darío ejerció una influencia profunda y duradera en la lírica española.
El modernismo español:
Los escritores españoles atemperaron el exotismo y la exuberancia de la lírica modernista que venía de Hispanoamérica y dieron a su poesía un carácter más introspectivo. Sobresalen Francisco Villaespesa, Eduardo Marquina, Manuel y Antonio Machado y Juan Ramón Jiménez.
Manuel Machado: Aportó al Modernismo español un humor socarrón y distante, el empleo irónico del malditismo y la conjugación del casticismo. Entre sus obras poéticas destacan Alma (1900) y El mal poema (1909).
Antonio Machado: Poeta introvertido y hondo, que mostraba una activa adhesión a la República. Su muerte contribuyó a convertirlo en un símbolo de la España liberal y progresista. Su obra poética se divide en tres partes:
1ª.- Los años de militancia modernista. Los poemas de esta etapa se recogen en Soledades. Ofrece una poesía intimista que expresa en forma de diá logo consigo mismo y cuya materia es la meditación metafísica.
2ª.- Los años de su toma de conciencia crítica. Compone Campos de Castilla, denunciando la pobreza, la incultura y el atraso de España, pertenece a la llamada generación del 98. Pero no deja de dar su voz a su fondo melancólico, acentuado por la muerte de su esposa. Alma y paisaje se funden en una única realidad
3ª.- Busca una comunicación literaria de mayor carga ideológica, en la que ocupan un lugar central el cultivo del cantar popular de contenido sentencioso y la prosa ensayística. A partir de Nuevas canciones, Machado dará prioridad a la escritura ensayística.
Miguel de Unamuno:
Unamuno se consideró siempre poeta antes que novelista, ensayista, filósofo o dramaturgo, pero fue un poeta del siglo XIX, anterior a la renovación modernista, a la que fue ajeno. Llevó a sus versos, de metros clásicos, los temas que encontramos en el resto de su obra: la desazón religiosa, la preocupación por España, etc. La poesía de Unamuno es la expresión desnuda y sincera de su pensamiento. En 1911 Unamuno publicó Rosario de sonetos líricos y, en 1920, El Cristo de Velásquez, que glosa toda la simbología cristiana. En sus últimos años, dio paso a una escritura más íntima y más abierta a juegos con el ritmo y con el lenguaje.
El Novecentismo:
El novecentismo fue un movimiento intelectual de reacción contra el pesimismo disolvente y la abulia del fin de siglo. Este movimiento fue seguido por los miembros de la generación de 1914 (Ortega y Gasset, Gregorio Marañón, Salvador de Madariaga o Ramón Pérez de Ayala. Los novecentistas despreciaban tanto el sentimentalismo romántico como el provincianismo cultural. El poeta más afín a estos objetivos fue Juan Ramón Jiménez.
Juan Ramón Jiménez:
Poeta que consagra su vida al logro de la obra perfecta a través de un trabajo constante y riguroso. Su obra se divide en tres grandes etapas:
Etapa modernista: evoluciona desde un modernismo decadentista y artificioso hacia una progresiva depuración de la palabra poética. A esta etapa pertenece Platero y yo, escrito en una prosa poética deslumbrante.
Etapa intelectual: Halla su primera obra maestra en Diario de un poeta recién casado, escrito con motivo de su viaje a Nueva York para contraer matrimonio. Escrito en prosa y verso libre, supone el definitivo abandono del modernismo preciosista y el hallazgo de vetas poéticas que explotarán los autores del 27: lo cotidiano, la ciudad moderna y el irracionalismo. La inteligencia es ahora el principio que manda en el trabajo del poeta, y se puede dividir en: alta consciencia y suma exigencia.
Etapa metafísica: En la que escribió 4 libros: En el otro costado, Una colina meridiana, Dios deseado y deseante y De ríos que se van. Obras inspiradas por la revelación de que el Dios ansiado de la eternidad y la belleza se aloja en la conciencia del propio poeta y en la armonía de la naturaleza.